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Matrimonios imposibles |
En nuestro país se cierran las puertas de
las Instituciones del Estado cada vez que grupos de homosexuales tratan
de abrirlas con el pretexto de matrimonio homosexual. No es de extrañar,
pues la homosexualidad nunca ha sido bien vista en Costa Rica y aunque
se alegan derechos para esa unión, de nada valen, en un país que
respeta la Constitución. El “matrimonio” homosexual no tiene cabida
en esta tierra. Los niños tienen derecho a una familia y a un
matrimonio normal. Las barreras discriminatorias contra los
homosexuales, a pesar de sus alegatos de que la sociedad progresa, no
son válidas. El derecho de la sociedad en este país propone el
matrimonio como la unión de un hombre y una mujer, porque los niños
deben garantizarse la mejor familia posible. No es cierto que por
aceptar creencias religiosas “que nos imponen”, a los homosexuales
se les nieguen los derechos civiles que existen, pues ellos pueden
registrar públicamente la unión íntima con otra persona, como se hace
en otros países, sin alterar las costumbres de la mayoría de los
costarricenses, ni la Constitución Política de esta nación. No es
posible la insistencia contra algo que riñe contra el bienestar público.
A lo que sí no puedo estar opuesto, como médico y como persona, es al respeto y la protección que las personas homosexuales deben tener. Yo personalmente tengo amigos y muy buenos, que son homosexuales. Eso es diferente. El matrimonio es otra cosa. El estilo de vida cada quien lo escoge. Además, los homosexuales pueden casarse con los mismos derechos y obligaciones que los heterosexuales; eso nadie lo podría impedir, siempre y cuando se trate de una persona del sexo opuesto. De hecho ha sucedido. Hace poco leí la historia de un famoso músico que siendo homosexual, por circunstancias especiales, me imagino, quiso estar casado con una mujer. Contrajo nupcias con dos señoritas elegantes y respetadas de su época. La primera, que sabía de su condición, al poco tiempo lo dejó. La segunda, ignoraba que él era homosexual y estuvo casada largo tiempo hasta llegar a enterarse de su homosexualidad. También, lo dejó. Sin embargo, que contrajera matrimonio, nadie se lo impidió. Ahora, que un homosexual se queje de discriminación, porque no lo dejan casarse con alguien del mismo sexo, es como si un polígamo se quejara de discriminación porque no lo dejan casarse con varias mujeres, o un promiscuo con varios y varias a la vez. En esta vida, si queremos caminar correctamente, todo está muy bien hecho para unos y para otros. Entonces, no existe discriminación, pues la ley es igual para todos y la sociedad tiene un modelo de matrimonio que ha demostrado su eficacia durante siglos. Qué tiene que andar, ante tantas barreras de vida, una diputada de la Asamblea Legislativa metiéndose en asuntos imposibles, sea, abogando por algo que no puede ser, si ella, independientemente de la vida que lleve, por razonamiento y preparación, tiene que saber que casar homosexuales (del mismo sexo, hombres o mujeres), por ahora y creo que por siempre, será un experimento social inédito, que hasta donde yo tengo conocimiento, no lo ha implantado ninguna civilización. Ahora, algunas minorías quieren estar nuevamente como en la antigüedad, cuando los griegos aceptaban la homosexualidad y algunos hasta la fomentaron, pero eso sí, claros y entendiendo que el matrimonio era exclusivo entre un hombre y una mujer dispuestos a tener hijos y formar una familia. Me parece que la Sala Constitucional de Costa Rica entiende muy bien que una cosa son las prácticas sexuales de los ciudadanos y otra muy distinta, la familia. En nuestro país a la homosexualidad nunca se le ha relacionado con el matrimonio y así piensa la inmensa mayoría de la población mundial. Científicamente, nunca ha existido una razón que acepte la unión de homosexuales. Las uniones matrimoniales del homosexual Emperador Adriano con Antinoo, por más “amor” que exista entre homosexuales, no serán vistas en Costa Rica. La Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Convención Americana de los Derechos Humanos, deduce que solo el matrimonio constituido por personas de distinto sexo es constitucional. En nuestro país a la homosexualidad nunca se le ha relacionado con el matrimonio y así piensa la inmensa mayoría de la población mundial. Científicamente, nunca ha existido una razón que acepte la unión de homosexuales. |
Dr.
Eliseo Valverde Monge
La Prensa Libre (Costa
Rica) - 10 de diciembre de 2009
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