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El último amor del Señor Morgan (2013) Crítico
de cine La Nación |
He aquí un filme que no pocos críticos han definido como una especie de continuación de la película Amor (2012), del director austriaco Michael Haneke. Ahora se trata de El último amor del señor Morgan (2013), filme escrito y dirigido por la alemana Sandra Nettelbeck y con la actuación del británico Michael Caine.
Esa comparación peca por temeraria. Si algunos ven una especie de continuación de la cinta de Haneke es porque les gusta forzar el contexto. Nada que ver. En lo que respecta al filme de la directora Nettelbeck, nos encontramos ante un relato de buen comienzo, interesante al principio y lleno de expectativas. ¿Luego?
Lo que sucede luego con El último amor del señor Morgan es casi inexplicable. La película pierde fuelle poco a poco y se hunde en su propia autocomplacencia. Pronto solo queda del ahogado el sombrero: ¿la presencia del actor Michael Caine? ¡No es suficiente! Eso sí, en la retina nos queda la exquisita y bien diseñada actuación de la joven actriz Clémence Poésy, lo mejor del filme.
La historia va a tono del melodrama con un personaje crepuscular: el señor Morgan, Matt Morgan (encarnado por Michael Caine sin ser una de sus mejores actuaciones). Un día, en el bus, en París, el señor Morgan conoce a una jovencita generosa llamada Pauline Laubie (¡aquí Clémence Poésy!) y, entre ellos, surge una galana empatía que roza el más extraño amor.
El señor Morgan es un viudo que extraña mucho a su esposa muerta (este personaje nos permite ver por algunas secuencias a la laureada actriz Jane Alexander). Es como si el peso de la viudez solo se llenase con mucha soledad de parte de Morgan, por lo que este busca suicidarse. |
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Por su parte, Pauline tiene una ansiada búsqueda del padre, también muerto. Sin decir agua va, la relación de ella con el señor Morgan se enriquece con sentimientos bastante inesperados. De manera rápida e intensa, es manera sublimada de expresar el amor de pareja entre un hombre viejo y una mujer joven.
Lo que comienza con deliberado tono poético, como si fuese sonrisa de la vida, empieza a enredarse en sus propios mecates al transcurrir el relato y, entonces, la narración le quema las manos a la directora. Pese a tener de base la novela de Françoise Dorner, Sandra Nettelbeck no sabe qué hacer con la historia.
Al rato descubrimos que las imágenes son eminentemente funcionales en beneficio de la palabra; o sea, de alguna manera, son redundantes. Cuando aparece el hijo del señor Morgan (pésima actuación de Justin Kirk), aquello resulta triangular barullo argumental muy mal expresado.
No hay de otra, la película comienza a perder carne en todo aspecto (narrativo, visual y en lo representativo, como melodrama, incluso); entonces, sin carne, se va quedando en puro hueso (no da ni para procurarle sabor a una sopa).
No podemos evitarlo: la película se cae sola luego de su incitante y agradable comienzo. Se demuestra aquello de que no hay que creer que un perro sea karateca tan solo porque levanta la pata. Pasado el primer tercio, en este filme todo parece un despropósito, más bien.
Ah, en lo que sí este filme no escatima imágenes es para mostrarnos el encanto de París y esto podría valer el boleto. Eso y Clémence Poésy.
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El último amor del Señor Morgan
Título original:
Mr. Morgan’s Last Love
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por
William Venegas
cocuyos@racsa.co.cr
Gentileza de La huella del ojo
http://lahuelladelojo.blogspot.com/
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