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La “Florencita”, de casi 12 años, es una espuma blanca en el paisaje riocuartense.
Vive con su madre en una casa de calle Cabrera de la ciudad de Río Cuarto.
Nacida el 16 de agosto de 1909, el padre de Florencia Ordoñez caballero abandona a la niña y a la madre.
Quiere la leyenda que la madre vestirá a su hija de blanco de la cabeza a los pies para ofrecerla a la Virgen.
Juntas acuden a misa diariamente en el Convento San Francisco Solano de la Ciudad de Río Cuarto (Iglesia San Francisco).
A los 14 años de edad, el 23 de enero de 1924, muere la niña, un culto popular y al año siguiente es trasladado el cadáver desde su enterramiento, en el “ Cementerio sector de los “pobres” hasta una fracción del sector de los “ricos”, de la entrada unos metros a la derecha.
Viera usted, ¡ está intacto el cuerpito ¡ repite la madre. Es la Virgen que la ha santificado.
La momificación de un cadáver no es excepcional pero la historia personal y la devoción de la madre esculpen el mito.
A partir de entonces, los visitantes encienden velas, colocan flores y lápidas, y le piden favores, iniciándose un culto popular a su persona que se prolonga hasta nuestros días.
Se cuenta que una familia muy católica y de cierto poder en la ciudad, emparentada con la niña, procuró sin éxito enervar (debilitar) el culto popular.
Centenares de placas adosadas al monumento testimonian que la “Florencita” sigue siendo el centro de veneración popular en el Cementerio de la Concepción de Río Cuarto.
Fuentes:
Libro: Puro y Fresco de Río Cuarto Tenaglia y otros providenciales ( Lionel
Gioda). |
