Primero fue el estreno de la obra Mi
casa escondida, del costarricense Diego Andrés Soto,
con la dirección de Amaral Sánchez, que aún
recorre el país. Ahora se estrena en Costa Rica Entre noche y
niebla (escenificada antes en México, en marzo del 2009),
del también costarricense Sergio Masís y con
su propia dirección.
La primera obra asume un compromiso contra
el maltrato a los niños, de manera muy apelativa, lo que va en su contra.
Entre noche y niebla, deviene texto igualmente
comprometido en contra de la tortura política, pero con más sentido
dramatúrgico. Este texto y su puesta en escena superan lo simplista para
internarse en los laberintos de ese fenómeno cruel y desglosa la
complejidad emocional de torturados y torturadores. Lo hace con valentía,
sin olvidar las recientes torturas [firmadas por el expresidente Bush
hijo].
Lastimosamente, lo escenográfico no refleja la atmósfera de terror del caso, no es suficiente con telas caídas y sombras detrás de ellas. Creo que el laberinto emocional de la tortura permite, incluso, una escenografía cercana al género del terror.
