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ENCUENTRO / TALLER
HOSTOS Y MARTI EN NUEVA YORK. Colegio Eugenio María de
Hostos-CUNY. |
Ponencia: La ciencia en algunos escritos de Hostos y Martí. Autora:
Dra. Josefina Toledo Benedit[1] |
Entre el puertorriqueño Eugenio María de Hostos y el cubano José Martí pueden señalarse al menos dos similitudes importantes en la dirección de sus respectivos pensamientos. La primera es el conocimiento y la información que ambos demuestran tener sobre los avances de la ciencia. La segunda es la común aspiración ética a poner los conocimientos científicos en función del desarrollo integral del ser humano en todos los países. En su discurso “Las leyes de
la sociedad”[9]
aparecen algunas de las concepciones hostosianas sobre la Naturaleza y la
sociedad cuando reflexiona: ...todo ser humano encuentra la evidencia [...] de
una coordenación de principios y verdades que continuamente se muestra en
cada uno de los fenómenos cósmicos, químicos, psíquicos y sociológicos
que observa en la realidad del universo que hay fuera y en el que está
dentro de nosotros. [...] esa coordenación de fenómenos y la realidad
siempre idéntica a sí misma que produce, es lo que se llama una ley de
la Naturaleza. (Op. Cit., p.54.) Entre
los “fenómenos cósmicos” que la Física y la Astronomía precisan en
esos años, está el renovado interés con que se observa al sol y se
reconoce tanto su movimiento, como el movimiento orbital de todo el
sistema, cuestión a la que se refirió pocos años después José Martí.
En un comentario periodístico sobre el libro, recién publicado entonces,
de un físico alemán, el Apóstol de la independencia cubana reproduce
algunos conceptos del teórico y emite sus propias conclusiones:
El más pequeño movimiento del Sol, dice Tischner,
echa abajo toda la fábrica [teoría] de Copérnico. Si el Sol se mueve,
las órbitas recorridas por los planetas no pueden cerrarse. [...] El alemán
no concreta, sino que gira alrededor de lo que quiere decir [...] Treinta
y siete páginas tiene el libro, y más atrevimientos. El alemán dice fríamente
lo que estima cierto[10]. El teórico Tischner, cuyos datos no se consignan en las obras enciclopédicas consultadas, absolutiza y ya se sabe cuán riesgosas e inoperantes pueden ser las absolutizaciones en Física. Así puede comprenderse la reticencia de Martí que, evidentemente, no se deja convencer por las ideas del alemán. Como ha demostrado el desarrollo posterior de la Física, los movimientos internos del Sol, o su movimiento con relación a un determinado punto referencial no alteran en nada la teoría heliocéntrica formulada por Copérnico, porque el Astro Rey se mueve integralmente con todo su sistema solar. Por otra parte, se sabe que las órbitas planetarias se repiten sólo en planos sucesivos y similares; pero no idénticos, lo que no contradice la validez del movimiento orbital de los planetas. Tischner tampoco parece aclarar qué punto referencial ha tomado para formular su hipótesis y, como se sabe, en Física no es suficiente el reconocimiento o la afirmación de un movimiento; el teórico está obligado a formular, paralelamente, con relación a qué se mueve el cuerpo de que se
trata[11]. Las dos fuerzas madres del universo físico son la fuerza de atracción, cuyos fenómenos todos, así en las masas como en los átomos, están ordenados por la ley de extensión, cuyas manifestaciones todas están comprendidas en la ley universal del movimiento. La ley inicial de todos los fenómenos de la vida es la evolución. (Op.cit., p. 57.) Para Hostos esos conceptos y leyes de validez científica universal coinciden y se verifican en los fenómenos sociológicos y, por sí mismos, debían ser suficientes para sustentar el ordenamiento interno de las sociedades humanas, con la misma armonía con que sustentan la “vida universal” si, como él condiciona: ...en el ser humano, no hubiera un factor desconocido en las operaciones físicas, químicas y biológicas del universo; ese factor es el libre albedrío individual. La potencia de ese factor es tan decisiva, que él solo basta para trastornar en la vida social las que son leyes inmutables en el mundo físico. (Ibid.) Esa afirmación de Eugenio María de Hostos, diáfanamente adscrita al naturalismo como tendencia filosófica reconoce, sin embargo, en ese mismo discurso, una de las categorías específicas que diferencian el medio natural de la organización social. Declara que la “Ley de la sociedad es el trabajo” y señala la “primacía de la ley de libertad sobre toda otra ley sociológica”, asumiendo que el género humano podía y debía “aplicar al bien su libertad” (Ibid, p. 59.) A partir de esas concepciones puede inferirse la elevada aspiración de la ética hostosiana a la interrelación armónica entre los individuos, las sociedades y la naturaleza. Se percibe también la genial agudeza de su pensamiento cuando alerta sobre los problemas del medio ambiente, que surgen de la relación imprevisoramente mercantilista y depredadora del entorno. Hostos sentencia en este discurso que el ser humano, a pesar de su libre albedrío, “no puede infringir impunemente una ley universal del mundo físico; muere o padece si la infringe; con la falta va el castigo.” (Ibid, p. 58.) La validez de esa noción de “castigo” se comprueba hoy en las alarmantes señales de deterioro ambiental, tales como la contaminación, el aumento de las temperaturas en el globo, la desertificación de los suelos y la merma de la biodiversidad[13] En José Martí la relación hombre-naturaleza aparece
siempre presidida por su sentido del equilibrio y la armonía, y reafirma
su profunda fe en la capacidad que tiene el ser humano de mejorarse a sí
mismo, y mejorar las condiciones de su medio. Esa esperanza implica la
necesidad de salvar la vida en nuestro planeta, y para lograrlo la
humanidad tiene ante sí el reto de hacer compatible el desarrollo con la
conservación del equilibrio. Martí nos sigue exhortando a:
...confiar en la armonía de nuestra naturaleza y en
esa constante relación de la naturaleza y el hombre, cuyo conocimiento da
a la vida un nuevo sabor, y priva a la tristeza de buena parte de su
veneno y de su amargura. (O.C.,
t. 23, p.328.) Con idéntico sentido de interdependencia de los fenómenos
físicos y sociales que se aprecia en los textos de Hostos y de Martí,
hoy todos los estudiosos reconocen la interrelación del deterioro
ambiental con la economía, la sociología, la educación y la gestión
política; tanto es así que el paliativo que se esgrime para alcanzar una
relación armónica de las aspiraciones de progreso y la relación
hombre-naturaleza es proponer y alcanzar un desarrollo sostenible. Los avances
científicos en la época de Hostos y de Martí dejan definitivamente
aceptada la unidad física del universo con el reconocimiento del átomo
como partícula primera de todo cuanto existe, asumido entonces como
indivisible[14].
Este logro científico y las leyes de la gravitación universal, ya
descubiertas por Isaac Newton, se muestran como estímulos a la reflexión
filosófica de Hostos y de Martí. El primero, en el discurso de
referencia señala: ...la influencia del átomo en la
organización del universo físico parece tan poderosa y decisiva, que la
hipótesis metafísica de aquel filósofo [Anaxágoras] ha llegado hasta
convertirse hoy en realidad científica. El átomo es el alma del cosmos.
[...]. Si él no obedeciera a las leyes universales, no habría universo.
Para que exista la masa estelar o planetaria es necesario que exista el átomo;
para que exista el cuerpo químico es necesario que exista el átomo; para
que exista el ser es necesario el átomo. Así en el orden social, universo
distinto en apariencia del universo físico, pero sometido a las mismas
leyes. (Ibid, p.58.)
Para el pensador puertorriqueño, en la organización
social el individuo es equivalente al átomo en el mundo físico, y las
leyes naturales de atracción, observables en la ley de gravitación
universal, serían equiparables a la asociación y la unidad; estorbada o
facilitada por el ejercicio responsable del libre albedrío.
Por eso Hostos siente la urgencia de una correcta educación que
creara conciencia y responsabilidad social como requisitos imprescindibles
para sentar las bases del desarrollo de los pueblos. El cubano con frecuencia reseña los fenómenos científicos
que trata con su particular
visión poética. Así, para aludir a la estructura atómica de los
cuerpos se refiere a “esa hermosa teoría especulativa que supone el átomo
y le da [...] numerosos brazos para enlazarse a otros átomos” (O.C., t.
8, p.449.)
En esa misma dirección de los aportes científicos aparece
la preocupación hostosiana por la Geografía, junto a su propuesta del
que, sin dudas, constituye uno de los métodos más originales para enseñar
esta asignatura. Durante la permanencia de Hostos en Chile, invitado por el
gobierno de ese país para trabajar en la reforma de la enseñanza, el
Peregrino despliega una ingente actividad científico pedagógica que
apunta hacia una reforma de las concepciones generales de la enseñanza,
que pudiera proponerse como modelo a todos los pueblos y, muy
particularmente a los antillanos y suramericanos. Con ese objetivo diseña
en 1893 los programas docentes de las asignaturas Castellano, Historia y
Geografía. Esta última materia, por los contenidos que le son
inherentes, le ofrece al Maestro la renovada oportunidad de ser creativo. En las instrucciones ofrecidas a los docentes que impartirían
el curso de Geografía Evolutiva[15]
Hostos señala, como uno de los objetivos básicos de la enseñanza, que
lo verdaderamente importante es el proceso mental correcto, mediante el
cual los estudiantes puedan arribar al dato exacto. El insigne Educador le
confiere prioridad al proceso cognoscitivo por sobre la respuesta del dato
correcto que depende sólo de la memoria. Para viabilizar ese proceso
orienta a los maestros sobre
la conveniencia de que los alumnos dibujaran la forma geométrica de su
hogar, de su barrio, la ciudad, la provincia, el país, el continente, el
hemisferio y, por último, el planisferio[16]. El método pedagógico hostosiano para la enseñanza de la
Geografía parece subvertir el orden de las didácticas generales clásicas,
que defienden el principio de que el proceso de aprendizaje debe
organizarse de lo general a lo particular, para volver después a lo
general con un análisis enriquecido por la experiencia. Hostos propone
partir de la realidad objetiva inmediata
en la que está inmerso el estudiante
--su propio hogar—para a partir de ese conocimiento, ubicado en
las categorías tiempo y espacio, proyectarse en la ubicación regional y
universal que prescribe la Geografía física. En esta dirección, son
notables sus aportes pedagógicos que persiguen no sólo la instrucción
específica de los contenidos, sino dirigir todo el proceso cognoscitivo. La contribución hostosiana a la enseñanza de la Geografía
resulta muy importante dentro de toda su concepción acerca de la
necesidad de formar integralmente a los educandos a partir de la observación,
el análisis y la síntesis. Como
ha podido comprobar Carlos Pérez Morales[17],
Hostos siempre escribió Geografía. Una mente enciclopédica como la
suya, interesado mucho más en la esencia que en la forma, la explicación
de este “capricho” pudiera hallarse en la propia fonología de esos
lexemas que, muchos años después, indujeran a ese clásico de la
literatura española y universal, Juan Ramón Jiménez, a adoptar en todos
sus escritos la salomónica decisión de suprimir –o más bien,
ignorar—la letra g y escribir todos todos esos fonemas con j. Premio Nóbel
de Literatura en 1956, Juan Ramón[18]
dispuso para sus editores la obligatoriedad de respetar su decisión
soberana. Con idéntico derecho y aplicación del racionalismo lingüístico,
Eugenio María de Hostos se adelanta varios años a esa decisión. Por
otra parte, la actualización de sus conocimientos sobre la Geografía
aparece declarada en su Diario[19],
en la relación de los libros que más habían influido en él, y entre
varios títulos de especialidades científicas, aparece Physical Geography
de Glikie, junto a Astronomy de Lockyer. José Martí, radicado en Nueva York, se convierte en
uno de los mejores cronistas de la revolución industrial, a través
de sus publicaciones en periódicos como The Hour, The Sun y La América,
dirigida durante un tiempo por el propio Martí,
o enviadas desde allí hacia periódicos hispanoamericanos como La
Opinión Nacional, de Caracas, La Nación, de Buenos Aires, El Partido
Liberal, de México, La República, de Honduras y La Opinión Pública, de
Montevideo. Mientras trabaja arduamente para lograr la unidad de los
emigrados cubanos y puertorriqueños, fundar el Partido Revolucionario
Cubano y organizar la Guerra de Independencia en Cuba, Martí se gana el
sustento diario con su trabajo periodístico que le permite divulgar los
objetivos políticos que persigue y también estar al tanto del pujante
desarrollo de la ciencia y la tecnología que tiene ante sí. En muchas de
esas crónicas el poeta cubano reseña las múltiples aplicaciones de la
electricidad --la revolución
eléctrica dentro de la revolución industrial--
tales como el alumbrado público y sus múltiples aplicaciones, que
determinan los importantes avances de las Ciencias Naturales y la
industria[20].
Desde Nueva York, José Martí reseña para sus numerosos
lectores de toda América adelantos constructivos como el Puente de
Brooklyn, aporta sus dimensiones exactas, elogia tanto el talento
de los ingenieros constructores John y Washington Roebling, como la hazaña de
los “...trabajadores desconocidos, mártires hermosos, entrañas
de la grandeza”, y escribe admirado su convicción de que “la
resistencia, [...] que le viene de sus amarras, soporta la colgante
estructura, y cuanto el tráfico de siglos, con su soplo febril, eche
sobre ella”.(OC, t.9, p.425). El cubano vuelve a demostrar su información
sobre el tema cuando destaca que otro de los
proyectos de Roebling, que “admiran y celebran los grandes
ingenieros de la Tierra” es el suspendido sobre las Cataratas del Niágara”
y en otra crónica señala que “los puentes son las fortalezas del mundo
moderno”(OC, t.9, p.432.) En Nueva York conoce Martí de inventos tan importantes
como los primeros teléfonos magnéticos, y con la profunda confianza en
las posibilidades de perfeccionamiento de la tecnología, en beneficio del
hombre declara: “Maravilla como es [...] se la desea más eficaz y
acabada”.(OC, t.8, p.416.) Por
eso, en el mismo trabajo periodístico, reseña entusiasmado el invento
del transmisor microfónico que
“ha sido al punto aceptado como indiscutible mejora por las compañías
de teléfono”, y concluye con una sentencia de aguda previsión: Día llegará en que pueda llevar
consigo el hombre, como hoy el tiempo en el reloj, la luz, el calor y la
fuerza en algún aparato diminuto. (ibid.)
El pronóstico martiano anterior pudiera, acaso, hacernos
pensar en ese logro portentoso de la ciencia y la técnica de nuestros días
que es el aparato de rayos láser. Aplicado a la medicina --uno de sus usos más importantes-- es justamente un “aparato diminuto”[21]
en manos del cirujano, que concentra “la luz, el calor y la fuerza”,
capaces de extirpar, o neutralizar en lo posible, tejidos indeseables, con
mucha mayor precisión, limpieza y celeridad que el instrumental quirúrgico
convencional. Entre los muchos juicios y reflexiones de José Martí sobre
el desarrollo de la ciencia y la técnica, ese vaticinio se nos muestra
como uno de los más sorprendentes, en la esfera de las aplicaciones de la
electricidad. Esa afirmación no es una profecía, sino una ratificación
de su fe en la capacidad de desarrollo tecnocientífico del hombre. Al igual que Eugenio María de Hostos, el Apóstol de la
Independencia de Cuba toma como premisa el punto de vista educativo y
utilitario que esos avances científicos pueden aportar a las economías
de los países de nuestra América. Como ya lo había hecho Hostos, Martí
propone que la enseñanza en nuestros pueblos abandonara el apego a los
moldes escolásticos, heredados del colonialismo, y persiguieran objetivos
científicos y de formación integral en la educación. Sentencia el
Maestro cubano: Que se trueque de escolástico en
científico el espíritu de la educación; [...] Que la enseñanza científica
vaya, como la savia en los árboles, de la raíz al tope de la educación
pública. (OC, t. 8, p. 278.)
Revisadas algunas de las más significativas reflexiones de
Hostos y Martí sobre la ciencia, se muestran similitudes y algunas
divergencias en sus respectivas concepciones. Tanto Hostos como Martí asumen el conocimiento científico
como parte integrante de la cultura general
--enciclopédica en ambos patriotas—
que de forma imprescindible debían asumir para desarrollar el
trabajo educativo, social y político que se trazaron como objetivos
fundamentales de sus vidas. Para ambos la naturaleza, sus leyes y las ciencias que la
estudian son un reflejo de la armonía universal. Hostos asume el
naturalismo en su reflexión filosófica y supone que si el ser humano
fuera capaz de reproducir en sus relaciones sociales esa armonía
universal, la sociedad alcanzaría el desarrollo y el bienestar de forma
espontánea. José Martí, por su parte, establece la relación
hombre-naturaleza como un paso para entender la armonía universal;
pero no como un calco, sino como una fuente de inspiración, ya que
para él naturaleza y sociedad son entidades que pueden relacionarse, pero
que son diferentes. Ambos lucharon –cada uno con sus características--
porque el Hombre de nuestros pueblos alcanzara su realización
plena a partir de la correcta
formación de su conciencia, que le permitiera emanciparse del yugo
colonial español y acceder a estructuras sociales más justas, y a una
interrelación responsable con la naturaleza. El “equilibrio
del mundo” que Martí se
plantea pasa también por la utopía hostosiana de la formación de
conciencias para lograr que nuestros pueblos, aún jóvenes, se
incorporaran al desarrollo propuesto por la modernidad, con los avances
científicos, sin enajenar el rico patrimonio de su identidad cultural.
Notas: [1] Dra. en Ciencias Históricas. Investigadora Titular. Presidenta de la Cátedra de Estudios Antillanos Ramón Emeterio Betances, adscrita a la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba y a la Misión de Puerto Rico en La Habana. [2] José Martí llega a Nueva York el 3 de enero de 1880. En enero de 1881 parte hacia Venezuela, pero se ve forzado a abandonar este país, y el 10 de agosto de ese mismo año está de regreso en Nueva York. [3] Se conoce como revolución industrial al proceso de desarrollo científico y técnico iniciado en el siglo XVIII. Se caracteriza por la m4ecanización de la industria y la extensión del comercio. Había comenzado en Inglaterra con los primeros grandes inventos en la industria textil. El aporte más importante lo realiza el ingeniero escocés James Watt (1736-1819), quien concibe el principio de la máquina de vapor de doble efecto. Con la aplicación de esa nueva energía a la industria se opera una profunda transformación en la producción. En el siglo XIX, este proceso de desarrollo tiene uno de sus puntos culminantes en la revolución eléctrica. Véase John Desmond Bernal: Historia social de la ciencia, 2 tomos, La Habana, Ed. De Ciencias Sociales, 1986. [4] La Revolución Científico-Técnica
se define como un cambio cualitativo producido en el sistema moderno
de la ciencia y la técnica, que abarca todos los aspectos de las
relaciones tecnológicas y se caracteriza por el hecho de que la técnica
entra en una etapa nueva de su desarrollo, que es la automatización.
La producción mecanizada, que obliga al obrero a participar
directamente en el proceso tecnológico, empieza a ceder lugar a la
producción automatizada, en la que el objeto de trabajo es elaborado
completamente por el propio sistema técnico, que funciona sin
participación directa del obrero, en virtud de los sistemas de líneas
automáticas. Véase
Mc Graw-Hill: Encyclopedia of science and technology, Mc Graw,
New York, 1966. [5] En 1858 Hostos ingresa en las Facultades de Derecho y Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid. Trece años después, en 1871, Martí matricula las mismas carreras en esas mismas Facultades de la Universidad Central de Madrid. Hostos, con un sólido bagaje cultural, no llega a concluir sus estudios por diferentes razones. Martí concluye sus estudios en 1874, sólo como un punto de apoyo para labrarse la sólida cultura general que evidencia en sus textos. [6] Véase Johann Wolfgang Von Goethe: Teoría de los colores, Buenos Aires, Ed. Poseidón, Colección Luz y Sombra. Traducción de Pablo Simón, 1945. Publicado por primera vez en Alemania, en 1817, y la segunda parte en 1820. [7] Véase Carlos Rojas
Osorio: Pensamiento filosófico puertorriqueño, Capítulo IV
“Naturalismo y positivismo de E.M. Hostos”, San Juan, Puerto Rico,
Isla Negra, Editores, 2002, p. 55-80. [8] Véase Josefina Toledo: La naturaleza en José Martí, San Juan, Puerto Rico, Ediciones Puerto, 2003. (Solicítese por info@filpuertorico.org y feriapr@caribe.net [9] Leído por Eugenio María de Hostos ante los miembros del Instituto de Ciencias Sociales de Caracas, Venezuela, el 18 de junio de 1877. Aparece en Hostos en Venezuela. Prólogo de Oscar Zambrano Urdaneta. Compilación de José Ramos, Caracas, La Casa de Bello, 1989, p. 53-61. [10] José Martí: Obras completas, La Habana, Editora Nacional de Cuba, 1963-1973, t.13, p.441. Todas las citas de textos martianos corresponden a esta edición. En adelante se señalará, in situ, como OC, tomo (t) y página (p). [11] Véase Josefina Toledo: La ciencia y la técnica en José Martí, 1ra. Ed. La Habana, Ed. Científico – Técnica, 1994; 2da ed. México DF, Instituto Politécnico Nacional, 1995; 3ª ed, corregida, La Habana, Ed. Científico – Técnica, 2003. [12] Una colección de ese mensuario, encuadernado en un volumen, formaba parte de la biblioteca de Hostos, según lo consigna él mismo en su Diario. Véase Eugenio María de Hostos: Obras completas, Edición Conmemorativa del Gobierno de Puerto Rico. La Habana, Ed. Cultural S.A., 1939, vol. II (Diario II), p. 152. José Martí alude en varias ocasiones a Scientific American Supplement y al Harpe’s Magazine. [13] Véase del destacado especialista estadounidense Donald Worster: Transformaciones de la Tierra. Traducción de Guillermo Castro Herrera. Instituto de Estudios Nacionales. Universidad de Panamá, 2001. [14] La antigua teoría atomística sufre un reajuste esencial cuando a fines del siglo XIX se comprueba que los átomos poseen una estructura compleja, formada por un núcleo, protones y neutrones. J.T. [15] Véase Dr. Leonides Santos Vargas: “Estudio preliminar “ en Eugenio María de Hostos: Ciencia de la Pedagogía, Obras completas, Ed. Crítica. Río Piedras. Ed. Universidad de Puerto Rico, 1991. Vol. 1, Educación, t. 1, p. 38 y passim. [16] Esas ideas subyacen en las obras de pensadores con los que hostos se sintió identificado, entre ellos, Francis Bacon (1561-1626); J..J, Rousseau; (1712-1778) y A. Comte (1798-1857.). Véase Eugenio María de Hostos: “Instrucciones en el curso de Geografía Evolutiva”, en Obras completas, 20 vols., Edición Conmemorativa del Gobierno de Puerto Rico, Ed. Cultural, S.A., La Habana, 1939, vol. XX. [17] Véase Carlos Pérez Morales: La geografía. Eugenio María de Hostos maestro de geografía, San Juan-Santo Domingo, Ed. Isla Negra, 2001. [18] También enamorado de la Isla del Encanto, Juan Ramón Jiménez, nacido en Huelva, España, en 1881, fallece en San Juan de Puerto Rico en 1958. [19] Véase Eugenio María de Hostos: Diario, O.C., (1939), vol. II (Diario II), p. 326-327. [20] Véase: Josefina Toledo: La ciencia y la técnica en José Martí. Op. Cit. [21] El equipo o fuente generadora de rayos láser puede tener medianas proporciones de acuerdo con su potencia, pero el aplicador con que opera el cirujano cabe siempre holgadamente en su puño. J .T.
|
Josefina Toledo Benedit
jtoledo@cubarte.cult.cu
Ponencia en el Encuentro /
Taller Hostos y Martí en Nueva York.
Colegio Eugenio María de Hostos-CUNY.
La Habana, 28 de agosto de 2003
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