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Carol (Reino Unido, 2015)
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Crítico de cine La Nación |
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He aquí una historia contada con mucha sensibilidad, con emotivo tono poético, con libertad erótica y con gran habilidad para diseñar personajes y sus ambientes. Es cine donde la amable sencillez del relato hace una hermosa película vitalista. Se trata del filme titulado Carol (2015), logrado con inteligencia, ternura y pasión desde la mirada de su director Todd Haynes, graduado en semiótica, lo que nos explica cómo dicho director pudo expresar tan bien no solo los acontecimientos, sino, sobre todo, los sentimientos desde un referente unívoco. Con la aguda visión de Todd Haynes, el filme es una profunda historia de amor vivida desde el contacto visual de sus personajes: dos mujeres que se aman desde el primer momento en que no pudieron eludir el mirarse una a la otra. El tránsito de esa relación amorosa con sus contradicciones, giros y perspectivas, esto es, la huella de esa mirada, se reproduce o extiende en una, otra y muchas más miradas que le dan cuerpo a una historia de ritmo pausado, pero sostenido, de fina progresión dramática, con elegantes formas y cálida pasión. Nada está distante en esta película. Tampoco nuestra mirada, porque ojeamos seducidos el significativo mirarse amoroso de esas mujeres. Para ellas, las palabras son solo una glosa de lo que se expresan mediante la vivencia orgánica de sus sentidos, incluida la amorosa entrega de la piel en unidad íntima. |
Sin duda que en Carol, la película, se potencian las soluciones visuales: incluso, son lenguaje erótico, como asunto glíglico, según el decir de Julio Cortázar en su novela Rayuela. De lo mencionado, podemos ubicar a este filme como melodrama: fórmula evocadora de sentimientos sin llegar a la tragedia interior. Con Carol, no es herejía alguna recordar el tratamiento que del melodrama hicieron directores como Douglas Sirk, estadounidense de origen alemán, y John M. Stahl, estadounidense de origen ruso. Son fuentes. En fin, Roland Barthes dijo que uno escribe con su cuerpo; pues entonces esta película se narra a sí misma con la mirada de sus personajes (desde el comienzo de la historia hasta su cierre). Para eso, es imprescindible contar con buenas actuaciones, porque si no la película se va a pique. La salvada está en el buen trabajo de las actrices Cate Blanchet y Rooney Mara: sus ópticas de sus propios personajes estructuran con firmeza lo narrativo (épico) y lo sentimental (lírico) de la película. Esa química excelente de dichas actrices está forjada con el rigor del señor director y ellas le responden bien en importante tarea: contar una historia sin prejuicios: es una historia de amor, punto, sin magnificar orientaciones sexuales, tal como lo pensó en los años 90 el llamado “New Queer Cinema”. Hay que rescatar el arte del encuadre en Carol, ejemplar, y también la dirección de arte. Arte más arte; aunque hubiese preferido una más esclarecida muestra de la sociedad represiva de los años 50 en Estados Unidos, implacable contra las minorías, que parece resurgir con algunos precandidatos presidenciales de ese país, ¡hoy mismo! |
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CAROL
Título original:
Carol
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por
William Venegas
cocuyos@racsa.co.cr
Gentileza de La huella del ojo
http://lahuelladelojo.blogspot.com/
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