El país lindo, serio y valiente donde tuve la dicha de nacer, está cambiando. Resulta que ahora en Costa Rica sentirse inseguro y tener miedo, es normal todos los días, pues para nadie es un secreto que desde que amanece, hay asaltos a mano armada, crímenes pavorosos e irresponsables accidentes con pérdidas de vidas humanas en todo el territorio nacional. En la frontera norte, Daniel Ortega se hace el gato bravo con la invasión de tierras que son muy nuestras, en tanto el gobierno se muestra débil o temeroso, sin que los ticos reclamemos, o peor, sin que le prestemos importancia a un irrespeto grave a nuestra soberanía nacional.
La policía de fronteras anunciada por nuestra Presidenta, quien dijo que sería fuerte y bien equipada para imponer el orden en las fronteras, combatir a narcotraficantes, ladrones de ganado y secuestradores, al parecer, de La Base de Murciélago no ha salido por falta de presupuesto. La autopista a Caldera apresurada a ser terminada para las elecciones e inaugurada con bombos y platillos, por don Óscar Arias, sigue dando problemas con sus derrumbes, hundimientos y mentiras de los concesionarios, mientras se espera nuevamente, el invierno costarricense. La Asamblea Legislativa, otrora cuna de grandes, honorables y ejemplares hombres que enaltecieron al país, ahora una bancada titubea oponiéndose a que el señor Rodrigo Arias, candidato de Liberación Nacional, sea investigado por tráfico de influencias, escándalo en el que el Fiscal General de la República, está siendo investigado por los magistrados de la Corte Suprema de Justicia.
Parece mentira que los diputados oficialistas, que deberían ser hombres y mujeres ejemplares y respetables, estén trastabillando en esa bajeza. Hasta dónde quieren llevar al país estos señores y nuestros gobernantes con su grupo de seguidores conformistas, si no es más que al mismo lugar, donde se han escalabrado varias naciones, en las que la vida no es apreciada, sin respeto a los derechos humanos y sin paz. Además, estamos cada vez más cerca de las peligrosas fauces del camino de las dictaduras, donde un “lobo” con el dedo, señala a su protegido, sin importarle únicamente su bienestar. ¡Cómo quisiera que los costarricenses pongamos nuestras barbas en remojo y exijamos el cambio! Eso sí, que sea pronto. |