La rabdomancia siempre ha sido cuestión
controvertible, pues es de aquellos
fenómenos desesperantemente escurridizos
que oscilan entre la verdad y la ficción.
Los escépticos se burlan diciendo que es
ilógico y ridículo, científicamente
imposible. (Los robdomantes, a su vez, dicen
que, aerodinámicamente, los abejorros no
podrían volar.) Los Geólogos afirman que
en muchos lugares es posible encontrar agua
en cualquier parte que uno perfore.
Entonces, replican los rabdomantes, ¿por
qué ellos descubren agua en lugares donde
los Geólogos de profesión no la
encuentran?.
Veamos el caso de New Sharon, pequeña población del Estado de Maine, donde el agua era tan escasa hasta el verano pasado que los residentes no podían bañarse sino una vez por semana. En cinco años la población gastó
180.000 dólares, recibidos en préstamos del gobierno, en estudios geológicos y en cavar pozos profundos que invariablemente resultaban secos. Como última esperanza, los
funcionarios municipales contrataron a un rabdomante profesional por 500 dólares. Armado de su varita adivinatoria, aquel hombre encontró en poco tiempo un manto. Al cavar en el sitio indicado, el pozo empezó a dar toda el agua necesaria.
También es notable el caso de la clínica Shoreline, en Essex ( Connectitut). Tal centro se estaba acabando de construir en 1975 a costo de un millón de dólares, pero los Ingenieros no conseguían sacar agua suficiente de cuatro pozos perforados en sitios que hidrológicamente se consideraban prometedores en extremo. Un Rabdomante de la localidad ofreció sus servicios.
Siguiendo la tensión de su ahorquillada varita adivinatoria, hecha de fibra de vidrio, se dirigió al fondo del terreno ocupado por la clínica y allí la varita se dobló súbitamente hacia la tierra. Un equipo de perforación se puso a trabajar, y al poco tiempo había un nuevo pozo, que rendía 75 litros por minuto: agua en abundancia para abastecer a la nueva clínica.
“El que la ciencia no pueda explicarla, no quiere decir que la rabdomancia no opere”, dice Baum.
“En la tierra todavía estamos rodeados de misterios que en la actualidad son imposibles de explicar”.
La práctica de la rabdomancia o hidroscopia se remonta a
miles de años.
Un cuerpo de arqueólogos franceses encontró en la cordillera del Atlas, en África del Norte, una pintura rupestre de hace 8000 años que muestra un rabdomante, varita adivinatoria en mano, rodeado de un grupo de mirones. Es posible que la idea de la varita de virtudes se haya iniciado con la vara para encontrar agua. Algunos eruditos afirman que el arte ya se practicaba en los tiempos bíblicos. Cuando en el desierto Moisés hizo brotar un manantial de roca al golpearla con su vara, ¿no estaría en realidad aplicando la rabdomancia?.
Si bien la varita ahorquillada ha venido a ser el instrumento clásico de hidroscopia, a lo largo de los tiempos se han empleado para el efecto muchos objetos diversos: barbas de ballenas, una pata de cabra, alicantes, hojas de hierba y hasta las manos desnudas. Hoy algunos rabdomantes prefieren varillas de plástico, de metal o de fibra de vidrio, porque son más suaves al tacto que una rama de árbol. ( Se dice que la rama ahorquillada reacciona a veces en forma tan violenta que las manos del adivinador quedan enrojecidas y estropeadas, y que
la corteza de la rama se desprende.)
Sin embargo, la virtud no está en el instrumento, sino en quien lo usa. Consciente o inconscientemente, es el adivino o adivina quien mueve la varita.
La rabdomancia se utiliza para otras muchas cosas, además de descubrir agua. Desde hace mucho tiempo los fontaneros se han servido de “localizadores de cañerías”, o sea de varitas adivinatorias gemelas en forma de “L” hechas de alambre torcido que parecen separarse una de otra o juntarse al hacerlas pasar sobre cañerías enterradas. Algunas empresas de servicios públicos emplean rabdomantes para localizar cables telefónicos, cañerías maestras y líneas de energía eléctrica antes de empezar a excavar en algún sitio. En Vietnan, ciertos cuerpos de ingenieros de las divisiones primera y tercera de la infantería de Marina de los Estados Unidos, se sirvieron con éxito de perchas de colgar ropa, debidamente dobladas, para localizar los túneles, trampas y minas colocadas por el enemigo.
Los científicos soviéticos están usando activamente la rabdomancia, que ellos llaman el método biofísico (MBF) para detectar vetas metalíferas, corrientes subterráneas y petróleo. En una conferencia, celebrada en Praga en 1973, el profesor
ruso Alexander Bakirov informó que el MBF ha demostrado su indiscutible utilidad para la cartografía geológica al determinar las zonas con fisuras y las de contacto geológico, y al localizar zonas mineralizadas. “Con su ayuda, la prospección de yacimientos es más eficaz y el costo de las perforaciones se reduce” , ha dicho.
¿Tiene esta habilidad base fisiológicas? En Estados Unidos el
físico Zaboj Harvalik comprobó que muchos rabdomantes son inconscientemente sensibles a las leves perturbaciones del campo magnético de la tierra. En el curso de sus pruebas, ha hecho atravesar al sujeto por un rayo electromagnético de poca intensidad, que se puede conectar y desconectar. Los rabdomantes particularmente sensibles reciben de aquel rayo, al parecer, ciertas “ Señales hidroscópicas”. Pero fallan cuando se les cubre alguna parte del cuerpo (la región renal o la cabeza, por ejemplo) con una hoja gruesa de cobre de aluminio.
Esto indica la existencia de sensores magnéticos en esa parte, y de un “transformador de señales” en el cerebro, el cual trasmite la orden para las contracciones sub liminales de los músculos de los brazos que mueven la varita. Explica Harvalik:
“La varita se mueve no porque tire ella alguna fuerza desconocida, sino porque ciertos individuos perciben un cambio en la profundidades de la tierra”.
Con todo, se necesita alguna otra explicación para la rabdomancia “a distancia” o “cartográfica”. En uno de los casos más famosos de que se tiene noticia, documentado en 1950 por kenneth Roberts, autor
norteamericano de novelas históricas, el rabdomante Henry Gross desplegó un mapa de las Bermudas en casa del escritor en Kennebunkport (Maine). En seguida, pasando su varita adivinatoria sobre el mapa, marcó tres lugares en la isla de Bermuda donde se encontraría agua dulce, a pesar de los geólogos estaban convencidos de que allí no la había. El Gobierno del archipiélago accedió a suministrar equipo de perforación, y en abril de 1950 los tres pozos abiertos en los sitios indicados había producido agua .
Uno de ellos suministran a por sí solo un caudal total de 239.840 litros diarios.
“La rabdomancia es un fenómeno parasicológico”, asegura Karlis Osis, de la
Sociedad Norteamericana de Investigación Síquica. Afirma que opera porque el hombre inconscientemente conoce muchísimas cosas que están más allá del alcance normal de la conciencia; y las conoce quizá a través de 75 por ciento de su capacidad cerebral que al parecer no utiliza en la vida diaria. Parte de esos conocimientos profundamente escondidos en la mente, tal vez se filtre indirectamente en el campo de la conciencia mediante ligeros cambios fisiológicos denunciados por movimientos musculares y por un indicador como varita adivinatoria.
La sociedad norteamericana de rabdomantes compuesta de 1400 creyentes sinceros, pertenecientes a distintos niveles sociales (Maestros, granjeros, médicos, amas de casa ).
Se reune todos los años en setiembre, en su sede de Danville (Vermont), diminuto caserío a 65 kilómetros al sur de la frontera con Canadá. Allí, en el otoño pasado, para poner la cuestión a prueba, preguntamos al robdomante Bob Ater si podría localizar el pozo que hay en nuestra finca de Connecticut, a más de 500 kilómetros de distancia.
Nos pidió que le dibujarámos un croquis de la propiedad, con todos sus edificios. Cuando se lo mostramos, nos preguntó: “¿Y los cimientos viejos que hay aquí ?”
Por un momento pensamos que se equivocaba... pero luego recordamos que, efectivamente, hay en la finca una vieja losa de Hormigón, ya cubierta por la hierba, donde existió un garage hace 30 años. Y la agregamos al croquis.
Ater tomó un lápiz, que, según nos explicó, para él hacía las veces de varita adivinatoria, lo sostuvo sobre el mapa y luego bajó la mano y marcó un claro circulito... exactamente donde está el pozo de nuestra casa.
Después añadió “ Parece haber aquí algo que sale de la casa” , y dibujó una línea como una culebrita desde la casa hasta la terraza.
Nos quedamos con la boca abierta.
En efecto, allí habíamos dejado la manguera del Jardín ... y precisamente en ese punto la encontramos cuando volvimos a nuestro hogar dos días después.
Por Emily y Per Ola D’Aulaire - Condensado del
“Saturday Evening Post" - Extraído de la revista
Selecciones del Reader’s Digest
Robdamantes, hombres del futuro para ayudar a la Humanidad a ubicar agua para las Futuras Generaciones.
Cada Molino en un campo, es una reserva de agua para el Futuro, con un valor como un pozo petrolífero actual.
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