En el Principio...
Increada semilla
el arcano del águila.
Antes que la materia y el caos
espíritu con alas el pájaro.
En un temblor del cosmos
arrojado Luzbel de lo Alto.
En el eterno transmigrar del alma...
Como ángeles
de Lucifer y del Hijo:
el águila y el cóndor.
Como arquetipos...
De la sombra y del rayo
estos colosales pájaros.
Anterior a las tinieblas y al sol
estalló una Semilla desde el albor.
Por el orbe
la Trinidad y sus raíces.
Floreció la simiente en Verbo...
Y en obscuridad Satán se transformó.
¡Como escudriñar!..
¿Cuándo el enigma:
es ecuación y círculo?
¡Qué misterios elucidar!..
¿Cuándo el Innombrado
es hacedor y abismo?
1
Habitó la Luz en las Tinieblas...
Soles ambos:
y ecos de un mismo canto.
Al eterno deambular
arrojado el taciturno hombre.
Bien y mal:
cuando el águila
sus alas agitó.
Ni corona ni espinas
el dionisíaco sino del hombre.
No hay pecado ni redención:
sólo el infernal fuego del Creador.
El huevo rompe un ave:
y en el cosmos nace, Dios.
El Acto:
era puro fulgor.
A sí mismo se engendró.
Fue fragmento y antinomia.
Y Luz de la creación.
Gira todo
en torno al Eterno.
Las creaturas de lo alto.
Las infernales:
del umbroso Hades.
Perenne fue el devenir del universo...
Sombrío calvario:
la soledad del hombre.
2
El Hombre...
En su noctámbulo sino:
parió ángeles y demonios.
¡El hombre!
¿ Cáscara de un átomo?
¿Polvo en el infinito?
¿El demoníaco rostro de un espíritu?
El hombre...
¿Un obscuro concepto?
¿Una imaginaria paradoja?
Cual metafísico animal...
En la cruz del madero:
abandonados sus huesos.
¿Qué es el hombre?
La mística huella:
que un águila borró.
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