El día que cayó un tren al Arroyo Santa Catalina - Estación Holmberg Provincia de Córdoba, Argentina |
Santa Catalina es una Comunidad Rural ubicada a 12 Km al sudoeste de la Ciudad de Río Cuarto, Provincia de Córdoba, Argentina. Cabecera del Departamento del mismo nombre. |
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12 de diciembre de 1933 |
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La devoción y el respeto por esta joven Santa se manifiesta en toda su intensidad todos los 30 de abril, conmemorando su prematura muerte. |
Estación Holmberg Sin embargo, esta localidad es más conocida por el nombre de su legendaria estación ferroviaria: Holmberg. Fue inaugurada el 20 de octubre de 1875, junto con el tramo ferroviario entre Río Cuarto y Villa Mercedes ( San Luis ). Aquí también el ferrocarril fue la semilla de civilización, particularmente en torno a sus estaciones. Así es comprensible que en esta y en muchas otras comunidades, se identifique aún hoy la localidad con el nombre de la estación ferroviaria que le dio origen, trabajo y bienestar. |
Se llamó así por el Coronel Eduardo Kaillitz, Barón de Holmberg ( 1778- 1853 ), de nacionalidad
austriaca, quien colaboró estrechamente con Manuel Belgrano y José de San Martín desde su llegada a nuestro suelo en 1812. |
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5 de Diciembre de 1939 - Fotos tomadas por el Sr. Revelli donde inmortalizó este día trágico |
El Arroyo Por entonces y a raíz de las lluvias extraordinarias, el caudal del arroyo hizo ceder las bases del puente ferroviario que finalmente cayó durante esa madrugada. |
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Placa recordatoria Puesta en la estación de Ferrocarril de la Localidad de Holmberg en Homenaje a su empleados ( enviada por ferrocarriles Argentinos) |
La tragedia en 1939 |
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Barril vacío con destino a Mendoza, la mayoría de ellos fueron llevados por la gran correntada arroyo abajo. |
Holmberg. Lunes 4, a las 3 hs . a.m. Un Sargento despierta toda la compañía del Batallón de Arsenales José María Rojas . Rápidamente 200 soldados se ponen a trabajar para salvar materiales y otros elementos de las márgenes del arroyo Santa Catalina, que se ha desbordado. La tarea es ardua porque el arroyo sigue creciendo impetuoso como nunca se ha visto. A las 4.40 a.m. se oye un gran estrépito en el curso del arroyo, hacia el límite exterior del Arsenal. En la negrura de la noche se lanzan a la carrera aguas abajo, hasta el puente ferroviario. Lo que se temía ha ocurrido. El puente ferroviario ya no está. Se ha derrumbado. Enviar un Mensaje Hay que avisar urgente a la estación Holmberg, dos kms. Más al sur, por si algún tren estuviera por partir. Pero ante la urgencia, los minutos parecen segundos. Cuando el primer hombre llega corriendo a dar aviso a la estación , ya solo faltan dos minutos para las 5 a.m.. Brevísimo tiempo que se consume entre dar las explicaciones al perplejo jefe de estación y la desesperada comunicación telegráfica para detener el tren que a las cinco, debe partir de Río Cuarto , a solo 12 kms. En Río Cuarto, el receptor telegrafista no alcanza a salir de su estupor cuando termina de recibir el mensaje y comprender la magnitud. El tren ya está en movimiento frente a sus ojos y ha pasado un grupo de señales que podría detenerlo. Hay una esperanza. Las señales de la playa de transferencia de cargas, unos tres km. Más adelante, pero otra vez ha de telegrafiarse al señalero. Cuando se termina de recibir el mensaje Morse, el tren acaba de pasar raudo con una señal de v1a libre hacia su destino fatal. Se vuelve a telegrafiar a Holmberg para comunicar los fracasos en detener el tren y allí se inicia una acción desesperada. Ir en automóvil hasta el otro lado del arroyo. El puente vial por ahora resiste a los embates de la crecida. Del otro lado quieren accionar el cambio de agujas manual, para desviarlo hacia el interior del Arsenal y poner detonadores en la vía. Pero también esto llegará tarde por unos segundos. El tren lleva un destino inexorable. Tampoco lo pararán los disparos de fusilería, ni los faroles de kerosene que agitan desesperados los soldados. Mario Tempertini es el maquinista y Juan Gómez el foguista. Incomprensiblemente hacen sonar persistente, el silbato para despejar la vía y la locomotora entra rauda en el leve declive, ya imparable hacia su destino fatal. El metal paralelo brilla delante de la máquina a la luz de las estrellas, y una breve pausa en el fulgor, muestra prístino la conclusión de un destino irrevocable. Trágico Final 5,17 a.m. marcaba el reloj de bolsillo que le encontraron a Claudio Harrán, hora en que la inmersión intempestiva, detuvieron el tiempo del reloj y de su dueño. Horas después, agarrado, agarrado fuertemente a un barrilito vacío, estaban sus restos en un recodo del río, ya manso y con apenas un hilo de agua, como siempre fue antes y después. Algo más tarde y unos kilómetros más adelante se encontraron los otros dos cadáveres. El hecho de no quedar atrapado entre los restos enterrados del tren, hace presuponer que en el último instante, se arrojaron al agua en un intento supremo de salvarse, aunque los vórtices de las aguas torrentosas impidan nadar. La locomotora quedó sepultada en el lecho de arena, por los impactos sucesivos de diecisiete vagones de carga que se le vinieron encima. |
Actual puente |
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Muro sur del nuevo puente, lindante al mismo aproximadamente a 7 metros se encuentra enterrada la locomotora. |
Volver a Empezar Algunos días después, la empresa ferroviaria Central Argentino emprendió los trabajos de despejar el río para reconstruir el puente. Los vagones fueron retirados desguazándolos en el lugar, pero la Locomotora, de la que apenas asomaba la chimenea en la superficie de arena , quedó allí para siempre. Era demasiado pesada para una grúa que por otro lado no tenía base de posicionamiento al faltar el puente sobre talud. Además la Locomotora era seguramente inservible para su reparación por lo que quedó a consolidar el lecho bajo del puente . Aseguran las gentes del lugar que durante años aún se veía la chimenea hasta que el hundimiento lento pero continuo la hizo desaparecer por completo. |
Para la ciudad de Río Cuarto se convirtió en un hecho épico. Con el paso de los años, se tejieron muchas leyendas a falta de menor conocimiento. Muchos creen aun hoy que en la cabina de la Locomotora quedaron enterrados los maquinistas. Otros aseguran que en las noches de tormenta se oye el silbato de un tren a vapor cerca del arroyo. Otros en fin, dicen que también quedó un vagón de carga en el que viajaban vagabundos que aun estarían allí. |
Agradecimiento |
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Don Pedro Ismael González |
Don Pedro Ismael, como se lo conoce en su pueblo, en la radio, televisión, y centros educativos donde lo invitan a que desarrolle todo lo que sabe. Lleva ese recuerdo muy en su interior igualmente de acontecimientos históricos en su lugar de nacimiento, podríamos decir que es el Historiador del su Localidad, hace treinta años por una enfermedad quedó no vidente, pero tiene un espíritu y fuerza interior que es de destacar. Vive feliz junto a su esposa y su hija que lo visita llevándole sus nietas que son su gran alegría donde pueden corretear en la ya centenaria vivienda. Eduardo Tyrrell: Trabajo de Recopilación de Datos y Fotos. |
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