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Iron Man 3 (2013) Crítico
de cine La Nación |
El hierro tiene el número atómico 26 y se encuentra tanto en la parte externa de la Tierra como en su núcleo interno. También es el material que le da nombre a uno de los tantos superhéroes del cómic de origen estadounidense y que, al momento, lleva tres películas con su nombre.
Por insistencia boletera, estamos ahora ante la cinta Iron Man 3
(2013), dirigida con agitación y ruido por Shane Black (también
coguionista), donde todo se reduce al combate entre el bien y el mal de
manera electrizante, como el choque de la piedra con el coyol. Sin misterio De ahí pasó a ser un superhéroe simpático y justiciero. Sí, el fabricante de armas. Estos son los sesgos ideológicos que se permite el cine de Hollywood. En la segunda película, del 2010, también dirigida por Favreau, Tony Stark confiesa su identidad, lo que le quita ese halo de misterio de otros superhéroes. Ahí confirmamos que dicho fabricante de armas puede hacer sofisticadas indumentarias para vestirse como Iron Man y que también se puede meter una borrachera dentro de uno de sus trajes. Así, el cine lleva al extremo las características que el creador de este Hombre de Hierro, Stan Lee, le dio en los conocidos cómics. |
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La procesión sigue. En Iron Man 3, con cambio de director, al personaje le gusta el estarse haciendo trajes de hierro de los más distintos tonos y con las más diferentes condiciones. Pelea con ellos o sin ellos. Lo que está en juego, para Tony Stark, es si el hábito hace al monje o no. Hacia el final, aparecen tantas armaduras robóticas y ferrosas, tantas, que más semejan la plaga mítica de langostas con que se castigó al pueblo egipcio en tiempos de Moisés y Aarón. Es al estilo de las viejas películas de vaqueros, al final, cuando llegaba la caballería del ejército y los apaches debían huir. Si nos ponemos estrictos con la crítica, más allá de si la película entretiene o no, lo real es que estamos ante más de lo mismo, pero contado de otra manera. La misma mona con distinto rabo. Es el tipo de película de acción que comienza con frío y termina con brío, sobre todo en lo visual. Killian y el Mandarín Esta vez, el héroe debe enfrentarse ante un “malo” trazado en los cómics recogidos por el título de Extremis. Se trata del doctor Aldrich Killian (bien interpretado por Guy Pearce), quien fuera jefe de la novia de Tony Stark, esto es, de Pepper Potts (encarnada de manera elegante, pero sosa, por Gwyneth Paltrow).
Como villano, igual tenemos a Mandarín, papel con el que se arriesga el
actor Ben Kingsley, y, la verdad, no sale bien librado. Es filme del todo comercial. No hay duda. Aquí no hay interés por hacer buen cine ni por hacer mal cine. ¡Lo que salga como relato!, mientras se pueda llenar la pantalla de artilugios con vocación de juego de pólvora, con todo el efectismo que se quiera y lo permita la millonada de dólares invertida. La holgura de medios técnicos es evidente, la de talento no es tan manifiesta: ni la música ni la fotografía logran darle, a la película, una mirada personal, aunque es filme hábilmente construido para el consumo masivo. No más. Recuerden quedarse hasta el puro final, después de los créditos, que esta película es narrada en primera persona por el héroe y ahí se sabrá ante quién. |
IRON MAN 3
Título original:
Iron Man 3 |
por
William Venegas
cocuyos@racsa.co.cr
Gentileza de La huella del ojo
http://lahuelladelojo.blogspot.com/
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