El amor
entre orquídeas vestidas de organza
es un misterio
que mira
las certidumbres
del mar.
Y
su orgasmo
de pétalos devorados
llueve
sobre la mirada atónita
de cebúes poco asertivos,
ignorantes de su giba,
fieles custodios
de una divinidad
pasiva y acuosa.
Los acantilados de honor
se perfuman
con los bisbiseos
del goce.