Centenario de la Piedra Fundamental Inicio de la Construcción del Edificio del Teatro Municipal |
A comienzos del siglo XX, hacía ya largo tiempo que la sociedad Riocuartense clamaba por tener una sala de teatro. Por su estratégica ubicación Central, en la Ciudad convergían los caminos y los rieles que procedían de Córdoba, el Litoral y el puerto de Buenos Aires. De manera que las compañías y elencos en gira que trasponían el país, reclamaban obligadamente en Río Cuarto, plaza codiciada por los empresarios, viéndose forzadas a actuar en salas improvisadas que desmerecían su desempeño. Los primeros pasos para obtenerla se dieron en 1887 por parte de la Municipalidad con la compra de un terreno frente a la plaza General Roca con ese destino, pero a poco de andar las finanzas colapsaron y el proyecto se postergó. Debieron transcurrir casi quince años para que el Intendente Alfredo Boasi retomara la idea y encarara su concreción con fervor y energía. |
Vital para ello fue, sin duda , el altruismo del vecino Mariano Nicomendes Arguello , que el 13 de junio de 1904 ofreció a la Municipalidad un préstamo de 50000 pesos, en condiciones muy favorables, “para la construcción de un teatro”, y posteriormente, el 18 de octubre siguiente, la donación del señor Elías Moyano de “ un terreno de su propiedad ubicado en calle Constitución con el objeto que la Municipalidad construya en él teatro que se propone edificar”. Despejado el camino, el Intendente viajó a Buenos Aires a recabar la opinión de especialistas. El profesional elegido fue el genovés Juan Bautista Arnaldi, uno de los nueve arquitectos extranjeros que revalidaron su título entre 1878 y 1900, y al decir de Boasi “ uno de los arquitectos más acreditados en este género de construcciones en la Capital Federal ”. En efecto, en su haber tenía para mostrar la autoría de los teatros Onrubia, Victoria, de la comedia, Rivadavia Y el recientemente inaugurado Marconi, además de Iglesias y colegios en distintos puntos del país. Para confeccionar los planos pasó un presupuesto de 600 pesos y antes de 30 días el Consejo Deliberante los tuvo en su poder, aprobándose por medio de un acuerdo el 25 de enero de 1905, autorizando además al Departamento Ejecutivo el llamar a licitación para su construcción, con el único requisito de que el costo total no excediera la suma de 58000 pesos. No cabe duda que Alfredo Boasi anhelaba dejar en marcha la obra antes de ver concluido su mandato, en realidad su tercer período consecutivo al frente de los hermanos José y Guillermo Partelli, de reconocida solvencia, que cotizaron $ 56014,20; y el 9 de marzo, ante el escribano público Rosario Ortiz, se firmó el contrato de la obra. Para esos días estaban convocadas las elecciones municipales, más precisamente para el 12 de marzo. Al acto electoral concurrieron dos listas: la oficial
del Partido Autonomista Nacional que llevó como candidato a Emilio Pereyra Esquivel, y una opositora
donde se coaligaron cívicos nacionales y radicales postulando al joven abogado Carlos J Rodríguez. |
Grave Irregularidad |
Entrado junio se inició al fin la construcción, advirtiéndose ya que el plazo estipulado en el contrato para su terminación no iba a poder ser cumplido. Todos los meses se aprobaba y se abonaba un certificado parcial de obra, pero al llegar al mes de julio de 1906, llevándose invertidos 36.930,55 pesos, se agotó la partida presupuestaria y los trabajos se paralizaron. La tregua exasperó al redentor de “El Eco” Que el 22 de julio, mordaz, opinó: “Como una
efigie egipcia en el corazón del desierto de Libia se levanta, mudo, imponente, glacial, el Teatro Municipal en eterna construcción. No tendrá las proporciones colosales del olimpo y del Odeón, pero sí que se parece al teatro de los romanos en lo de la frase que ha pasado a la posteridad: “ Esto va a ser obra de romanos” y terminarán “ el día del juicio a la tarde”. Durante este tiempo ocurrieron sucesos inesperados pero por fortuna propicios . Aquél altruista vecino que había prestado los 50.000 pesos canceló la deuda, y la convirtió en donación. Contemporáneamente, al lado del teatro en construcción , en una casa baja con salón a la calle que todavía perdura, tenía instalado su negocio de fotografía Don Vicente Beccarini, un milanés que tuvo la plausible ocurrencia de montar su cámara sobre un trípode y tomar las vistas inéditas hasta hoy que ilustran esta nota, y que han llegado nuestras manos gracias a la generosidad de su nieta Magdalena Beccarini que reside en aquella ciudad Italiana. Al cabo de un año de permanecer detenida la construcción y considerando que con recursos genuinos no se podría continuar, la Municipalidad decidió el 22 de junio de 1907 para entonces ocupaba la Intendencia Rubén Agüero contraer un empréstito de 35.000 pesos, emitiendo acciones de 1000 pesos cada una, de las que muchas no se rescataron nunca. El importe de una acción se destinó para adquirir en Milán una parte de las decoraciones y la magnífica araña que hasta el día de hoy luce imponente en lo alto de la sala. Ritmo muy lento |
La Inauguración |
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