Colabore para que Letras - Uruguay continúe siendo independiente |
Fray Marcos Donati y Fray Moisés
Álvarez |
En la Iglesia del Convento San Francisco Solano de la ciudad de Río Cuarto, exactamente en la cripta del antiguo Templo cerca del Presbiterio se encuentran sepultados donde duermen el sueño eterno, los restos de Fray Marcos Donati y Fray Moisés Alvarez. |
|
Fray Marcos Donati. |
Después de haber ocupado en ministerio parroquial los primeros años. El gobierno de la Nación y de Córdoba así lo comprendieron, nombrando al rector Padre Fray Marcos Donati en 1867 comisionado oficial para que aumentara con más religiosos el colegio de propaganda Fide en Río Cuarto. El Padre Fray Marcos Donati se embarcó en marzo del mismo año para Roma, tomando allí viaje de regreso el 12 de agosto, con diez compañeros y llegó a Río Cuarto el 22 de noviembre de 1867. Los nombres de los nuevos misioneros eran: RR. PP. Fray Pío Betivoglio, Fray Constantino M. Longo, Fray Guillermo Zelli, Fray Quirico Porreca, Fray Mario Dalnegro, Fray Ludovico Quaranta, Fray Antonio Cardarelli, Fray Benito Tessitori, Legos Fray N. Benvenuto y Fray Domingo Bedomni. Así la comunidad contó con 20 franciscanos cuyos sacrificios habían de contribuir eficazmente a la conquista de estos desiertos. *No bien designado Prefecto de las Misiones, 1868, Fray Donati también se propuso llevar su misión a los ranqueles, para lo cual recibió ayuda económica de la Nación, se puso en contacto con los caciques ranqueles Mariano Rosas y Manuel Baigorrita. *(Revista Quarto Rio de la junta de Historia Municipal Nº 9 Noviembre 2007. Lic Inés Farías) . Compañero del Coronel Lucio V. Mansilla, donde visita la frontera del río Quinto, 1869, y forma parte en 1870 de la comitiva en la célebre excursión a los indios ranqueles, Bautiza y reza misas en Tierra Adentro, dedicó su celo a la civilización de los indígenas y rescate de los cautivos mereciendo que se le llamara “ El Apóstol de la Pampa y Redentor de Cautivos” De regreso redacta la “Relación”, describiendo las vicisitudes del azoraso viaje. El distinguido fraile establece con la Prefectura en Villa Mercedes, 1872. Acompañó comisiones de indios varias veces a Buenos Aires, el padre Marcos Donati fue el intermediario entre las damas de la Sociedad y los cautivos del poder de los indios según prueban numerosos documentos del archivo del Convento San Francisco Solano de Río Cuarto. Dos veces más entró Tierra Adentro, los ranqueles lo consideraron su embajador y padre espiritual. Con su influencia, tesón, ahínco y apostólica conducta en las misiones logró el rescate de 295 cautivos. Después de la conquista del Desierto, hasta 1894, siguió catequizando indios en su querida pampa. Poco antes de partir para Buenos Aires, a donde fue llevado para ser sometido a una operación quirúrgica, y no volver más, pronunció estas palabras ante sus hermanos: “ Gracias a Dios, entramos a la Pampa con honor, y salimos de ella con el mismo honor; ya no hay indios: todos son cristianos”. “El Señor ha bendecido el esfuerzo de nuestra comunidad franciscana y podemos reposar tranquilos con la conciencia del deber cumplido y llenado fielmente nuestros deberes” “Sigamos trabajando para reformar las costumbres de los cristianos para gloria de Dios y salvación de las almas” Fueron las últimas palabras que el Apóstol pronunció en Río Cuarto. Después de sufrir una larga y penosa enfermedad, falleció a los 64 años en Buenos Aires, en el Hospital Militar, el 8 de Abril de 1895, lo que causó una gran conmoción y tristeza de miles de riocuartenses y habitantes de toda la región El gobierno nacional dispuso que se preparara el cuerpo, los médicos realizaron un proceso de embalsamamiento (rápido) del cadáver: le inyectaron reactivos que asegurarían su conservación por un buen tiempo, y tributándole honores debidos sólo a los beneméritos de la Patria, ordenó que se le diera una honrosa sepultura. El 11 de abril sus restos fueron traídos desde Buenos Aires con custodia de honor a la ciudad de Río Cuarto, recibido con grandes honores nacionales, provinciales y municipales, la estación de ferrocarril estaba repleta; se encontraban altas autoridades, banda de música y formación parada del ejército donde rindieron sentidos honores, junto a una multitud concentrada en la ciudad y miles ubicados en las calles del Boulevard Julio Argentino Roca, acompañaban el féretro con los restos del Padre Fray Marcos Donati, hasta el Convento San Francisco Solano de Río Cuarto, muchas flores y lágrimas a su paso. Aborígenes presentes que el había convertido al cristianismo lloraban su partida, y ahí estaban con su gran congoja despidiendo a su padre espiritual que tanto los había amado y defendido. En la capilla ardiente los padres Fray Quírico Porreca y Juan Gigena con emocionadas palabras despedían al padre Fray Marcos Donati para luego bajarlo en la sepultura a la cripta del antiguo templo cerca del presbiterio, estimándose ocupa el lugar donde hoy actualmente se encuentra el órgano. Con el derrumbe, la escalinata de entrada se llenó de escombros, los que penetraron hasta cubrir el interior. Puestos a la tarea de volver a comenzar las obras y levantar la nueva iglesia, los costos para la remoción total de los restos de mampostería, ladrillos y cemento, hicieron imposible la tarea de reabrirla, optándose por sellarla, aquí yace y duerme en el sueño eterno para siempre, junto a Fray Moisés Alvarez y a todos aquellos sacrificados misioneros fundadores. Quizás la ciudad entera aún esté en deuda con la esplendorosa labor de este Sacerdote. Los indios lo amaron, en homenaje a su memoria, a una lagunita que media entre El Tala y Santiago Pozo, camino de Villa Mercedes a la Pampa, impusieron el nombre de “ Laguna del Padre Marcos”. Así también en la ciudad de Río Cuarto, el Honorable Concejo Deliberante le destinó a su memoria el nombre de una calle para que sea recordado por las futuras generaciones. |
Los Misioneros entre los indios Ranqueles llevando la palabra de Jesús |
Fray Moisés Álvarez Sacedote franciscano. Nació en la Villa de los Ranchos, Curato del Río Segundo, Provincia de Córdoba, Argentina. En 1838. Hijo de José Ignacio Álvarez y María Burgos. Ordenado sacerdote en Córdoba en 1861. Se incorporó en 1867 al Convento San Francisco Solano de la Ciudad de Río Cuarto. En 1868 es Cura y Vicario, Prefecto, discreto, maestro de escuela y de coristas, director de conferencias morales y cronista, después. Junto con el Padre Marcos Donati acompañó al Coronel Lucio V. Mansilla en su célebre Excursión a los ranqueles en 1870. Volvió en 1872 Tierra Adentro con Fray Tomás Gallo. Elegido Prefecto de Misiones en 1874, se estableció en el fuerte Sarmiento. Capellán de las compañías de indios a inspector de racionamientos, desarrollando una abnegada labor en beneficio de los ranqueles. Escribió la “Crónica del Convento de San Francisco Solano de Río Cuarto” desde su fundación hasta 1882. Después de su larga y distinguida trayectoria por su labor misionera y de paz entre los indios Ranqueles fallece en Río Cuarto el 16 de junio de 1882, su muerte se produce de manera súbita, un ataque cerebral apagó su voz mientras predicaba el sermón del Santísimo Sacramento desde el púlpito durante la misa. Sus restos reposan debajo del actual y nuevo Templo del Convento San Francisco Solano de la ciudad de Río Cuarto, en la cripta hoy sellada para siempre, junto a Fray Marcos Donati y varios hermanos de la congregación que vinieron en aquella época a evangelizar estos desiertos. También en la ciudad de Río Cuarto, el Honorable Concejo Deliberante, le destinó a su memoria el nombre de una calle para que sea recordado por las futuras generaciones. |
Cartel identificatorio de calles ubicadas en la ciudad de Río Cuarto en Homenaje a Fray Marcos Donati y Fray Moisés Álvarez. |
Un poco de Historia 2 de marzo de 1868, otro como tanto de los peores malones en contra de la Villa de la Concepción. El cacique Mariano Rosas (Paguithrugor) atacó con 2.000 guerreros; la población estaba prácticamente indefensa, una brutal desolación y desesperanza se adueño de los sobrevivientes y las escenas de pánico y dolor que se vivieron resultaban indescriptible por su salvajismo. ( F. “ Reseña Histórica de Río Cuarto” Alfrredo Vitulo Tomo 1- Edición 1947.- ( Las Fechas del Imperio – Walter Bonetto 2009- 29 de abril de 1868, Desde la Villa de la Concepción de Río Cuarto el Prefecto de las Misiones Franciscanas “ Fray Marcos Donati” envía una carta al Cacique Mariano Rosas en Leubucó, solicitando y poniendo todos los servicios para llegar a tierras del Cacique y practicar entre aquel pueblo la doctrina cristiana, además de trabajar fervorosamente por la paz y ofreciendo sus servicios con sincera amistad. ( F. “ Historia De Río Cuarto” Víctor Barrionuevo Imposti – Tomo 3- Pág. 144).- ( Las Fechas del Imperio – Walter Bonetto 2009.- *El cacique Mariano Rosas hace saber al Prefecto de las Misiones, Fray Marcos Donati , que no podrá realizar misiones mientras los indios estén en guerra con el Gobierno; por eso, se empeñará largamente en lograr un tratado de paz. El misionero se identifica con los indios a los que aspira a evangelizar y traza un proyecto, el de una reducción. “... un lugar que sea propiedad de los indios,... que les haga perder la inclinación por la vida nómada; para que ayudados, progresen cultivando la tierra, plantando árboles que den frutos, etc. Sólo de este modo sentirán amor por la propiedad”. Sus gestiones son pacientes e incesantes, ante la cámara de Diputados, el Comandante de la Frontera Sud, Coronel López; ante su sucesor, coronel Elías; viaja a Buenos Aires y habla con el ministro de culto y con el propio Presidente Domingo Faustino Sarmiento; insiste ante el gobierno de Córdoba y el de San Luis; intuye que la fuerza militar del gobierno de la Nación se arma para atacar a los indios y reclama al gobierno nacional. Revista *(Quarto Rio de la junta de Historia Municipal Nº 9 Noviembre 2007. Lic Inés Farías) |
Niños y mujeres, indios Ranqueles - "Tarea Misional Fray Marcos Donati y Fray Moisés Álvarez " año 1870) |
Arribo del Coronel Lucio Victorino Mansilla a Río Cuarto El Martes 18 de enero 1869, los riocuartenses se encontraban alegres, como si fuera un día festivo. Una banda militar, ejecutaba en la plaza notas marciales para recibir con algarabía a las once y media de la mañana, arribaba a la Villa de la Concepción con su Batallón 12 de línea, junto al cual venía el nuevo jefe de la Frontera Sur, el Coronel Lucio V. Mansilla, el Presidente Domingo Faustino Sarmiento, le había dado la misión de extender la Frontera Sur desde el río Cuarto al río Quinto. Mientras esperanzados vecinos y público en general desplegaban banderas dando la bienvenida al nuevo comandante. No era para menos las poblaciones de aquel entonces estaban como sentenciadas por los ataques de los malones, lo que se torna en una verdadera desgracia de la época que amenazaba toda esperanza de progreso. Su objetivo era llegar al corazón de sus territorios y tolderías con intenciones de Paz lo que no era fácil ni sencillo. El Cacique general de los ranqueles Mariano Rosas, en respetuosa carta fechada en Leubucó el 29 de noviembre de 1869, dirigida al Reverendo Padre Fray Marcos Donati, le recomienda diga al Coronel Lucio V. Mansilla se haga cuanto antes el Tratado de Paz; que al efecto envía a su hermano mayor Chenquenao a Río Cuarto, debidamente autorizado, lo que se efectuó de acuerdo con el señor Presidente de la República, quedando pendiente de la aprobación del Congreso. A sus efectos fue enviado el capitán don Martín Rivadavia a Leubuco. Meses más tarde, el cacique Ramón Cabral envió también a su propio hermano Líconao a ésta en prenda de amistad enfermándose aquí de viruela, muy grave, siendo solícitamente atendido hasta su completa curación. Con la eficaz colaboración de la comunidad franciscana, muchas demostraciones de mutua consideración consiguieron suavizar el ambiente ranquelino para el cristiano, lo que sirvió de base de ulteriores operaciones estratégicas y tácticas militares, cuya manifestación de realidad con ventajas positivas para el ejercito cristiano, se concretaron en gran medida el 31 de marzo de 1870 al internarse 19 conquistadores entre oficiales y soldados en rumbo desconocido desde el fuerte Sarmiento. La pequeña expedición desarmada estaba a cargo del valiente Coronel Mansilla y formaban parte de la misma los Frailes Franciscanos. RR. PP. Marcos Donati y Moisés Alvarez, dispuestos al sacrificio de sus vidas en cumplimiento de su augusta misión. El Coronel Lucio V. Mansilla con su peculiar gracejo, cuenta que al partir la expedición le dijo al Padre Marcos Donati: “Padre, ud. Cuide de mi alma que yo defenderé su cuerpo”. La pequeña expedición que no superaban las veinte personas penetró las tierras del temido y respetado Cacique Mariano Rosas. El Coronel Mansilla en su obra “ Una excursión a los indios ranqueles” defina claramente su objeto”... el deseo de ver con mis propios ojos ese mundo que llaman tierra adentro, para estudiar sus usos y costumbres, sus necesidades, sus ideas, su religión su lengua, e inspeccionar yo mismo el terreno por donde alguna vez quizás tendrán que marchar las fuerzas que están bajo mis órdenes: he Ahí lo que me decidió no ha mucho y contra el torrente de algunos hombres que se decían conocedores de los indios a penetrar hasta sus tolderías...” “Tengo en borrador el “croquis topográfico”, levantado por mi de ese territorio inmenso, desierto, que convida a la labor, y no tardaré en publicarlo, ofreciéndoselo como una memoria a la industria rural. Más de seis mil leguas he galopado en año y medio para conocerlo y estudiarlo. No hay arroyo, no hay un manantial, no hay laguna, no hay un monte, no hay médano donde no haya estado personalmente para determinar yo mismo su posición aproximada y hacerme baqueano, comprendiendo que el primer deber de un soldado es conocer palmo a palmo el terreno donde algún día ha de tener necesidad de esperar”. Así desapareció el velo que cubría hasta entonces, la tenebrosidad del desierto, en que habían estrellado expediciones legendarias como la del general don Emilio Mitre en 1858, que retrocedió después de haber estado en Chamalcó corazón del imperio ranquelino, ignorando el terreno en que pisaba, fundamento del desastre. Solo se redujo a que más tarde, el coronel Vedia, avanzando de leguas, estableciera algunos fortines. “En 1869 El Coronel Mansilla se encuentra con una comitiva de indios enviada a Río Cuarto, por el Cacique Mariano Rosas, para hablar de paz, trayendo consigo un caballo con pelaje totalmente blanco que le regalaban al Boticario de la Villa. Como Comandante militar Lucio V. Mansilla ordenó matar el caballo en la plaza de la Concepción y despachó de inmediato a la comitiva de indios rechazando en duros términos la nota enviada por el Cacique. Había considerado inaceptable que los infieles quienes eran ladrones de caballos tuvieran aquella osadía”. ( F. “Historia de Río Cuarto” Víctor Barrionuevo Imposti – Tomo 3- Pág 148.- ( “ Las Fechas del Imperio” Walter Bonetto.- 2009.-
Expedición del Coronel Lucio V. Mansilla |
Pero nada tan conmovedor y grande, para los corazones lacerados por el infortunio del cautiverio que la presentación de un sacerdote por primera vez en plena Pampa revestido de sagrados ornamentos blancos. Así en el grandioso lienzo de
Leubucó, rodeaban al Cristo crucificado cristianos e infieles. Después de vencer graves dificultades por la desconfianza ingénita de la indiada, reagravada por los agoreros de Leubucó que señalaban grandes males para su futuro con la llegada del “ Gualicho” (diablo o hechizo) personificado en el coronel Lucio V. Mansilla y su pequeña expedición. Los Jefes indios lo reciben con recelo, pero a poco de conocer al padre Marcos Donati, le ofrecen su sincera amistad. La actitud persuasiva y prudente de los padres misioneros fue de gran valía en aquellos supremos momentos. |
|
Sector actual de la nueva iglesia, debajo donde está el órgano, se encontraba la Cripta del antiguo Templo y allí se encuentran sepultados, donde duermen el sueño eterno los restos de Fray Marcos Donati y Fray Moisés Álvarez. |
Terminadas las presentaciones obligadas y conferencias para el sello definitivo del Tratado de Paz, según entendían los caciques ignorantes de las prescripciones de la Constitución Nacional, el día 13 de abril, se dispuso celebrar una misa, la primera en aquellas latitudes en pleno centro de salvajes. Ofició el Padre Marcos Donati siendo ayudado por el Padre Moisés Álvarez y el Coronel Mansilla, en presencia de numerosos infieles. Le oyeron muchas cautivas con sus hijitos en brazos, que llorosas oraban con devoción, a lo que después los misioneros levantaron el ánimo celebraron un matrimonio y fueron bautizados 18 niños y uno de éstos en Leuque, donde moraba el cacique Manuel Baigorria (Baigorrita), hijo de éste, poniéndosele el nombre de Lucio Victorio; y la otra en Leubucó, hija del cacique general Mariano Rosas, cuyo nombre de pila María. Llegó el día señalado para la asamblea general que debían formar personajes de significación del imperio ranquelino, a la que también asistió el Coronel Mansilla, en nombre y representación del presidente de la República, acompañado de los franciscanos Fray Marcos Donati y Moisés Alvarez. Afirman las crónicas que duró nueve horas la famosa asamblea, bastante agresiva, a punto de ser tumultosa en parte que al fin pudo ser dominada por el representante del gobierno con la presencia de espíritu. Por fin se hizo la paz y la expedición comenzó con sus preparativos de regreso, saliendo rumbo al norte por la rastrillada a Carrilobo, La Verde hasta Laguna del Bagual. Desde aquí bifurcóse la expedición en dos grupos: El jefe con cuatro compañeros rumbo al oeste tocando las aguadas de Overamanca, El Chañar, Lonconatro y otras, (A) (Al recibir aquéllos la orden de formar dos grupos, de los cuales el más numeroso seguiría por el camino conocido del Cuero, y el más pequeño, encabezado por mí, tomaría el desconocido de la laguna el Bagual, algo como un tinte de tristeza vagó por sus fisonomías. Nadie replicó, todos corrieron a disponer lo referente a la marcha nocturna. Pero yo comprendí que más de un corazón sentía vivamente separarse de mí; no solo esa simpatía secreta, que como vínculo une a los hombres, sea cual fuere su posición respectiva, sino por ese amor a lo desconocido y esa inclinación genial al combate y a la lucha, propia de las criaturas varoniles, que hace apetecible la vida, cuando ella no se consume monótonamente en la molicie y los placeres. Cumplidas mis órdenes y escritas las instrucciones correspondientes en una hoja del libro de memorias del mayor Lemlenyi, se formaron los dos grupos determinados. Me despedí de éste, de los franciscanos, de Ozaroski, de todos, en fin, repetí, como lo hubiera hecho un viejo regañón y fastidioso, varias veces la misma cosa, monté a caballo y eché a andar seguido de los cuatro compañeros que componían mí grupo. El de Lemlenyi me precedía. Los caballos que montamos estaban frescos, de modo que trepamos sin dificultad a la cresta del médano, por la gran rastrillada del norte. Una vez allí volvimos a decirnos adiós. Lemlenyi y los suyos tomaron el ramal de la derecha, y yo tomé el de la izquierda, que seguía el rumbo del poniente). (A) Lucio V. Mansilla (una excursión a los indios ranqueles) hasta llegar a Villa Mercedes, donde dio cuenta de su cometido al superior jerárquico, general don José Miguel Arredondo. El resto de la expedición, al mando del Mayor Lembeny, continuó por Loucowaca rumbo derecho para llegar al fuerte Sarmiento. “El 18 de abril de 1870 Fray Marcos Donati y otros integrantes de la excursión al territorio de los indios ranqueles llegan de regreso a la Villa de la Concepción luego de haber incursionado y trabajado con éxito en el interior de las tolderías. ”. ( F. “Historia de Río Cuarto” Victor Barrionuevo Imposti – Tomo 3- Pág 148.- ( “ Las Fechas del Imperio” Walter Bonetto.- 2009.- Así terminó esta operación estratégica feliz que habría de ser fecunda por sus resultados ulteriores para la conquista del desierto, suceso que ocupa puesto culminante en la Historia Argentina.
*< El Coronel Lucio V. Mansilla, en sus escritos que dieron la vuelta al mundo en el libro “ Una excursión a los indios ranqueles” |
El padre tenía su imaginación llena de las ideas de los gauchos que han solido ir los indios por su gusto o vivir cautivos entre otros. Consideraba mi empresa la más arriesgada, no tanto por el peligro de la vida, sino por la fe púnica de los indígenas. Me hizo sobre el particular las más benévolas reflexiones, y por último, dándome una muestra de cariño, me dijo: “ Bien Coronel; pero cuando usted se vaya, no me deje a mí, usted sabe que soy misionero”. Yo he cumplido mi promesa y él su palabra. *(3) (Pág. 25). Después de hablar Achauentrú conmigo fuese a conversar con el padre Marcos y su compañero fray Moisés Alvarez, joven franciscano, natural de Córdoba, lleno de bellas prendas, que respeto por su carácter y quiero por su buen corazón. *(3) (Pág. 26). Y les pedí a los padres, les hicieran comprender que aquellas ideas eran justas y morales. *(3) ( Pág. 27). |
|
Placa Homenaje a los Misioneros Franciscanos que descansan en la Cripta del antiguo Templo |
Las mulas que llevaban las cargas de charqui y regalos para los caciques daban muchísimo trabajo. Por huir del peligro caían a cada paso en él. Una de ellas llevaba los ornamentos sagrados de mis amigos los franciscanos, y ellos y yo íbamos con el Jesús en la boca, esperando el momento en que gritaran: Cayó la mula de los padrecitos, que así llaman los paisanos cordobeses a los frailes. *(4) (Pág. 32). Los buenos franciscanos intentaban dormir, rendidos por la fatiga del día y de la noche anterior que quien no ha hecho a bragas, las costuras les hacen llagas. *(10) (Pág. 58). Antes de ponerme en marcha resolví dejar las mulas atrás. Caminaban sumamente despacio por lo mucho que había llovido y era un martirio para los franciscanos seguirlas al tranco; el Padre Moisés no es tan maturrango, pero el Padre Marcos no hallaba postura cómoda. *(12) (Pág. 68). Podía descansar un buen rato, lo que les haría mucho bien a los caballos y a mis queridos franciscanos. Mandé a desensillar. El Padre Marcos me miró como diciendo: ¡Loado sea Dios!, que sin estos berenjenales me mete también me ayuda. *(12) (Pág. 72). ¡Sí sí! Dijeron los franciscanos al oírle los oficiales y demás adláteres-, ¡que cuente un cuento el Coronel! *(12) (Pág. 72). Padre Marcos cuando lleguemos a Leubuc, confiéseme ese mentiroso. Con mucho gusto contestó el buen franciscano, siempre dulce, atento y amable en su trato. *(14) (Pág. 82). Me desperté al ruido de los soldados que señalaban toldos acá y acullá. La curiosidad me puso de pie en un abrir y cerrar de ojos. Los franciscanos y los oficiales hicieron lo mismo. *(14) (Pág. 84). Ver indios, indios, eso es lo quisiera decían los franciscanos; y yo les replicaba: Tengan paciencia, padres, que quién sabe si no es para un susto. *(14) (Pág. 85). Ya debían estar prevenidos. Y aquí me detengo hoy. Mañana te contaré los percances del resto del día en que los franciscanos queridos no ganaron para sustos. *(14) (Pág. 85). Hasta donde era posible me daba por no apercibido de estas amabilidades, que llegaron a alarmarme seriamente, cuando vi que un indio lo atropelló al padre Marcos, pechándolo con el caballo, en medio de un grito estentóreo, cariño que el reverendo franciscano recibió con evangélica mansedumbre, a pesar de haber andado por las gavias, lo mismo que su compañero, el padre Moisés, que simultáneamente era objeto de otra demostración por el estilo. *(16) ( Pág. 93). Llegaron dos indios y mi lenguaraz, diciéndome que avanzara. Y Bustos haciendo que los franciscanos me siguieran como a ocho pasos, se puso a mi izquierda diciéndome: Vámos marchamos. *(16) ( Pág. 95). Bustos me dijo: Salude a los indios primero, amigo, después saludará al cacique y haciendo de cicerone, empezó la ceremonia por el primer indio del ala izquierda que había cerrado el círculo. Consistía ésta en un fuerte apretón de manos, y en un grito, en una especie de hurra dado por cada uno de los indios que iba saludando, en medio de un coro de otros gritos que no se interrumpían, articulados abriendo la boca y golpeándosela con la palma de la mano. Los frailes, los pobres franciscanos, y todo el resto de mi comitiva hacían lo mismo. Aquello era una batahola infernal. *(16) ( Pág. 96). ¡Gran virtud es la conformidad! Me resigné a mi suerte. Filosofábamos con los frailes; y como Dios es inmensamente bueno, nos inspiró confianza, y concediéndonos un sueño reparador, nos permitió dormir en el suelo desigual, lo mismo que en un lecho de plumas y rosas.*(16) (Pág.98). Los franciscanos como de costumbre, habían hecho sus camas muy cerca de mí. Así dormíamos siempre. Yo se lo había recomendado. La abnegación generosa de estos jóvenes misioneros, su paciente conformidad en los peligros, su carácter afable, su porte siempre comedido, sus mismas simpáticas fisonomías, todo, todo lo que constituye la persona física y moral, inspiraba hacia ellos una fuerte adhesión. Se concibe, pues, que unido a estos sentimientos el deber que tenía de cuidarlos, tratara de tenerlos constantemente a mi lado. Cuerpo sano en alma sana es roncador. Los reverendos roncaban a dúo, haciendo el padre Moisés de tenor y el padre Marcos de bajo profundo. Estuve tentado algunas veces de hacerles alguna broma, pero debían estar tan fatigados, que habría sido imperdonable arrancarles a un sueño que, si no era interesante, debía ser agradable y reparador. No pude continuar durmiendo. *(17) (Pág. 99). Los franciscanos me sacaron de estas reflexiones dándome los buenos días y sentándose en la rueda del fogón, que convidaba con sus hermosas brasas. Después los padres, se levantaron y ocuparon sus puestos los oficiales, y la conversación se hizo general, ponderando todos si excepción alguna lo bien que habían dormido. Los padres no necesitaban jurarlo. *(17) (Pág. 100). Todo el resto de ese día pasaron incesantemente indios, del norte para el sur, del sur para el norte. Todos se detenían, se acercaban, nos miraban y luego proseguían su camino. Algunos conversaban largo rato con mi gente. Los franciscanos eran siempre los más solícitos en dirigirles la palabra, y en ofrecerles un trago de un botellón de cominillo, que no se cómo no había volado ya. *(17) (Pág.102 – 103). Al rato, cuando ya se iban, uno de ellos fue a pasar por entre los dos franciscanos que estaban descansando en el suelo como dos varas uno de otro. Gritele con voz de trueno, saltando furioso sobre él para sofrenarle el caballo y empuñando mi revólver, dispuesto a todo: ¡Eh! ¡no sea bárbaro! no me pise los padrecitos! Y el hombre que no había sido indio sino cristiano, sujetando de golpe el caballo, casi en medio de los padres, contestó: yo también sé. y si sabes pícaro, por qué pasas por ahí? No les iba a hacer nada repuso. |
¡ Con que no les ibas a hacer nada, bandido! Calló dio la media vuelta, les habló a los indios en su lengua, sugiriéndole éstos, y se alejaron todos, habiendo pasado los pobres padres un rato asaz amargo, pues creyeron hubiese habido una de pópulo bárbaro. *(17) (Pág.104). Llené sus indicaciones, y mi comitiva formó en batalla, poniéndome yo con los frailes al frente en el orden de antes. Los pobres frailes, encomendando su alma a Dios, me seguían lo más cerca posible. Uno de los frailes rodó y salió parado. *(22) (Pág. 129). Y querían hacer esto, no solo conmigo, sino con todos los que me acompañaban, inclusive los dos reverendos franciscanos, Santos varones, incapaces de arrancarle las alas a una mosca. *(24) (Pág. 136). Después que fui saludando, cumplimentando y felicitando, me pidieron permiso para hacerlo con los franciscanos, que por el hecho de andar a mi lado, de ver mis atenciones con ellos y, sobre todo, porque llevaban corona, eran reputados mis segundos en jerarquía. Los franciscanos contestaron evangélicamente, ofreciendo bautizar, casar y salvar todas las almas que quisieran recurrir al auxilio espiritual de su ministerio. *(24) (Pág.137). ¡adelante! ¡adelante! ¡caballeros! – dije mirando a mis oficiales y a los dos franciscanos, que estaban hechos unas pascuas, sonriendosé con cuantos los miraban -: Vamos a saludar a Mariano. *(25) (Pág.142). Los franciscanos no fueron obligados más que a dar la mano lo mismo mis oficiales; lo propio mis asistentes. Muy cerca de una hora tardamos en abrazos, salutaciones y demás actos de cortesanía indiana. |
|
Capitanejos Ranqueles con oficiales de visita - "Tarea Misional Fray Marcos Donati y Fray Moisés Alvarez" año 1872 |
Población Ranquelina su Extensión y Límites
En carta fechada en Leubucó el 25 de octubre de 1872, dirigida al Padre Fray Marcos Donati, el Cacique Mariano Rosas le escribía; “ Agradezco todo lo que hacen los PP. por los pobres indios y estoy dispuesto a hacerles comprender que más vale para mí la influencia de un sacerdote que el poder militar. Los reverendos Padres Moisés Alvarez y Gallo, comisionados para el tratado de paz y recomendados por su Santidad (Padre Donati), podrán explicarle mejor con respecto al arreglo hecho y transigido por ambas partes. Padre he querido ser generoso y he aceptado la paz, exceptuando algunos artículos que no he creído convenientes; se los explicaré a Su Santidad.
Hubo más acontecimientos y cartas con la intervención de los Frailes Franciscanos, siempre mediante tratado de paz de llegar a un buen entendimiento, sus trabajos eran infatigables que terminaron por no respetarse.
Carta de Gregoria Freytes a Fray Marcos Donati. |
Eduardo Tyrrell : Trabajo de Recopilación de Datos y Fotos, noviembre 2009 |
Ir a índice de América |
Ir a índice de Tyrrell, Eduardo |
Ir a página inicio |
Ir a mapa del sitio |