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Mejor es sin llanto |
Mamá y papá se cansaron de repetirme que en las películas, los seriales, el teatro… los actores no se morían de verdad, porque la historia era pura ficción (sí, esa fue la palabra que me dijeron mamá y papá), pero yo no pude controlarme y estuve llorando sin parar, y las muchachitas de mi escuela también, y hasta las maestras, desde que a la madre de Wilma le dieron dos balazos en la calle y se murió llorando en la mismísima cara de Wilma, que estaba llorando tanto como su mamá y como yo, y también como las muchachitas y las maestras de mi escuela y de cualquier otra escuela. “No seas tonta, Fernanda, esa historia es de ficción”, dijo mamá mientras me limpiaba los ojos y me acariciaba el pelo. Pero yo no la escuché, y tampoco las muchachitas escucharon a sus padres, ni las maestras seguro escucharon a sus novios, y por eso continuamos llorando sin consuelo. |
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Simplemente recordar la cara de Wilma en un momento tan triste, simplemente pensar que sería huérfana para siempre, podía sacarle lágrimas a cualquiera. Papá comenzó a reírse bajito. “Parece mentira que seas tan inteligente. Todo eso es ficción, Fernanda, la madre de Wilma no está muerta de verdad. En cualquier otra novela va a aparecer”. Yo lo sabía. Claro que lo sabía. Pero seguí llorando. Sí, en la vida real estaba viva, pero en la novela estaba muerta de verdad. Y yo lloraba por la novela, no por la vida, porque si una tiene padres tan buenos como los míos, y tan inteligentes, y vive en una casa bonita, y va a una escuela linda donde aprendes algo nuevo todos los días, no tienes por qué llorar, y entonces una debe llorar con la televisión o el cine, porque es muy difícil que alguien viva muchos años y no llore por lo menos con una novela. Mamá me abrazó con cariño y me dijo que, si dejaba de llorar, iba a darme una sorpresa cuando me despertara para ir a la escuela. Le dije que sí y me sequé los ojos. Fui al comedor, tomé un poquito de helado, me cepillé los dientes y me acosté. No tuve sueños feos con Wilma ni con su madre. No soñé con ellas. Soñé que tomaba helado en un parque donde estaban sembrando rosas amarillas, y los niños hacían ruido y se tiraban a jugar con los perros en la hierba hasta ponerse muy sucios. Nada más. A las siete menos veinte escuché sonar el reloj. Mamá vino hasta mi cama, me ayudó a levantarme y me dijo que ya estaba la sorpresa prometida. Nos fuimos hasta su cuarto. Papá estaba dormido. Mamá encendió su computadora, me sentó en sus piernas, buscó una carpeta con el nombre de Telenovela y la abrió para mí. “Ahora mismo vas a ver que ni Wilma ni su madre son tan desgraciadas”. Las caras de Wilma y su madre aparecieron muy juntas y sonrientes, y después aparecieron festejando en otras fotografías, al lado de unos futbolistas muy famosos, y en un hotel de Nueva York, y en un restaurante de Río de Janeiro, y en una playa de Brasil, donde tomaban agua de coco y estaban medio desnudas, y contentísimas, y muy tostadas por el sol, y casi no se parecían a Wilma y su madre. Y en otras fotos aparecieron frente a sus casas, con las familias de cada una, y manejando unos carros tan lindos y tan nuevos que me dejaron con la boca abierta. “¿Estás viendo, bobita? Las dos están vivas y llenas de dinero. Por eso no hay que llorar”. Y dejé de llorar. Para siempre. Lo juro. Por eso esta noche, cuando mamá y papá están durmiendo, y yo miro una película, que parece triste, sobre unos muchachos negros que están en la cárcel y los matan porque los blancos odiaban a los negros en ese país de África, yo pienso que no debo llorar porque seguro esos muchachos ganaron mucho dinero por su actuación y se compraron casas bonitas, se retrataron con futbolistas famosos, comieron en restaurantes de comida rica y se compraron carros tan lindos y tan nuevos como los que se compraron Wilma y su madre después que la mataron en la telenovela. cuento de Miguel Terry Valdespino Caimito, La Habana, abril 19-2009
Mejor es sin llanto, cuento de Miguel Terry Valdespino Comentario y aporte de Alberto Marrero - marrero@cubarte.cult.cu
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Hace poco más de un año publiqué una
reseña en este espacio sobre un excelente cuento del narrador, poeta,
dramaturgo y periodista
Miguel Terry
Valdespino (La Habana, 1963). Hoy les propongo otro, titulado "Mejor
es sin llanto", un texto narrado en primera persona, desde la
perspectiva de una niña que sufre por la muerte de un personaje de
telenovela. Los padres de la niña intentan convencerla de que lo que ha
visto en la pantalla del televisor es pura ficción, una muerte no real,
un hecho que no ha sucedido. Ante las dudas de la niña, la mamá
encendió su computadora, me sentó en sus piernas, buscó una carpeta con
el nombre de Telenovela y la abrió para mí. “Ahora mismo vas a ver que
ni Wilma ni su madre son tan desgraciadas”. Las caras de Wilma y su
madre aparecieron muy juntas y sonrientes, y después aparecieron
festejando en otras fotografías, al lado de unos futbolistas muy
famosos, y en un hotel de Nueva York, y en un restaurante de Río de
Janeiro, y en una playa de Brasil, donde tomaban agua de coco y estaban
medio desnudas, y contentísimas, y muy tostadas por el sol, y casi no se
parecían a Wilma y su madre. |
cuento de Miguel Terry Valdespino
Publicado, originalmente, en Cuba Literaria
http://www.cubaliteraria.cu/
, 15 de abril de 2016
http://www.cubaliteraria.cu/articulo.php?idarticulo=19241&idseccion=72
Gentileza de Alberto Marrero, al cual agradecemos.
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