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Boyhood: momentos de una vida (2014) Crítico
de cine La Nación |
Dice el refrán: “Para hablar y comer pescado hay que tener cuidado”. Así es, “cuidado” debemos tener para hablar de la película Boyhood: momentos de una vida (2014), dirigida por Richard Linklater, realizador del todo intocable para la gran mayoría de críticos de cine y para los seguidores del cine independiente (“indie”). Tan simple como eso.
Los filmes de Linklater han contado con la devoción y fidelidad de los críticos, porque le admiran su afán de hacer cine prácticamente desprovisto de toda narrativa, algo así como ir a misa sin ropa.
Eso significa que Linklater se preocupa poco de las estructuras propias de un relato, o sea, no busca narrar una historia; aunque sí la narra y hasta desliza un discurso (digo). Muchos críticos prefieren creer que no lo hace, para venerarlo más.
También le elogian su aventura de filmar con escasos movimientos de cámara. Dicen ellos que Linklater solo muestra la vida tal y como es, tal y como fluye, al natural, ¡es la vida!
Vítores y más
Con Boyhood, filme de alargado metraje sin necesidad alguna, ha sucedido lo mismo. Los vítores de los críticos para Linklater son bulliciosos. Ahora le elogian que gastó 12 años en el rodaje de un drama con los mismos actores, como si esto fuese el más novedoso “toque experimental” del cine en toda su historia. |
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En concreto, Linklater filmó del 2002 al 2013 el crecimiento de un niño llamado Mason (encarnado por Ellan Coltrane). En la película lo que mejor pasa es el tiempo y son bien mostradas las crisis de la madre de Mason, quien va de un marido a otro, agredida. Pare de contar.
¿Necesariamente debe el cine contar una historia? Jean Epstein en su momento escribió: “Deseo filmes donde no ocurra ni nada ni mucho”; de acuerdo. Pero eso no da permiso para hacer un filme aburrido con el pretexto de lo “no-narrado”. Este es el camino más fácil para hacer cine y Linklater anda por ahí.
Imagino que la palabra “aburrido” pone a balbucir de enojo a la crítica académica. Pero eso es Boyhood, la verdad, porque es más interesante ver moverse el rabo de un cerdo que seguir la “no-historia” de dicha película.
¡Qué genio!
De ahí, excepto por Ethan Hawke, es evidente la mala dirección de actores. Hay música sin luz propia. La fotografía es insulsa. Los diálogos son superficiales (así, hasta cuando desprecian al expresidente de EE.UU., George W. Bush).
De destacar, sí, el montaje, porque deja al público reconocer las transiciones para el paso del tiempo y para evitar los altibajos en el compás del filme. Igual, están bien las recreaciones de distintas épocas con signos de cada una. “¡Como la vida misma!”, le elogian a Boyhood. Está bien, pero que al menos lo haga mejor (pensemos en Truffaut). Total, como decía Hitchcock, el público no debe pagar un boleto para ver “la vida misma”.
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BOYHOOD: MOMENTOS DE UNA VIDA
Título original:
Boyhood
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por
William Venegas
cocuyos@racsa.co.cr
Gentileza de La huella del ojo
http://lahuelladelojo.blogspot.com/
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