Don Jaguar Igar Obanedi Dule,
el dictador |
Don
Jaguar Igar Obanedi Dule, el presidente del país, gobernaba con mano de
hierro: era cruel y dictatorial. A aquellos que no cumplían con sus
caprichosos los mataba y los comía. Un
día, Frailecillo Olobagdiginye habló así a su colonia: -Hermanos, es necesario que busquemos a
otra persona para presidente. Ya tengo mi candidato: Oloyaigunabaler. ¿Qué
les parece? Los
otros animales protestaron:
-¿Tortuguita Terrestre Oloyaigunabaler?
¡Que nos va a gobernar ésa!
-Hermanos-,
tomó otra vez la palabra Frailecillo Olobagdiginye -, démosle una oportunidad. A lo mejor resulta ser el presidente
modelo. Fíjense, si elegimos a un tipo de mal genio nos va a resultar
otro Jaguar Igar Obanedi Dule. Él nos desprecia, por eso, cada vez que se
pone histérico, nos come. Frailecillo
Olobagdiginye guardó silencio. Se dio cuenta que los otros animales no
querían a Tortuguita Terrestre Oloyaigunabaler. Finalmente les pidió a
sus conciudadanos que presentaran también sus candidatos, y se marchó,
diciendo que salía de allí para hacer campaña a favor de su proposición. Pasó
por todos los pueblos con su planteamiento, tratando de convencer a la
fauna de que su protegida era la mejor ficha para ser designada en el alto
cargo, mas en todas partes se le oponían, y le decían que presentar a
los comicios a Tortuguita Terrestre Oloyaigunabaler para presidente del país
era la monada más grande que jamás habían escuchado en mucho tiempo. Unos
días antes de que se congregaran todos los seres de la selva, Frailecillo
Olobagdiginye se reunió con su estirpe para persuadirle de que a la hora
de las designaciones, uno de ellos hablara y lo señalara a él como el
candidato para la presidencia. Cuando acudieron al concilio, el primero en
tomar la palabra fue precisamente Frailecillo Olobagdiginye. Les pidió a
los congresistas que presentasen sus candidatos .Luego añadió:
-Como soy muy descuidado, no quisiera que
me tomaran en cuenta para las nominaciones… No
había terminado de hablar cuando Mono Negro Olosuaginyaliler, Mono Tití
Olomiaginya y Mono Colorado Oloduggurginyaliler, ya estaban recomendándolo
para que fuera el futuro mandatario. Inmediatamente se hicieron eco de
esta misma postulación Coatí Olodubiginya, Pecarí Olowelibler, Tapir
Oloagliginya y Ardillita Veloz Oloignibibi. -Bueno, bueno- dijo
Frailecillo Olobagdiginye-, en vista
de que todos ustedes me indican, pues, ni modo, seré su candidato. Al
enterarse el señor presidente don Jaguar Igar Obanedi Dule que había
habido un acuerdo para deponerlo como Jefe de Estado, convocó a sus
compinches a fin de contrarrestar los ataques enemigos, y para ello
presentó también su candidata: otra Tortuguita Terrestre, pero ella no
aceptó tamaño honor. Entonces la arrastraron al Congreso y la exhibieron
por irresponsable. El dictador empezó a burlarse de ella:
-Terrestre, Terrestre – le dijo -, Terrestre,
Terrestre.
Ella
llena de ira le esputó:
- Montaña, Montaña, Montaña… Los
insultos fueron subiendo de tono. Mono
aprovechó la ocasión para soltarle a Tortuguita también su:
-Terrestre, Terrestre –siguió diciéndole – Terrestre,
Terrestre. Luego dirigiéndose a Jaguar:
-Montaña, Montaña, Montaña. Los
animales se liaron a golpes de animales. Mono le pegó a Tortuga ¡task! A
partir de entonces ,todas ellas quedaron con su armadura inclinada. Jaguar
Igar Obanedi Dule, por su parte, dijo “pero
qué se ha creído ese Mono”, y, ¡task! le asestó un golpe bien
dado en la cara que lo dejó con la nariz ancha y roma para el resto de
todos los siglos. Y
mientras en la Casa del Congreso se desarrollaba la pelotera, se dio el
Golpe de Estado. Frailecillo Olobagdiginye no llegó a realizar su ambición
de verse hecho todo un señor presidente, porque un cortejo de animales
fue en busca de Tortuguita Terrestre Oloyaigunabaler,
la-de-los-lentos-pasos-, que estaba disfrutando, justo a esa hora
exasperada, de una despreocupada siesta en un jardín mecido por la brisa
vagabunda de la montaña. Tortuguita
Terrestre Oloyaigunabaler y su comitiva encontraron a la fauna reunida en
la plaza. Con la banda presidencial terciada sobre el pecho, se arregló
las antiparras, se aclaró la garganta y abrió el pico para su primer
discurso público, que comenzó con estas palabras:
-“Lenta, pero segura…” |
Arysteides
Turpana
del libro "Narraciones populares de País Dule"
México: Editorial Factor, 1987
aturpana@yahoo.com
Autorizado por el autor
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