Leviatán (2014) Crítico
de cine La Nación |
Pues sí, he de jactarme que, con un pequeño grupo de amigos, compartí alguna vez con el director ruso Andréi Zvyagintsev, allá por el 2004, no lo recuerdo con exactitud. Lo conocimos en la Sala Garbo, a propósito del estreno de su primera gran película titulada El regreso (2003).
Recuerdo su admiración por la literatura de Fiódor Dostoievski, por su exploración de la embriaguez psicológica de los personajes. De sus palabras, recuerdo la mención al ruso Andréi Tarkovski, como poeta del cine. Precisamente, a Zvyagintsev se le compara hoy, por sus películas laureadas, a Tarkovski.
En aquel momento, en nosotros, surgió la pregunta de cómo iba a hacer ese joven ruso (nacido en 1964) para superar la gran calidad de su primer filme. Ahora llega al país su más reciente película Leviatán (2014). Para algunos críticos, esta es su mejor obra fílmica.
Por mi parte, evitaré las comparaciones. Eso sí, me queda claro que Leviatán es gran película, porque condensa imágenes de gran riqueza conceptual con diálogos vitales. Su trama es clara alegoría sobre una realidad inmediata; pero, en este caso, sin la cohesión narrativa propia de una obra maestra.
En la plasmación de ese universo metafórico de una realidad, donde el poder permite a quienes lo detentan, aquí y allá, abusar y explotar a quienes no están dentro del mismo círculo, en esa plasmación, el filme deja hilos sueltos e, incluso, personajes importantes por ahí abandonados.
Los personajes le sirven al director (coguionista) para establecer una situación; pero una vez lograda, domina tanto el suceso que “se pierde” a algunos de sus protagonistas, por lo que ciertas secuencias importantes más bien parecen subtramas.
Por supuesto, eso no quita que Leviatán, de manera sutil, vaya de la sátira al drama, de lo épico a lo trágico y, se le mire como se le mire, resulte cine intenso, brutal y solemne: obligatorio, sin duda.
La lucha de un hombre por no perder la propiedad familiar, apetecida por un alcalde corrupto, asume rasgos de ímpetu dramático como pocas veces se expresa en cine. Es también la lucha del sujeto que ama a su esposa, mientras ella debate su pasión entre dos hombres. Un hijo resulta la víctima de esa vorágine de pasiones llevada con fuerte consumo de vodka. |
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En la trama, el poder político abusivo cuenta con el calculador beneplácito religioso (el sacerdote que convierte la religión en ideología para beneficio propio). Aquí salta el título del filme, según la paciencia bíblica de la fábula de Job: “¿Sacarás al Leviatán con el anzuelo o con cuerda que le eches en su lengua?”.
He ahí el
leviatán del caso: la unión del poder político con el religioso (¿no les
parece cercano el asunto?). La película fue acusada de “antirrusa” por
el gobierno de Vladimir Putin, por mostrar esa apropiación que
funcionarios políticos e iglesia ortodoxa hicieron de bienes públicos,
carroñeros al momento de la caída del socialismo. |
LEVIATÁN Título original: Левиафан (Leviafan)
Rusia,
2014
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por
William Venegas
cocuyos@racsa.co.cr
Gentileza de La huella del ojo
http://lahuelladelojo.blogspot.com/
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