La niña
tendrá
su mortaja
de claveles blancos,
flores de moralidad dudosa
que desmienten
el color que portan,
porque escaparon de
“lo clavel”
que vio pasar Marosa.
Velaremos
como oscuros conspiradores
con negras lenguas de ahorcados.
El cartero esperará en la esquina
el final de los ritos.
Trae postales,
enviadas desde un bosque.