Ambrosio Olmos |
Ningún ser humano puede jactarse, a pesar de ser un triunfador en la vida, de no haber sufrido alguna vez un inesperado revés, por culpas propias o ajenas. Este fue el caso de Ambrosio Olmos, que residió veinte años entre nosotros, edificando aquí una colosal fortuna. Por ella trascendió y se lo recuerda, ocupando un lugar en los mitos y las leyendas populares. Pero no pudo zafar del ramalazo que le jugó el destino cuando obligado por las circunstancias aceptó la Gobernación de la Provincia de Córdoba. Nosotros nos hemos ocupado de evocar sus éxitos como comerciante y estanciero (véase “ Diario Puntal” del 31 de julio de 1992 y 30 de abril de 1996) y ahora lo hacemos recordando su dolorosa experiencia en el campo político, en el que nadie puede dejar de parecer las acechanzas que produce el poder cuando es ejercido de manera inescrupulosa. Ambrosio Olmos, de hispanocriolla prosapia, fue bautizado en la capilla de Dolores ( Valle de Punilla) el 6 de diciembre de 1839. |
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Ambrosio Olmos |
Llevaba para entonces en sus espaldas cuatro generaciones americanas. Se crió en un medio agreste, rural, en tierras de sus antepasados, donde no tuvo más acceso que una instrucción elemental en el seno de una familia empobrecida. Lejos estuvo la posibilidad de concurrir al Colegio Monserrat, donde se educan sus parientes cordobeses. De manera que al llegar a la mayoría de edad, sin títulos, ni relaciones, decidió establecerse por su cuenta en el extremo sur de la sierra que lo había visto nacer, en la Villa de Achiras, radicándose allí en 1861 con barraca de frutos del país. Lo que no se imaginó nunca fue que en adelante pasaba a formar parte de una sociedad liberal, pujante, que se estaba conformando en el sur de la Provincia y que pronto se enfrentaría con la tradicional y conservadora que permanecía en el norte enquistada en el poder, gozando de sus prebendas y reacia a los cambios que se avecinaban. En 1867 se traslada a Río Cuarto para abrir una casa de ramos generales que adquirirá pronto un importante giro comercial, pero sin abandonar la compra y venta de frutos del país, actividad que en la Argentina convirtió a mendigos en millonarios. A fin de año fue elegido “ Municipal”, su primer cargo público. En Río Cuarto trabó relaciones importantes con estancieros en el Club Social (Wenceslao Tejerían, Alejandro Roca), y con jóvenes oficiales en las unidades militares que guarnecían la frontera (Lucio V. Mansilla, Eduardo Racedo). Entre ellos estaba también Julio Argentino Roca, que durante su residencia de 5 años entre nosotros, elaboró el plan para ocupar militarmente el desierto, siguiendo una política de Estado que lo elevaría a la primera magistratura de la Nación. Hubo entre ellos una mutua admiración. Enrolados ambos en la misma corriente ideológica: el autonomismo nacional, no vaciló Olmos en presidir el comité Autonomista, instalado en la ciudad el 10 de mayo de 1879, cuyo comité central en la capital cordobesa fue el que después proclamó candidato presidencial al General Alejandro Roca. En el comienzo de los ochenta, elegido nuevamente “municipal” -fue presidente durante dos períodos- creó la Escuela Superior Municipal Graduada, laica y gratuita, dotándola de edificio propio, germen de la futura Escuela Normal. Se manejo siempre con acierto, prudencia y honradez. Estas virtudes no pasaron inadvertidas para el presidente Julio Argentino Roca, cuando el partido Autonomista Nacional debió postular en 1885 un candidato a gobernador de la provincia. El propio Presidente le ofreció el cargo, encontrándose en la disyuntiva de aceptarlo contra su voluntad o desairar al amigo. Así llegó, a regañadientes, a la casa de gobierno, el 17 de enero de 1886, consagrado por el Colegio Electoral para el trienio 1886 – 1889. En esa oportunidad el editor de “ La Voz de Río Cuarto” escribió: 2 Hoy es el Día designado para que los elegidos por el pueblo, nombren el ciudadano que debe regir los destinos de la Provincia... el Señor Ambrosio Olmos es la representación genuina de la honradez y el trabajo hombre pacífico, sin odios ni rencores políticos, gobernará puramente con los buenos. Los traficantes, los especuladores con los dineros del Estado, serán sus únicos enemigos”. El 17 de mayo de 1886, en el edificio del viejo Cabildo, prestó juramento como gobernador de la provincia de Córdoba, junto a su compañero de fórmula el Dr. José Echenique. Para entonces ya era un hecho la segregación del partido entre “ roquistas” y “juaristas” Para integrar su gabinete designó en la cartera de Hacienda a Wenceslao Tejerina, riocuartense como él; en cambio debió aceptar el nombramiento del Dr Ramón J. Cárcano en el ministerio de Gobierno, incondicional de los hermanos Miguel y Marcos Juárez. Estos últimos lo esperaban agazapados en la Sociedad El Panal, fundada cuatro meses atrás, aceitando las piezas para hostigar su gobierno. Pero Olmos cometió un error fatal que lo pagaría muy caro y lo sufriría también la provincia : dejar en la subjefatura de la policía de la Capital a Marcos N. Juárez, su futuro verdugo. En cumplimiento de un programa que había hecho público: reinició las obras del dique San Roque, confiando la dirección a los ingenieros Bialet Massé y Firmat: dotó a la capital de un gran parque público (actual Parque Sarmiento); construyo para el Bando de Córdoba el monumental edificio de su casa Central, con planos de Francisco Tamburini; sancionó la ley de colonización agraria (21. 7. 1886) que permitió el surgimiento de numerosas colonias y pueblos: comenzó la construcción de un teatro, cuyos planos también encargó a Francisco Tamburini, llamado ayer Rivera Indarte y hoy Libertador General San Martín. Durante sus casi dos años de gobierno, benefició al departamento de Río Cuarto con numerosas obras, de las que algunas hoy perduran: |
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Aprovechando la ausencia de su protector el general Julio Argentino Roca, en viaje a Europa, los “ juaristas” de El Panal, resuelven eliminar a Olmos de su cargo. Uno de ellos, Juan G Rodán, el 20 de marzo de 1888, lo acusa ante la cámara de Diputados “ de graves tentativas en unos casos y de delitos definidos en otros, cometidos en ejercicio de funciones públicas”. Por la liviandad de las imputaciones, no cabe duda que olmos fue víctima de una confabulación ideada por el despechado Marcos N. Juárez, en connivencia con su hermano Miguel, presidente de la República. La verdadera culpa de Olmos fue no designar en cargos públicos a “ juaristas”, ni recomendados por el partido, lo que hoy llamaríamos “ñoquis”.
Con un procedimiento plagado de nulidades, el Senado de la provincia y el presidente del tribunal Superior de Justicia, se constituyeron en corte Suprema y el 14 de abril de 1888 exoneraron del mando al gobernador Olmos. Para su defensa el acusado había llamado al Dr. Lucio V. López, que a pesar de su excelente labor profesional, no logró quebrar la injusticia que se estaba cometiendo. Después de la parodia judicial, Olmos y el Dr. López regresaron juntos a Buenos Aires, jurando la víctima no volver más a la ciudad que se preciaba de cuna del derecho en la Argentina y defensora de la religión católica. En el sur, en tanto, gobernantes y gobernados sintieron una vez más conculcados sus derechos ciudadanos, renaciendo antiguas deseos sus derechos ciudadanos, renaciendo antiguos deseos de escindirse y crear una nueva provincia, deseo por el que la prensa capitalina ya nos había tildado de “imperialistas” pero rápidamente reaccionaron los “juaristas” poniendo en práctica una conocida metáfora: “dividir para reinar”, y el extenso departamento Río Cuarto fue dividido en tres ( 14 de julio de 1888) reteniendo el nombre una de las partes y designado Juárez Celman y General Roca a las dos restantes. Ambrosio Olmos, de quien hoy se cumplen cien años de su fallecimiento, fue el primero y el último de los vecinos de río Cuarto que alguna vez ocupó el sillón de la gobernación de la provincia de Córdoba. |
Eduardo Tyrrell : Trabajo de Recopilación de Datos y Fotos, Diciembre 2007 |
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