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Un desastre nacional |
Es cierto que estamos haciéndolo frente a las inclemencias del tiempo pero, también es muy cierto que somos culpables de lo que nos sucede. Hace años, en nuestro país existe un abuso con la tala de años a vista y paciencia de todas las autoridades del país. Por un puño de cincos, los inspectores se hacen de la vista gorda mientras esto está sucediendo. En ocasiones, solo se dice que el gobierno no dispone de presupuesto y los camiones cargados de madera, circulan a sus anchas por nuestras carreteras. Igualmente, se les permite a quienes tienen pocos recursos económicos a que construyan sus viviendas en las márgenes de los ríos, sin tomar en cuenta las graves consecuencias que esto significa. ¿Adonde están las municipalidades? Teniendo una infraestructura débil en nuestras carreteras que además, no tienen mantenimiento preventivo, al presidente José María Figueres se le ocurrió de un plumazo volarse a los ferrocarriles que transitaban por pendientes y laderas más estables. Solo eran ferrocarriles lo que transitaba. Con algunas excepciones durante el invierno, presentaban derrumbes, que rápidamente eran corregidos. Con este plumazo, tiró a las débiles carreteras del país, todo el tránsito de carga que transportaban los camiones articulados de tránsito pesado y no se preocupó por darle mantenimiento y estabilidad a los suelos que soportaban el peso constante del tránsito. Desafortunadamente, el mal continúo cada vez peor. Ahora, nos complicamos cada vez más, pues el mantenimiento no existe, no se revisan las alcantarillas ni los drenajes laterales de la carretera, ni los puentes, donde ya hubo pérdida de vidas humanas. En verano, todos los encargados de la obra pública, se echan al olvido. Entonces, en nuestro país, las carreteras son de verano y no del invierno. De feria, con bombos y platillos, el presidente Óscar Arias apura obras inconclusas para inaugurarlas dejando puestas placas con su nombre, que ahora, se pierden en el lodo. Las concesiones de obra pública han tenido fallos inmensos. Son un problema al que la presidenta Laura Chinchilla tendrá que ponerle atención, si no quiere que nos derrumbemos por completo. En esto existen culpables y ellos están repitiendo en el gobierno, la verdad, no sé ni porqué, pues si es un gobierno nuevo, debería de olvidarse de todo lo añejo y traer gente de su confianza y renovada. Tener ministros cuestionados, no es agradable ni saludable para el país. Por ahora, lo único que defiende el gobierno es que, las lluvias tormentosas causan estas desgracias que padecemos sin que para nada se tome el fracaso de la obra por concesión pública. Veamos ejemplos. La radial Escazú-Alajuelita, y San José-Caldera ni se diga, obras que sirvieron para llevar a la casa a doña Laura, pero que a la hora de la hora, no le dejó el dinero para las compras. Cuántas veces los ingenieros de Lanamme sugirieron que muchas cosas no se hacían bien y hasta el mismo Colegio de Ingenieros de Costa Rica llamó la atención. Sin embargo, pudo más el EGO y la terquedad. Sin duda, los responsables del gobierno anterior no cumplieron, pero curiosamente, continúan en el gobierno de dona Laura. A todos ellos, lo mismo que a los funcionarios de Autopistas del Sol se les debería llamar a cuentas y sancionar las responsabilidades que tengan. Hay que investigar, doña Laura, y no cobijarlos con la lluvia. Recuerde que usted, señora presidenta, está haciendo las cosas bien y tiene el apoyo popular. A pesar de que no le dejaron dinero, sacúdase. No permita que se le llene de pulgas su administración. |
Dr.
Eliseo Valverde Monge
La Prensa Libre (Costa
Rica) - 4 de octubre de 2009
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