La
ciudad de San José es altamente contaminada por el ruido que produce un
tránsito desordenado y mal planificado, que desde tempranas horas de la
mañana nos molesta, en especial, en algunos sectores de calles y
carreteras angostas. El ruido de motocicletas con escape libre, pitos y
motores de carros en algunos tramos de tránsito lento, es insoportable en
las famosas horas pico. La contaminación se agrava mucho más con la
ampliación de vías, sirenas de las unidades de emergencia, pitos de los
trenes y la bulla generada en las nuevas construcciones de la ciudad de
quince y más pisos de altura. Sin embargo, a pesar de tanta contaminación,
es poco o nada lo que se puede hacer en un país que se encuentra en
constante modernización y crecimiento, excepto una cosa: educar a los
conductores de vehículos para que no utilicen innecesariamente los pitos
y usen únicamente el carril que les corresponde, para lo cual, el MOPT,
debe señalar muy bien con pintura reflectiva y de buena calidad todas las
calles y avenidas. Con sólo esa medida de señalización horizontal, nos
evitaríamos las agresiones, los insultos y los accidentes que no hacen más
que indisponer y atrasar el tránsito fluido.
El sonido constante de un pito, no sólo es molesto, sino que además,
produce efectos fisiológicos y psicológicos nocivos para las personas o
grupo de personas. En ocasiones puede ser tal el extremo, que podría
llegar a perjudicar la integridad física, en forma permanente, del
habitante urbano. El oído que únicamente puede soportar ciertos niveles
máximos de ruido, eventualmente podría ser superado (Por encima de los
120 dB), lo que sería un grave trastorno. En pocos años, los habitantes
de la ciudad pueden presentar pérdida de la audición y exceso de
irritabilidad. Si por exceso de ruido nuestra comunicación hablada se
interfiere, la convivencia humana sufrirá notablemente y no podremos
concentrarnos, tendremos insomnio y pasaremos cansados el resto del día.
En poco tiempo, las enfermedades del corazón aparecerán, lo mismo que
las del sistema nervioso. El número de locos por nuestras calles será
cada vez mayor. Para comenzar a disminuir el estado de contaminación sónica
ambiental, Riteve debe ser más estricto con los escapes de motocicletas y
motores ruidosos que existen por todo lado y no solamente, la contaminación
de gases.
La contaminación, cualquiera que sea, es un veneno que mata lentamente.
Somos los seres humanos los principales culpables de esta terrible
realidad, uno de los problemas más grandes y peligrosos existentes en el
planeta, ya que al destruir la tierra y su naturaleza original, terminamos
por destruirnos a nosotros mismos.
Nuestra ciudad capital en muy pocos años se ha transformado en una
verdadera selva de cemento adonde abunda el caos, la anarquía y la
contaminación. Gracias a que tuvimos un alcalde, don Johnny Araya que se
preocupó tanto por mejorar parques y hacer bulevares, estamos mejor, pues
de otra forma, la contaminación seria peor. A él se debe que la
contaminación sónica en el centro de la ciudad sea menor y de hecho,
quienes transitamos esas calles y avenidas, lo notamos caminando con menos
estrés.
En los hogares, en las escuelas y los colegios es adonde se encuentra la
educación de nuestros hijos. Es ahí el lugar para tratar y orientar
acerca de los daños que la contaminación sónica puede causar en nuestro
organismo. Soluciones hay.
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