He aquí una película tan empalagosa, tanto, que me resulta más fácil tragarme una pelota de manteca de cerdo que digerir la trama de Cuando te encuentre (2012), muy mal dirigida por Scott Hicks.
Este melodrama así de cursi y fastidioso es como tener hambre y que, en lugar de comida, le apretujen a uno bicarbonato a montones. Su propia historia, si podemos hablar de que tiene “una historia”, es incoherente siempre y comienza desde la presencia militar de Estados Unidos en Irak.
Allí, un soldado llamado Logan (Zac Efron), en plena batalla, ve una foto de una muchacha en el suelo. Va a recogerla. Cuando lo hace, una bomba estalla donde él estaba antes. Con conciencia ingenua, Logan le atribuye a la foto las cualidades de un amuleto para su buena suerte.
Logan y la joven de la foto: esta idea se traga bastante metraje del filme. A su regreso a Estados Unidos, el soldado se propone encontrar a la muchacha y agradecerle la buena suerte. La foto no tiene ningún dato, o sea, es como encontrar una aguja pequeña en un enorme pajar.
Bien se dice que de la mano a la boca, se pierde la sopa. Mas no es así para Logan. A pie, el soldado encuentra a la joven, por allá, en una tienda de cuido y entrenamiento de perros.
Por si acaso, a Logan, lo acompaña Zeus, no el dios mitológico, sino un bello pastor alemán, perro noble.
Todavía es más fácil el asunto. En la tienda ocupan un muchacho para el trabajo fuerte. A Logan le dan ese trabajo, pero él es tan tímido que no se atreve decirle a Beth, así se llama la muchacha, que anda la foto de ella.
Beth (encarnada a medias por la actriz Taylor Schilling) tiene un hijo y es divorciada del alguacil del condado. Es todo. Lo que queda en un relato bastante dulcete con un enamoramiento aún más cursi entre Logan y Beth, mientras la fotografía se encarga de darnos paisajes otoñales, de almanaque, como paradigma de lo que sucede entre la pareja.
Hay un par de escenas eróticas en la misma onda: una debajo de la ducha, al aire libre, donde solo falta que se pongan a recitar versos de poesía amorosa de segunda. A la fotografía le corresponde una banda sonora que es la velita justa para el queque que nos estamos atragantando.
