|
Es muy conocida la frase de Jesús de Nazareth, aquella
dicha a sus apóstoles para que permitieran que los niños le llegaran a
él. El cine también ha hecho suyo ese pedido y, en su lista, hay
valiosas e importantes películas donde niños y niñas son su centro
narrativo.
Ahora el cine costarricense asume ese rumbo con un buen filme titulado “Güilas”
(2018), dirigido con agudo logro estético por Sergio Pucci. Se trata de
un filme que habría tenido una calificación perfecta si hubiese mostrado
mayor riqueza conceptual.
No es que “Güilas” no sea capaz de proponer ideas o de plantear
moralejas con su arte fabulador, es que al hacerlo se aliviana en ideas
y por ahí queda debiendo, pero solo por ahí.
“Güilas” no es una sola historia: son ocho relatos tan diferentes
como semejantes, distintos desde sus mundos narrados y similares desde
la mirada presente en cada uno de ellos. Es la mirada de niños varones
que juegan con la realidad antes de que esta los aplaste.
En esta película, la vivacidad infantil tiene la huella de ojos
masculinos, excepto en el corto que sucede en Limón y que se subtitula “Cabin
in the Watta”. Por cierto, este puede ser el corto más poético
gracias a la presencia de la Naturaleza con su majestuosidad panteísta.
Lo anterior, con toda justicia, significa resaltar el papel de la
fotografía, la cual parece deslizarse de manera lírica sobre personajes,
objetos y, más que nada, sobre el paisaje, el cual funciona como
acertada escenografía.
No es fácil señalar de manera comparativa cuál de los ocho cortos es
mejor o cuál peor. Puedo decirles que ninguno es peor, ninguno es malo,
ninguno es siquiera mediocre, todos son buenos y cada cual cumple con el
objetivo de producir un solo efecto en el lector (a manera del cuento
literario), de ahí la brevedad del filme en total. |
|
 |
| El cine costarricense
ofrece un noble y muy buen filme con niños como personajes.
Güilas, éxito de crítica. |
|
