Abrazos |
Aquellos abrazos quedaron atrás. Fueron lo primero y quedaron en el pasado. Aquellos brazos hoy débiles y amorosos, ramas de árbol seco, bastones con incrustaciones, azadones que labraron la tierra de la vida. Aquel temblor de cuerpo, el encuentro, pronto a transformarse en otra cosa. Pero mientras tanto, la niña tiene más de 60 años, y me viene a visitar hasta que llega el adiós y chao m’ijita, cuídese, es decir, el momento del brazo cansado y levantado, desde la puerta, mientras doblo en la esquina, la despedida. |
Eugenia Toledo-Keyser
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