Dirigida por la realizadora Tany Wexler, la comedia inglesa Histeria (2011) es humorosa, pero pudo serlo más; es una cinta crítica, pero pudo ser más incisiva; es un filme bien narrado, pero pudo estarlo de mejor manera (con solo no ser repetitivo en algunas secuencias); es una película con un texto valioso, pero debió evitar la arenga directa que maneja en ciertos tramos.
Estoy de acuerdo con la mayoría de los espectadores de que se trata de un filme bastante agradable. También estoy de acuerdo en que sus cuestionamientos, desde una óptica feminista, son más que justos y graciosos. O sea, la película es disfrutable y, nos guste o no, tiene razón con lo que dice.
El problema es que su buen humor solo corre por una especie de chiste sexual contado varias veces y que, por otro lado, la crítica a la sociedad victoriana irrumpe, dentro del relato, con discursos muy directos en los diálogos.
Con lo segundo, uno siente cierta intromisión apelativa dentro de la historia propia del filme: convencernos de las bondades del feminismo y del socialismo para tener una sociedad más plena, incluso en cuanto al disfrute de la sexualidad, sobre todo por parte de la mujer.
Con magnífica ambientación de época (lo mejor de la cinta) y con buenas actuaciones (sobre todo de Maggie Gyllenhaal), las observaciones que enumeré antes son propias del ojo del crítico profesional. Con menos exigencia y en actitud más descansada, el buen humor nos llega bien desde la pantalla con su tema: la historia del consolador femenino.
