Caballo de guerra
(EE. UU., 2011) Crítico
de cine La Nación |
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Plano a plano, Caballo de guerra (2011), dirigida por Steven Spielberg, es película bastante cabal, donde se maneja la tesis de que un elegante corcel puede ser más noble y menos estúpido que muchos seres humanos, sobre todo en tiempos bélicos (sucede durante la Primera Guerra Mundial). El caballo Joey no es solo el héroe de la historia, sino que es personaje omnipresente, a quien se le dedica más encuadres que a Hernán Jiménez en la cinta costarricense El regreso (2011). La verdad es que el caballo se los merece, porque el planteamiento de todas las situaciones gira alrededor de este valiente y linajudo equino. Definido este punto, el filme hilvana distintas historias por donde el caballo transite: cuando nace, cuando es comprado por una familia labradora, es llevado a la guerra, es recogido por una niña, nuevamente metido a lo más álgido de las trincheras, el reencuentro con el amo joven y el regreso anaranjado con una fotografía preciosista de un atardecer significante. La película es un canto de amor y respeto hacia tan noble figura (Joey como representación de todos los caballos). Su historia solo nos comprueba la habilidad que tiene Steven Spielberg para meternos, con fina manipulación, dentro de una fábula donde la visual es glosa perfecta del relato propiamente dicho. El hilo conductor de esta película es el caballo Joey. Con él, distintos cuentos son tejidos para –con esas partes– construir una sola historia de manera atractiva para el espectador. Spielberg nos demuestra que el cine es la manera más seductora para contar algo (por encima de la literatura). En efecto, dentro de lo más ampuloso del cine industrial, Steven Spielberg ha logrado desarrollar un estilo propio y eficaz que coloca sus trabajos dentro del llamado cine de autor, sin que Caballo de guerra sea, de ninguna manera, su mejor película ni el mejor referente “spielbergiano”.
Igual, el señor Spielberg es agudo titiritero y sabe manejar los hilos con respecto a lo que quiere lograr con la platea. Nos manipula. Su riqueza formal es también ganzúa para meternos –esta vez, otra vez– en un mundo “casi-cursi” durante determinados tramos del filme: sus excesos melodramáticos nos acercan a lo que identifico como pornografía sentimental. Hablo de que la cinta Caballo de guerra está hecha para que el espectador la valore con lo más emocional de los sentimientos y con lo más sentimental de las emociones, por lo que es filme arduo truculento. Es válido para el espectador, pero no para el crítico de cine, obligado a separar la paja del trigo.
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Dentro de esa necesaria “belleza” formal y con su cuidada puesta escénica (buen oficio con lo visual), el filme descuida las actuaciones, débiles todas, se agota con la incesante música del estadounidense John Williams (quien no se cesa de autoplagiarse), el ritmo se le desvanece desde el montaje y, después de todo, me sentí como ante una cinta de los estudios Disney, solo que muy bien hecha.
Caballo de guerra es película para ser gustada (¡y gusta!), pero no puedo definirla como excelente. De cinco estrellas, no me animo a darle más de tres: no lo me lo permite el análisis objetivo por encima del gusto personal. De cinco, con tres estrellas la dejo. |
Caballo de guerraTítulo original: War Horse EE. UU., 2011 Género: Drama Dirección: Steven Spielberg Elenco: Jeremy Irvine, David Thewlis, Emily Watson, Toby Kebbell, David Kross Duración: 146 minutos |
por
William Venegas
cocuyos@racsa.co.cr
Gentileza de La huella del ojo
http://lahuelladelojo.blogspot.com/
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