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Indigentes en las calles
Escrito por Dr. Eliseo Valverde Monge
eliseovalmon@hotmail.com

La indigencia es un problema que se vive en todo el mundo, en los países pobres y en los ricos. La mayoría de ellos fueron o son alcohólicos o drogadictos y, lógicamente, unos están más enfermos que otros. La mayoría perdió el trabajo y después perdieron a la familia, quienes siempre hicieron todo lo posible por rescatarlos y así evitar que vivieran en la calle. El indigente se arrincona en cualquier lugar de la ciudad donde duermen, algunos a la intemperie, solo bajo la protección de un alero, en cajas de cartón y unos pocos debajo de los puentes o búnkeres atestados de drogas. La mayoría hacen sus necesidades fisiológicas en las mismas calles y en los parques públicos, y debido a su mal olor y aspecto físico sufren rechazo de la sociedad. El indigente sufre cuando, por adicción a las drogas, se adentra en un callejón sin salida que no le depara nada bueno.

Si quieren bañarse, usan las fuentes de los parques a vista y paciencia de miles de personas, riendo unos, asustados otros que no saben qué hacer con esta conducta. Algunos buenos samaritanos les dan algo de comida, pero en su gran mayoría tienen que encontrarla en los basureros de las ciudades, pues necesitan algo para llevarse a sus bocas. El indigente es un problema, primero porque es totalmente improductivo y en algunos casos está enfermo de la mente y no mide los problemas. Entonces, con tal de conseguir quién le dé una limosna, se van a las calles y avenidas de mayor tránsito, adonde arriesgan sus vidas y ponen en serios compromisos a los conductores de vehículos. Pero el colmo, en muchos casos, “sinvergüenzas” se aprovechan de ellos y los conducen en sillas de ruedas entre las hileras de los automóviles solicitando ayuda económica, la cual para en sus bolsillos. Esto sucede bajo la tolerancia de las autoridades de Tránsito, municipales y la Fuerza Pública. El indigente sufre, pues muchos son atacados por grupos de personas que los insultan y los golpean, algunas veces ocasionándoles la muerte. Claro que un país como el nuestro existen organizaciones que les brindan ayuda, entre ellas las Municipalidades que tienen centros donde pueden llegar a dormir, otros les dan una comida, otros les dan ropa pero, ¿solucionará eso este problema tan serio de nuestra sociedad? No lo creo. Me parece que muchas de estas personas llegaron a la calle no por vagos sino por jóvenes inexpertos que quisieron experimentar con drogas y se enfermaron. Por eso bien harían los diputados aprobando con responsabilidad el atraque en nuestros puertos de barcos de la Marina norteamericana con droga decomisada y narcotraficantes para que sean juzgados y no que, por falta de pruebas, los Tribunales los dejen libres. Nosotros no podemos hacer con nuestros guardacostas el trabajo que ellos hacen con su equipo. Los señores diputados lo saben. Pensemos que todas las personas en el mundo deben tener una familia, un hogar a dónde llegar. Los padres, en especial, esperamos siempre un milagro; muchos se van de este mundo sin lograrlo. Seamos conscientes del problema y luchemos por una pronta solución llevando a cabo campañas que les permita a estos seres humanos poderse rehabilitar. Se hacen campañas para todo en nuestro país, menos para ellos. Un teletón completo debería ser para ellos, cuyos fondos permitan construir campos donde puedan ser desintoxicados y aquellos que aún se puede, devolverlos a la sociedad como personas productivas de una nación que, como la nuestra, está siempre en marcha ascendente hacia el progreso. Cada uno de los indigentes quiere algo que el resto de nosotros también queremos: Amor y Comprensión.

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