Cuando una persona realiza algo que no se espera de ella, decimos que se le salió el cobre. En estos momentos en que la naciones Ngäbe-Bugle han salido a defender sus comarcas y con ellas a todo el ecosistema de la república de Panamá, un sector de racistas e ignorantes ha saltado para menospreciar en público a nuestros connacionales. Un ejemplo de ello lo encontramos en la glosa publicada el sábado 18 de febrero en el periódico La Estrella de Panamá.[1] Allí, una persona de nombre Caridad Fernández negaba toda razón a las demandas del pueblo Ngäbe – Bugle alegando que
ahora encima quieren (los panameños originarios) que se suspenden las hidroeléctricas hasta fuera de las comarcas. ¿Qué se creen estos indios? Si nosotros no podemos traspasar su territorio sin pagarles una cuota porque hasta en eso son unos bellacos, ¿por qué tenemos que permitirles que vengan a mandar en Panamá entero? Si quieren vivir con taparrabos y alumbrarse con guarichas que nos dejen vivir en paz, son una partida de facinerosos, vagos y borrachines, abusadores de sus mujeres a las cuales ponen a trabajar y parir mientras ellos están echados en las hamacas chupando chirrisco. Vamos hombre que no hay que cegarse, y esta cacique (Silvia Carrera, dirigente del pueblo Ngäbe – Buglé) es una atrevida e irrespetuosa. ¿Qué se cree esta india ignorante de tratar de tú al mandatario, ella no sabe medirse cuando habla. La iglesia también no esta haciendo nada por Panamá, solo se limita a escuchar y no le pone freno a esta señora que ha cogido demasiado alas últimamente.
Aclaremos todas las vaciedades de la doña Caridad Fernández.
1: El origen de la palabra Caridad tiene en latín dos formas: cháritas y cáritas. Cáritas procede de careo, carere, carui, cariturus, que significa carecer, estar privado de algo. Cáritas es, por tanto, carestía, directamente relacionado con carus, cara, que es aquello de lo que se carece. Ergo a Caridad Fernández se le puede aplicar aquello que decían los clásicos: “Quod natura non dat, Salamanca no prestat”. En otras palabras, como doña Caridad Fernández carece de neuronas, lo único que puede señalar son estulticias.
2: “¿Indios?”, doña Caridad, “¿indios?” Los indios son originarios de la India, un país de Asia. Es el séptimo país más extenso y el segundo más poblado del mundo. Limita al sur con el Océano Índico, con el Mar Arábigo al oeste y con el Golfo de Bengala al este. La India también limita con Pakistán al oeste, al norte con China, Nepal y Bután y al este con Bangladesh y Birmania. Su ciudad capital es Nueva Delhi y su ciudad más poblada es Bombay.
Entiendo que usted en su estulticia entienda por “indios” a los panameños raizales, y en esta ocasión particularmente, a los de la nación Ngäbe. Hay un dicho que reza así: “Donde tropieza la primera vaca, tropiezan todas las demás”. Esto viene al caso, por ciertas afirmaciones que hacen los estultos como usted. Por ejemplo, veamos algunas cosas que se nos dice de Cristóbal Colon.
Primero, que descubrió América (lo cual es una mentira, porque cuando este esclavista aurífago llegó a Abya Yala- el verdadero nombre de nuestro continente – ésta ya estaba descubierta; Segundo, que llamó “indios” a los habitantes de Abya Yala porque creyó que había llegado a la India. Esto rotula su perfecta ignorancia, que viajó con él a su tumba porque nunca supo que había llegado a Abya Yala y no a la India. Así que aquí cabe a la perfección el dicho que pregona que “Donde la tropieza la primera vaca, tropiezan todas las demás”.
En este sentido, la lengua de Shakespeare y de James Joyce es más exacta porque en ella la palabra “indio” aplicado por los estultos como usted al americano raizal es "Native American" o sea pueblo originario de Abya Yala, o si usted lo prefiere, pueblo originario de América. Y a pesar de esto, no hay que olvidar que en inglés América es Estados Unidos, y por ello durante mucho tiempo las mentes colonizadas al referirse a los “gringos” los llamaban “americanos”, y eso se entiende muy bien en una canción de Piero que lleva por título casualmente “Los Americanos”.
3: ¿Taparrabos? Mi querida señora, ¡cuán pobre es su vocabulario! Eso se llama tapahuevos o para decirlo con una semántica más elegante: estola. Cuando usted utiliza la palabra taparrabo, me hace recordar a los psicólogos que recurren a una técnica llamada asociación verbal o semántica para curar a sus pacientes. Históricamente, esta práctica se relaciona con la noción de asociación de ideas ya utilizada por Aristóteles, quien definió sus tres grandes principios: la contigüidad, la semejanza y el contraste. Esto me lleva a verla a usted frente a un taparrabo actuando como los personajes femeninos de las novelas de Henry Miller o del Marqués de Sade. Tal vez usted es la reencarnación de Julieta, y por ello habla de dicha estola, ante la cual no se enceguece, sino que queda asombrada. O tal vez, sea usted la versión ladinopanameña de Constance Chatterley, el personaje femenino de D.H.Lawrence. Y agradezca que la pongo a las alturas de personajes de novelas clásicas, de alto tono estético y no la remito a las páginas de Playboy o a Venus TV.
4: ¿Guarichas? Permítame ilustrarle, doña Caridad Fernández. La revista Tareas, (¿la conoce usted?) en su edición de mayo-agosto de 1995 (como ve usted, del siglo pasado), publicó un ensayo de la antropóloga francesa Doctora Françoise Guionneau-Sinclair titulado “Los kuna de Panamá y la Represa del Bayano, 20 años después” (págs: 103-117). En dicho artículo, dice la investigadora gala:
el decreto 123, del 8 de mayo de 1969 autoriza la construcción de la represa hidroeléctrica, Ascanio Villalaz, del río Bayano que deberá suministrar energía eléctrica a la capital del país, situada a 90 km (…).La construcción se inicia en 1971 y el cierre de compuertas se efectúa el 16 de marzo de 1976(…).Cuando se planificó la obra, se contempló la limpieza total del área de inundación. Tarea que sólo se realizó parcialmente, (…) las aguas perdieron su calidad por una remineralización de los nutrientes merced a la descomposición de la biomasa vegetal inundada. La resultante fue la formación de fondos anóxicos (falta casi total del oxigeno en un tejido),la presencia de sulfuro de hidrógeno a diversas profundidades, la proliferación de la vegetación acuática, la eutrofización y la reducción de la fauna macrobentónica (…) El análisis del agua permitió también observar huellas de los pesticidas utilizados para la erradicación de las plantas, cuerpos sólidos en suspensión y su gran corrosión. El resultado del panorama ecológico presentado aquí es que la disponibilidad en aguas fue 15% inferior a lo previsto. Desde el punto de vista epidemiológico, el impacto ecológico diezmó la población de peces, lo que propició condiciones óptimas para la reproducción de mosquitos anófeles (Aedes aegypti) y otros. La lechuga de agua favoreció su proliferación así como la de los tábanos. Su densa población es una eterna molestia para los moradores de la región. La malaria, la encefalitis equina y el sarampión, letal para los amerindios, son endémicos. La represa es el lugar de refugio de numerosas golondrinas, probables vectores de microorganismos, responsables de histoplasmosis, criptocócosis y salmonellas. La diversidad y la biomasa de los micro invertebrados bentónicos fueron drásticamente diezmadas (…) Así antes de la inundación, existía 12 especies predominantes, hoy, sólo quedan dos. La virtual desaparición de camarones y de los moluscos se debe a la alteración de su hábitat. Los peces del mar presentaban una atrofia de los ovarios por lesiones producidas por la aplicación de herbicidas (….) Antes de la construcción de la represa, existían 61 especies de población ictiofáunica, repartidas en 26 familias, de las cuales sólo sobrevivieron 13, agrupadas en 6 familias. Esto significa una reducción de 79 por ciento de la ictiofauna nativa (…) En 1971, la población de la región de Bayano, sitio de la construcción de la represa, era constituida por amerindia kuna, emberá y wounana (…) por los “bayaneros” o “cimarrones”, descendientes de esclavos africanos (…) y por los “colonos” de origen indohispano (cholos), campesinos sin tierra que huyen del hambre de su provincia donde predomina el latifundio. (…) Los “colonos” llegaron al área de la actual represa hace unos50 años. (…) Entre 1973 y 1975, se efectuaron negociaciones entre el gobierno nacional y la población afectada. Dos soluciones fueron adoptadas. Una se refería a los amerindios (panameños raizales) que debían ser relocalizados en la misma región debido a que su régimen de vida no alteraba el medio ambiente. La otra aludía a los”bayaneros” y a los colonos (panameños de la etnia ladina, afrodescendientes e hispanodescendientes), que, al practicar una ganadería extensiva, fueron considerados como peligrosos. Se optó por indemnizarlos. Solo un grupo residual de “colonos” se negó a abandonar la cuenca del río Bayano. (…)El esquema migratorio de reinstalación en la región fue el que sigue:
a): Los colonos que se negaron a salir, llamaron familias de su aldea originaria o trajeron miembros de su propia parentela); b: los colonos y bayaneros que accedieron ser indemnizados y a salir del área, regresaron a invadir la región.(…) La presencia de población no amerindia [gente de la etnia ladina, at] crea una presión antrópica de consideración sobre el área de la represa y sobre las tierras indígenas, objeto del interés asiduo de los demás moradores que consideran menos arriesgado invadir el territorio amerindio [las tierras de los panameños raizales, at] que las tierras reservadas de la represa, de las cuales podrían ser más fácilmente expulsados. Así, hoy, existen seis grupo étnicos en la región: kuna, emberá, wounana, colonos, bayaneros y colombianos. La apertura de la panamericana permitió a los campesinos sin tierra mover la frontera agrícola hasta los límites de los territorios indígenas del Bayano y del Darién. (…) En 1990, los kuna no vacilaron en tomar las armas e incluso tomar de rehén al gobernador de aquel entonces, para defender sus justos derechos. Sin embargo, el grupo que los adversa posee la capacidad de manipular a su favor las estructuras gubernamentales ya que son alcaldes, corregidores, representantes e incluso legisladores. Tienen entonces, el acceso directo a las teclas del poder político de la sociedad dominante. (…) El otro problema fundamental que tuvieron que encarar los amerindios [panameños raizales] fue el del lago artificial. “No hay más peces en los ríos, y si los hay son tan chicos”, nos comenta el cacique Oller, Olotiguipiler” entonces, tenemos que comprar peces de mar a los waga [foráneos, gente de la etnia ladina, at]. Nuestras tierras no producen sino cosechas malas. No hay más cacería. Es difícil hoy matar un pecarí (animal ritual) y el macho monte y los pavos desaparecieron. Solo nos queda las conservas”(…) Si antes de la construcción de la represa, kuna, emberá y wounana practicaban una pesca artesanal, hoy lo han abandonado no sin consecuencias dramáticas desde el punto de vista nutricional y ritual(…) Otro problema se suscitó inmediatamente después de la inundación. Se trata de la deforestación agresiva del área de la represa y de las tierras indígenas adyacentes, por los moradores que se quedaron o regresaron o invadieron. Estos campesinos sin tierra [que son nómadas y destructores como me dice mi amigo el profesor Edfridcio Pérez, y a los que el Dr. Stanley Haeckadon llamó cultores de “La cultura del potrero”, at] reproducen el patrón cultural de supervivencia que fue la causa del empobrecimiento de sus minifundios de sus lugares originarios. Se trata de crear pastos para una ganadería extensiva y devastadora ya que estas tierras sólo son aptas para alimentar una vaca por cada dos hectáreas. Además, practican una agricultura de subsistencia que los mantiene en la miseria. Esta estrategia no les asegura un porvenir estable. Por ende, optan por vender a un precio irrisorio sus finquitas a un ganadero quien fue, en general, el que financió el traslado e instalación de las familias inmigrantes. Esto significa que detrás del pequeño “colono”, se esconde la temible figura del terrateniente, todopoderoso y contra quien será muy difícil luchar. (…) En 1994, 28 por ciento, es decir, 100 000 hectáreas del área total de la cuenca del río Bayano y afluentes, están deforestadas.
Ante esta situación, el panameño raizal enfrenta los siguientes problemas:
a) al mudar sus conductas nutricionales, se enfrenta con “problemas biomédicos tales como obesidad, diabetes, colecistitis, colestasis hepáticas, cáncer del hígado, entre otros; b): la pérdida de los territorios ancestrales…simboliza la pérdida de un saber: las plantas alimentarias y nutricionales desaparecieron o son mal conocidas, así como materiales de construcción, etc.…; c): la invasión de sus tierra por los colonos: pequeños ganaderos, propietarios de aserraderos, latifundistas propician conflictos interétnicos constantes; d): frente a la necesidad de adaptarse a la vida lacustre, los amerindios [panameños raizales] debieron innovar cambios en las construcción de las casas, hoy sobre postes y más chicas…(…) los indígenas [panameños raizales] no tienen título de propiedad sobre sus tierras y, obviamente, es una situación que induce al campesino “hambriento” de tierras , cuya ley es el alambre de púa, a desconocer el status de las comarcas.(…) Para entender la envergadura del desastre ecológico y sociológico que significó la creación de la represa de Bayano , es preciso aprehenderla dentro de un sistema complejo que incluye no sólo el impacto directo causado por la represa; sino también el impacto indirecto, inducido por la apertura de una carretera que permitió un movimiento migratorio sostenido, desordenado y devastador.(…) Es importante relevar que el discurso científico es afín al discurso de los caciques: No hay más peces, no hay más animales silvestres, no hay más plantas medicinales y alimentarias.
Mi cara señora Caridad Fernández, este ensayo es de 1995. Fue escrito hace 16 años, pero sus puntos de vista no han perdido vigencia. Los panameños raizales que cedieren sus tierras para la represa de Bayano en aquel tiempo no tienen luz eléctrica hasta el día de hoy, lunes 27 de febrero de 2012, como si de allí no saliera ese destello hacia la ciudad capital. En casa de herrero, cuchillo de palo. A la luz de la historia, no hemos sido nosotros, los panameños aurorales, quienes hemos estado agotándole la paciencia a nadie. A quienes se tiene que dejar que vivamos en paz es a nosotros.
Y algo más. El señor Carlos E. Rangel Martín, jubilado del Cuerpo de Ingeniero de Estados Unidos, publicó el lunes 20 de febrero en La Estrella de Panamá, el artículo “Óptima solución a necesidades energéticas”. Allí dice lo siguiente:
La mayoría de los empresarios panameños tiene la idea totalmente desfasada de que Panamá necesita seguir construyendo hidroeléctricas para suplir de suficiente energía eléctrica al país, de forma que éste continúe creciendo sin problemas energéticos; pero, especialmente en Europa occidental, la planificación energética ha cambiado radicalmente desde principios del presente siglo y ahora prescinde de las hidroeléctricas. Urge que todos los ingenieros y empresarios panameños se familiaricen con las nuevas tecnologías que países más desarrollados, particularmente los carentes de petróleo, han estado implementando;(…) Cualquier ingeniero eléctrico europeo que contemple la polémica en la que estamos enfrascados, seguramente se preguntará cómo es posible que tantos panameños todavía no conozcamos del gran avance que ha experimentado la planificación energética; pero la razón principal de este desconocimiento es que las autoridades encargadas de la planificación energética jamás han hecho un esfuerzo significativo para ilustrar debidamente a nuestra ciudadanía sobre las nuevas tecnologías que le dan solución a similares problemas en Europa, algo que equivale a un encubrimiento por parte de dichas autoridades. Peor aún, como resultado de la descomposición de la flora sumergida en agua, las grandes hidroeléctricas producen gas metano, contribuyendo a aumentar el calentamiento global.
5: Sigue usted, mi querida Caridad Fernández, con sus mitos:
son una partida de facinerosos, vagos y borrachines, abusadores de sus mujeres a las cuales ponen a trabajar y parir mientras ellos están echados en las hamacas chupando chirrisco,”.
¡Qué hedonistas! Antes de hacer una afirmación, una simple afirmación, yo no sé cuánto se documenta usted. Quizás usted sea una beata y que como tal no conozca Panama by night , ni sepa que cuando juegan los equipos españoles de balompié el Barça y Real Madrid las cantinas y otros lugares de diversión se llenan mientras se vacían los lugares de trabajo. En los bares, los fanáticos arman pendencias y se insultan en castellano. En su libro Mi General Torrijos, dice José de Jesús Martínez:
Recuerdo que una vez llegó el General Torrijos a Coclesito, en plena mitad de la semana, y uno de los campesinos que estaba a cargo de un proyecto tenía olor a guaro. Y en Coclesito el guaro se permite sólo para las fiestas. “Te estabas emborrachando”, le dijo el General. “Cuando nosotros los pobres bebemos, se llama “borrachera”. Pero cuando lo hacen ustedes los ricos, entonces se llama “fiesta”, le contestó el campesino. (José de Jesús Martínez, Mi general Torrijos, 1987, pág.74).
Por su parte, el novelista inglés Graham Greene escribió:
Chuchú [José de Jesús Martínez] ya me había contado de la inusual costumbre de la bebida en Panamá, una costumbre que incluso el General [Omar Torrijos] seguía. Somos borrachos- dijo Chuchú-; los domingos bebemos para emborracharnos, pero no bebemos entre semana. Ustedes los europeos son alcohólicos, ustedes beben todo el tiempo. Me alegra que en los días que pasamos juntos haya escogido seguir nuestra costumbre [la europea]”. (Graham Greene: El General, 1985, pág. 59).
Mi pobre Caridad Fernández, usted ni lee ni conoce a sus (nuestros) connacionales y mucho menos a los ingleses. Leíamos líneas arriba lo escrito por la profesora francesa Françoise Guionneau sobre los peces. He aquí un fragmento de lo que dice Graham Green en su precitada obra:
En la orilla de esta enorme reserva se había construido la presa de Bayano con la ayuda de los yugoslavos…La presa había provocado el desplazamiento de por lo menos una aldea indígena, que ahora estaba bajo el agua. Visitamos la aldea que la había sustituido y fuimos recibido en la cabaña de reuniones por el jefe, un anciano de una dignidad inmensa (los) habitantes de la aldea (…) escuchaban en silencio mientras un intérprete expresaba las quejas del pueblo contra el gobierno… El gobierno no había cumplido su promesa: el pago que se le garantizó por su reubicación llevaba tres meses de retraso y habían sido trasladados demasiado tarde para cosechar: les hacían falta azúcar y granos, los animales salvajes que solían servirles de alimento habían sido ahuyentados por los trabajos de la presa y todos los peces del río estaban muertos. (Ídem: 80).
Sobre este texto de Graham Greene no tengo nada que comentar. Y como decían los clásicos: “Intelligenti pauca”.
Prosigamos. Usted afirma que nosotros los panameños raizales explotamos a nuestras mujeres. Pero, ¿dónde está su investigación? Lea el siguiente informe y entérese en qué clase de país vive usted: en una investigación titulada Familia y Jefatura del Hogar se nos dice lo siguiente:
De acuerdo a la información del Censo de 1990 existen en Panamá un total de 526 mil hogares. De ese conjunto de hogares, más de 117 mil están dirigidos por una mujer, es decir, un 22,3% del total. Esta proporción ha ido aumentando ligeramente desde 1950, cuando se registraban con jefa mujer un 20% de los hogares nacionales. El tamaño de los hogares dirigidos por una mujer es en términos generales más reducido que los dirigidos por un hombre, entre otras razones porque frecuentemente dirigen su hogar sin cónyuge. En 1990 un 49,3% de hogares con jefatura femenina tenía más de tres personas. La mayor parte de las jefas de hogar no declaran pareja conviviente: en 1990 el 95,5% de estas mujeres dirigía su hogar sin cónyuge. El perfil general de dichas jefas es que se trata de personas con un promedio de edad mayor que el de los jefes varones, y con una situación socioeconómica más deteriorada.
Mi estimada señora Caridad Fernández, yo quisiera creer con alma, corazón y vida, que usted puede entender esta sencilla frase: “El 95,5% de estas mujeres dirigía su hogar sin cónyuge”. Ahora usted me va a decir que la encuesta se realizó en la Comarca Ngäbe… ¡No sea tan soez, mi querida señora!
Veamos el mundo de los drogadictos:
En un estudio realizado con estudiantes de 13, 15 y 17 años de edad, por la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD) en 7 países de la región, en el año 2003, se señala que Panamá, junto con Uruguay, es catalogado como un país de elevado nivel de consumo de drogas ilícitas.
Ahora usted, una vez más, me dirá que esta encuesta se realizó en la nación Ngäbe… ¡No sea tan ruin! Según usted, nosotros, los panameños raizales, maltratamos a nuestras mujeres. Sin embargo, vea usted lo que dice sobre el feminicidio el periodista Alberto de León de Gracia, en la edición del 18 de octubre de 2010 de La Estrella de Panamá:
Panamá entre los líderes mundiales de femicidio
En los últimos años se incrementaron las cifras de homicidios de mujeres y la falta de efectividad de las entidades de investigación.
Las estadísticas cada vez son más contundentes, las denuncias por violencia se han incrementado. Los números que presentó ayer el Fondo de Población de las Naciones Unidas nos pone en una posición nada envidiable. Sin duda, una sociedad donde prevalece el machismo.
Alberto de León de Gracia
PANAMÁ. Los números no mienten, nos llenan de vergüenza, pero no nos concitan a mejorar esta tendencia destructiva. ‘El hombre que golpea a una mujer, pierde esa condición’, decían nuestras abuelas con marcada frecuencia. Si cada uno de nosotros hubiera seguido al pie de la letra esta sentencia, hoy este no sería un tema de análisis, lamentaciones y tragedia social. Según los especialistas, la violencia de género contra las mujeres está ligada a la falta de igualdad entre los sexos, lo que se traduce en una relación de poder, donde el hombre domina o controla y la mujer está subordinada o depende de él. Ese tipo de violencia es producto de ese poder y control masculino, pero a la vez es un mecanismo para mantener poder y control sobre las mujeres. Ayer, representantes del Fondo de Población de Naciones Unidas en Panamá revelaron a la prensa los detalles de esta problemática mundial. La situación de Panamá es lo que más destaca en el dosier entregado con información relevante sobre la violencia de género. Nuestro país, según el informe especializado, ocupa el décimo puesto —mundialmente hablando— en número de femicidios. Son 24.58 por cada millón de mujeres. A nivel de Latinoamérica, le siguen en este ranking negativo: El Salvador (129), Guatemala (92), Colombia (49), Honduras (44), República Dominicana (38), Bolivia (34) y Paraguay en el escaño 27. Estas cifras se desprenden del Tercer informe internacional de violencia contra la mujer en las relaciones de pareja del Centro Reina Sofía de España. Por otro lado, datos de la Defensoría del Pueblo —recogidos a través del Observatorio Panameño contra la Violencia de Género (OPVG) — revelan que durante el primer semestre del presente 2010 se produjeron 40 muertes de mujeres. De ellas 28 (el 70%) fueron femicidios (asesinato de mujeres por razones asociadas con su género). Lo más alarmante de estos datos es que, en los últimos años, el crecimiento de las cifras de homicidios de mujeres, la falta de efectividad de las entidades de investigación y persecución de estos graves delitos y las evidentes menores penas que reciben los femicidas han hecho que las organizaciones de mujeres hayan elevado sus protestas, y en forma más visible desde los años 2003 y 2004. En esta problemática, el país debe elevar el bagaje educativo y de salud desde el punto de vista no sexista, penalizar el femicidio como delito autónomo y crear instancias judiciales específicas con sus propios jueces y fiscales especialistas en esta materia; además de promover las políticas públicas de igualdad en todas las áreas del gobierno, independientemente del rol del Instituto Nacional de la Mujer; y consolidar la protección de las féminas, ya que hoy el país solo cuenta con un albergue nacional para víctimas de la violencia”.
Doña Caridad Fernández, si usted quiere que los panameños raizales, a quienes en su ignorancia llama “indios”, la dejen vivir en paz, puede emigrar de Panamá. Los Fernández tienen sus orígenes en España, y quizás allí se vería libre de los facinerosos panameños aurorales, nunca le dirían “cabecita negra” o sudaca. Nosotros, los panameños raizales, somos de aquí; aquí estábamos antes de que naciera el Estado Nacional de Panamá, el 3 de noviembre de 1903 y aquí vamos a continuar.
Usted afirma que la Cacique General del pueblo Ngäbe-Bugle, Silvia Carrera, es “una atrevida e irrespetuosa”, que se atreve a tutear al Presidente de la República y “no sabe medirse cuando habla”. En primer lugar, irrespetuosa es usted. Aprender a respetar se aprende en el hogar. Nadie da lo que no tiene. Somos el producto de nuestros propios hogares, y si allí no le enseñaron a respetar, quizás sea porque no había quien lo hiciera. La cultura se genera por medio de una correa de transmisión. “De tal palo, tal astilla”, o como dijera San Mateo 7:16: “a fructibus eorum cognoscetis eos”.
Además de ello, la cacique puede tratar de “tú” al presidente porque están entre pares, y ella no es menos que el presidente, porque es la representante máxima de la nación Ngäbe.
8: Quiero terminar con algunos señalamientos de tipo semántico. Quienes me conocen saben que mi lengua materna no es el castellano. El castellano lo aprendí en la escuela a gramaticazos, donde os castigaban simplemente por hablar el dulegaya, que es mi lengua materna. Para evitar los gramaticazos, aprendí a valerme del diccionario. Allí se dice que “indígena” es una palabra latina femenina de la primera declinación y que se utiliza en castellano como “Originario del país de que se trata”. En este sentido, usted ofende nuestra nacionalidad, consagrada en el artículo 9 de nuestra Carta Magna, cuando dice que son panameños por nacimiento los nacidos en el territorio nacional: cholos, afrodescendientes, sinodescendientes, panameños raizales – como usted misma, si es que nació aquí -, somos en términos castizos, “indígenas”.
A luz de la etimología y de la semántica, nosotros, los panameños raizales, originarios, autóctonos y auténticos, por decir lo menos, no somos un mero grupo étnico. La palabra "etnia" significa "gentil", y proviene del adjetivo griego ethnikos. Ese adjetivo se deriva del sustantivo ethnos, que significa gente o nación extranjera. Así que se comete un barbarismo lingüístico, cuando a los panameños raizales se nos cataloga de “grupo étnico”.
En Panamá conviven muchas etnias: la italiana, de Ricardo Martinelli, Presidente de la República de Panamá; la griega, de Demetrio Papadimitriu, Ministro de la Presidencia de Panamá; la hebrea de Salomón Shama, Ministro de Turismo; la negra, de Lucinda Molinar, Ministra de Educación. Panamá es, pues, un país etnocrático. Pero los pueblos originarios son naciones tal como lo explicó Stalin en El marxismo y la cuestión nacional:
Nación es una comunidad humana estable, históricamente formada y surgida sobre la base de la comunidad de idioma, de territorio, de vida económica y de psicología, manifestada ésta en la comunidad de cultura.
Por ello, hablar de los panameños raizales en términos étnicos es una muestra de analfabetismo de marca mayor tanto a la luz de la etimología así como a la luz de las Ciencias Políticas, pues los pueblos bribri, buglé, dule, emberá, naso, ngäbe, wounaan, son naciones panameñas enmarcadas dentro del Estado Nacional.
Y en cuanto a la Iglesia debo decirle que ella se defiende sola. Las naciones originarias de Abya Yala tienen mucho en común con la Iglesia: no se pueden contar las cantidades de mártires que entre ambos han dado al mundo. Por algo dijo Cristo en Mateo 11.12: “…regnum caelorum vim patitur, et violenti rapiunt illud” (el reino de los cielos padece de violencias y sólo los revolucionarios podrán alcanzarlo).
Mi querida Caridad Fernández, si después de leer este ensayo, en el mejor sentido de Montaigne, Nietzsche y Voltaire, usted no ha aprendido algo de latín, geografía, historia, sociología, antropología, ciencias políticas, literatura, cine, semántica y estadística, será porque es la prueba viviente de la razón del refrán famoso: “Quod natura non dat, Salamanca non prestat”.
¡Ave cacica, Silvia Carrera, vincituri te salutant!