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Joy (EE.UU, 2015) **
Crítico de cine La Nación |
La película Joy (2015), dirigida por el afamado David O. Russell, es tan monosilábica como su título: ahí no sucede otra cosa más que lo mismo a lo largo de repetidos cien minutos. Es una historia moderna de la querida Cenicienta (en este caso, con solo una hermanastra).
Uno puede estar de acuerdo en que David O. Russell no es un director del montón. Tiene títulos interesantes en su cartera, pero no dudo al decir que su película Joy sí es del montón, más de mil veces vista con historias semejantes.
Lo peor de Joy no es su poca o ninguna originalidad temática. Total, eso determina en nada la calidad de un filme visto en sí mismo. Lo mediocre es el tratamiento que tiene, al estilo de montaña rusa en un parque de diversiones: de pronto crece como la espuma del jabón, de pronto cae como fruta remadura de un árbol.
En otras palabras, se trata de una película inestable con su discurrir narrativo, con sus emociones y hasta con el sentido de oportunidad de las pausas, esto en detrimento de su ritmo: pasa a ser un “sin-sentido” en el cálculo de los tiempos.
Está bien: la actuación de Jennifer Lawrence puede ser rescatable, ella es buena actriz, aunque –digo yo– le está dando el síndrome del narcisismo histriónico, como quien actúa frente a un espejo mientras se adula. Con todo, ella salva a la película de su peor calificación. |
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Por momentos, como filme “cenicientófilo”, el relato cae de bruces en lo folletinesco y es cuando le vemos lo peor, porque sus imágenes pasan a ser tan solo funcionales, al revés de lo que debe ser el buen cine. Es inaceptable que las imágenes estén en función de las palabras.
De esa manera, la correspondencia entre imágenes y diálogos es incluso redundante. Hay más, porque hay momentos en que las palabras preceden de tal manera a las imágenes que estas quedan sobrando. ¡No, señor David O. Russell, yo soy el menos indicado para decírselo, pero así no se hace cine! (Disculpen mi pedantería).
Lo otro es el descuido narrativo en términos estructurales. La película es narrada por la abuelita de Joy, personaje principal. Digamos que es un narrador testigo; sin embargo, ¡diantres!, ¡todo lo sabe!, hasta lo que no ve y lo que no debiera saber, según la lógica del propio relato.
Del narrador testigo, sin justificarlo, el guión hace un narrador omnisciente. Y más, la abuelita se muere (perdonen el dato) y sigue narrando lo que le sucede a Joy. ¿Diay? Por último, la moraleja de esta fábula tan manoseada es fácil de suponerla: para cualquier Cenicienta lo mejor es el “sueño americano”, o sea, Estados Unidos es la zapatilla que trae príncipes (dólares, en este caso). ¡Golpe bajo!
Mi duda está entre ponerle una estrella o dos de calificación a esta película. En caso de duda, la favorezco. Si usted quiere quitarle una estrella, puede hacerlo. |
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'Joy' - 08 ene 2016 |
JOY
Título original:
Joy
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por
William Venegas
cocuyos@racsa.co.cr
Gentileza de La huella del ojo
http://lahuelladelojo.blogspot.com/
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