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El Llanero Solitario (2013) Crítico
de cine La Nación |
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Los malos resultados de taquilla y crítica que ha
tenido la película El Llanero Solitario (2013), dirigida
por
Gore Verbinski, nos recuerda
los de otro filme de vaqueros que, por la ruta de la televisión, llegó
al cine: Las
aventuras de Jim West
(1999), dirigida por Barry Sonnenfeld. Al Llanero lo acompañaba siempre un indígena mesurado y de consejos oportunos, llamado Toro. De ese vaquero enmascarado y epónimo, es de quien se hizo seguidor incondicional Felipe, sí, Felipe, el amiguito de Mafalda, capaz de verse a sí mismo como especie de Llanero Solitario. Es muy probable que si Felipe saltara de la ficción de las viñetas al mundo real, se sentiría muy solitario al ver lo que los industriales estudios Disney han hecho con su “ranger”. ¡Lo desbarataron, simplemente! Por otra parte, por alguna brujería comercial, el indígena potawatomi llamado en inglés Tonto (Toro en castellano) pasó a ser el personaje principal de la película. Ese hechizo puede darse porque el actor que lo encarna es Johnny Depp y, sobre todo, porque Depp es uno de los productores del filme. Es una de las peores actuaciones del señor Depp, a quien pusieron a actuar como si se tratara de Jack Sparrow en áridas tierras vaqueras. Todo el filme es absurda y pésima paráfrasis de la saga Piratas del Caribe, con absoluta escasez de ideas, con un relato del todo fragmentado, sin coherencia interna alguna, sin fluidez armoniosa del relato y con pérdida total del cálculo de los tiempos (ritmo y compás). El guión se enreda con sus propios hilos narrativos, se estanca, de pronto explota y se estanca de nuevo. Ese Llanero (el actor Armie Hammer) no tiene “duende” alguno como vaquero: solo es parte de un metraje muy largo que transcurre sin encanto ni fervor. La verdad, su historia es arroz con mango. El trucaje digital es excesivo y rompe la credibilidad de su propio mundo imaginario; algo así: con esta película se cumple aquello de que “entre más aspirina le dan, más le sube la calentura”, en detrimento de la buena salud (calidad) del filme (por ejemplo: las exageradas secuencias con trenes). Uno no sabe en qué condiciones estaban los guionistas al escribir ciertos pasajes, como ese del niño que llega a un museo, donde una figura de cera toma vida para contarle su historia con el vaquero a quien llamaba “kemosabe”. ¿Qué necesidad narrativa hay de esto? Igual, ¿qué necesidad había de entorpecer el argumento vaquero con tonos de comedia? ¡De mala comedia, para peores! ¿Para qué presentar a los malos así tan remalos? ¿Para qué las retrospecciones? ¿Por qué presentar al Llanero Solitario como un abogado más bien simplón si no se muestra un proceso significativo del personaje? ¿Para qué esa anodina historia de amor ahí metida? En fin, no hay por dónde. Ni siquiera con la música. Por solidaridad con Felipe, el amigo de Mafalda, no debiéramos ir al cine a ver El Llanero Solitario, si es que de verdad nos sentimos camaradas del bueno de Felipe.
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EL LLANERO SOLITARIO
Título original:
The Lone Ranger
Duración:
149 minutos Calificación: UNA estrella ( * ) de cinco posibles |
por
William Venegas
cocuyos@racsa.co.cr
Gentileza de La huella del ojo
http://lahuelladelojo.blogspot.com/
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