Dos aguas (2015)
William Venegas
Crítico de cine La Nación |
Como expresión visual del arte naturalista, la película costarricense Dos aguas (2015), dirigida por Patricia Velásquez, se muestra imponente y no solo arraigadamente telúrica. De alguna manera, podemos decir que está dentro de la intuición propia del también filme costarricense Caribe (2004), de Esteban Ramírez.
Con Dos aguas, la realizadora Patricia Velásquez, con el evidente apoyo de la expresiva fotografía de Gustavo Brenes, le ha dado a la Naturaleza un papel más que protagónico: dentro de su belleza exuberante, profusa o ubérrima, esa Naturaleza es aplastante: es caribeña.
Excepto el mar en algunas secuencias, no vemos una Naturaleza heteróclita, porque no está fuera de su propia regularidad; sin embargo, se le siente abrumadora aún dentro de algún paisajismo que se permite Patricia Velásquez. En ese ambiente natural, los sujetos humanos se ven más débiles desde sus conflictos.
Así, el mar capaz de tragarse al señor Jean Bazim es presentado con fuerza y exquisitez visual, capaz de recordarnos –con otra sintaxis– a aquella selva que se traga a Arturo Cova, en esa pieza literaria del naturalismo que es La vorágine, del colombiano José Eustasio Rivera.
A propósito de dicho personaje del filme, es justo señalar que el actor César Maurel es, de hecho, el único que cumple bien con su trabajo actoral. No siempre es fácil trabajar con actores no profesionales y es evidente que Patricia Velásquez no destaca con este tipo de dirección.
Como me lo dijo un buen amigo, con exacta razón, las actuaciones son tan deficitarias que hay momentos en que uno siente que se está ante dos películas (dos aguas): una, muy buena, ya comentada líneas atrás, que es esa con una poética del paisaje y su enlace con los personajes.
Esa parte evidencia un magnífico ojo fílmico de la directora Velásquez desde el detalle (cualquier plano cerrado) hasta las explícitas panorámicas panteístas que logra (sobre todo las del mar abierto).
La otra parte del filme, talón débil, tiene un frágil diseño de personajes y este se “cae” con las pésimas actuaciones, acartonadas, recitadoras de parlamentos, por lo que la trama, mínima y fragmentada, deviene más bien algo didáctico (el guion débil ya es costumbre en el cine costarricense).
Puesto todo en la balanza, se debe agregar el buen subrayado que recibe el filme con la música inteligente de Óscar Herrera. Resulta expresiva la sinergia habida entre música y fotografía, entre Herrera y Gustavo Brenes, respectivamente. Aquí, la directora encontró colaboradores óptimos para Dos aguas. |
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Vista la dicotomía del filme, mi voto crítico prefiere recomendar esta película, capaz de producir una importante seducción, gracias al concepto solapado tras la belleza expuesta de la Naturaleza toda.
Sin forzar la situación, Dos aguas bebe de aquella conocida frase de Auguste Rodin: “El arte es el placer de un espíritu que penetra en la Naturaleza y descubre que también esta tiene alma”. Este primer trabajo de la realizadora Patricia Velásquez merece nuestra asistencia a la salas de cine donde se exhibe. |
Dos aguas: Trailer
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DOS AGUAS
Título original:
Dos aguas
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por
William Venegas
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Gentileza de La huella del ojo
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