Condiciones laborales en Argentina, sus repercusiones en los trabajadores infantiles |
El silencio habla en otro idioma |
Padres
sin sindicatos, niños agremiados Este
pedido de sindicalización de los trabajador@s infantiles, si bien los
visualiza, los petrifica en un rol de trabajador desde una voz de adultos
sin adultos, sin historia, sin crianza. Los padres de estos niñ@s y
adolescentes, ocupados, desocupados, precarizados poseen una historia de
lucha como clase trabajadora que ha sido derrotada desde mediados de los
setenta, cuando comienza a evidenciarse una nueva estructura productiva y
laboral en nuestro país, en Latinoamérica y en el mundo. Los
trabajadores infantiles, hijos de esta generación de trabajadores
derrotados en sus luchas, cuerpos que heredaron esta derrota, se les
ofrece la posibilidad de sindicalizarse: niños de 8, 10 o 12 debería
agremiarse como instrumento para su mejorar su condición de vida y para
la de su grupo. Miriam
Tasat. Noviembre 2006. prismamet@yahoocom.ar El
derecho a la educación está garantizado en nuestra Constitución; sin
embargo la universalización de la escuela primaria en un panorama con índices
de deserción en aumento (EPH), con la mayoría de los hogares argentinos
con dificultades económicas, con niveles de segmentación y fragmentación
educativa que hace a la mentada calidad educativa, hace irrumpir en
nuestros oídos un, ya viejo, análisis sobre la institución escolar:
cada clase social con su correspondiente realidad educativa. El
derecho al trabajo está garantizado en nuestra constitución; sin embargo
parte de la población goza de determinados derechos laborales y otra gran
proporción no. Quienes se ven vedados de estos derechos, o casualidad
trabajadores en negro, poseen los menores niveles educativos, primaria o
secundaria incompleta (O. Altimir y L. Beccaria, 1999) Los
derechos de l@s niñ@s está garantizado en nuestra Constitución, sin
embargo según una encuesta del INDEC indica que sobre trabajo cada vez
son mas los chicos de sectores pobres que trabajan entren los 12 y 14 años.
Las
ideas abolicionistas sobre el trabajo infantil, con este simple análisis
de algunos derechos que no se cumplen debería llevarnos, por lo menos, a
pensar donde comenzamos a empantanarnos con universos de palabras que nos
someten y alienan aún mas. Un
buen lugar para empezar es el llamado “mundo del trabajo”, como nos
configuran las relaciones sociales para llegar al punto de tener leyes que
se cumplen a excepción en una democracia que pretende salvar sus males
con conceptos enmascaradores como “trabajo en blanco” o “trabajo en
negro”. A diferencia de lo que se podría pensar el núcleo del empleo
no se encuentra en el trabajo registrado, en blanco, sino un peculiar carácter
que configura las relaciones sociales que hoy impone el movimiento
constante del capital: la sobremirada de un grupo hacia otro. Esta
mirada, proyección de la nueva forma de coerción económica en el
capitalismo actual, se constituye, incluso, en un mismo espacio físico
como puede ser cualquier oficina de alguna empresa; así encontramos
empleados registrados que conviven en su jornada laboral con trabajadores
con distintos niveles de precarización hasta encontrar la situación
laboral llamada: “trabajo en negro total”. Esta
coerción, como repertorio unilineal de acción de la clase dominante,
disciplina a los trabajadores “en blanco” en referencia de los
trabajadores “en negro” y viceversa.
La
dinámica cotidiana de estos binomios polarizantes, por ejemplo, los
incluídos-los excluídos, contribuyen en su tensión a mantener y
reproducir las relaciones sociales. Estas
polarizaciónes, no solo son una realidad semántica del ámbito laboral,
este perspicaz y económico mecanismo de autoubicación en referencia al
otro social en ventaja o en desventaja, limita, dificulta y permea todas
las posibilidades de escapatoria a la red de opresión. En este
dificultoso panorama, para poder encontrar la salida justa para la mayoría
de la población, es necesario descentrar la mirada y constituir nuevas
estrategias de significación y de acción por fuera de las dadas (¿en
forma de ley?). Obsevamos
en el ámbito educativo estas miradas en apariencia opuestas, ambas
retroalimentan al sistema de las relaciones sociales de producción que
hoy necesita el capitalismo: los escolarizados-los sin escolarizar , los
que terminaron solo la primaria-los que que no terminaron ni primaria, los
alfabetizados-los analfabetos, los que terminaron la secundaria-los que no
completaron sus estudios, los del grado 2° A turno mañana-los del grado
2°B turno tarde, los que hicieron posgrado-los que tienen solo estudio
terciario, incluso los que transitaron jardín, los del grupo etéreo
de 45 a 55 años, los padres con primaria incompleta sin sindicatos, los
niñ@s trabajadores en perspectiva de sindicalizarse escolarizados, etc.
Para
ser claros, somos parte de una población trabajadora que anda, desanda su
historia y pone el cuerpo a la región más desigual del mundo. En
Argentina sostenemos una estructura económico y social con un desempleo
abierto del 12 o 13 % incluyendo a los desempleados que perciben los 150
pesos del subsidio, con ventas netas para empresas como Repsol YPF del
orden de los 22,000 millones en el 2005 (Ranking Clarín de Prestigio
2006), con solo 19.000 contribuyentes que pagan el impuesto a la riqueza
por poseer más de un millón de pesos, con 11,4 millones de personas (30%
de la población) viviendo con menos de 6,30 pesos o dólares según parámetro
del Banco Mundial (INDEC), con la participación de los asalariados en el
ingreso nacional en un orden del 24 % (Centro de Estudios sobre la Población,
Empleo y Desarrollo, de la UBA), con el 30% de los trabajadores con real
capacidad de sindicalización (el 70% restante transita las distintas
formas del “trabajo en negro”).
En
Argentina hay 200 grupos monopólicos que tienen la propiedad de las
principales empresas, bancos, comercios, tierras y negocio de exportación.
El segmento extranjero genera el 91 por ciento de las utilidades del
universo comprendido por "las 500 firmas mas importantes" (Enge-
INDEC) y un exiguo universo de los empleos “en blanco”. En el caso de
la construcción, rubro con acelerado incremento y concentración de
capitales transnacionales, genera solo un 3% de los puestos registrados en
el sector. Los
silencios en este panorama acallan otras cifras que soportan los mismos
cuerpos en Argentina: los altos niveles de accidentes del trabajo
(dentro del trabajo en negro no hay cifras), el aumento del acoso psíquico
y moral en el ámbito laboral, el crecimiento de la estafa laboral llamada
pasantías (ver denuncias hechas ante Defensoría a: Equis, Mac Donald,
Telefónica, Telecom Personal) y de los contratos basura, las jornadas
semanales sin feriados, el aumento de la brecha entre ricos y pobres, la
naturalización del trabajo infantil como actividad formadora, la
mortalidad femenina temprana, el supuesto problema de empleo como problema
educativo, el desconocimiento casi absoluto de las lenguas maternas indígenas
que aún anidan en un amplio colectivo de los trabajadores, el aumento a
partir de la década del 90 de la reincidencia carcelaria femenina, la
desaparición de niñ@s, adolescentes y adultos trabajadores o
estudiantes, los altos grados de deserción, repitencia y desgranamiento
escolar, los obstáculos para la libre agremiación que se transforman en
la práctica en falta del derecho de huelga, los elevados casos de
luchadores populares con causas judiciales abiertas (Fidela), el alto
importe pagado en la subsistencia diaria en concepto de impuesto al valor
agregado, la lista puede continuarse. Esta
población “no esta afuera”, no están excluida, todo lo contrario: al
dejar a las mayorías en la pobreza e indigencia, y así aumentar la
población que ofrece su fuerza de trabajo como los trabajador@s
infantiles, se disminuye el costo de mano de obra a términos de los mas
bajo de nuestra ensangrentada historia; y a la vez actúa como efecto
disparador para la resimbolización de los mecanismos de control social
(yo adentro-vos afuera). Tal
como se vienen constituyendo las relaciones sociales tienen salida, para
las grandes mayorías de hambrientos, sedientos y explotados, desde fuera
del techo del sistema: una propuesta social que rompa el techo del
capitalismo sumada a la propuesta gremial configuraría la posibilidad de
romper los falsos binomios que nos vienen constituyendo cotidianamente. El
sistema necesita poblaciones con grados diversos de vulnerabilidad,
entendida ésta por la aproximación a zonas de riesgo social; la coersión
extrema presenta a la fuerza de trabajo en su despojo mas puro y se ve
obligada casi a esclavizarse, aquí los dispositivos de control y represión
del sistema nada saben del mentado concepto de “ciudadanía” . La
“experiencia ciudadana” de Jorge Julio López, desaparecido el 18 de
setiembre del 2006, luego de atestiguar en el juicio contra el genocida
Etchecolaz, nos hace una vez mas repensar, entre tantas otras cosas, en
los territorios imaginarios en los que vivimos, uno de ellos el judicial. La
exclusión no es más que la configuración de las condiciones de vida de
cierta fuerza de trabajo que realiza las labores del capital intensivo que
aún reditúa con creces al capitalismo en regiones como la nuestra y
muestra en Argentina la ausencia en reinversión tecnológica. La
ley no resuelve la relación patrón-obrero (primer binomio constituyente
del capitalismo) cualquiera fuese su edad de los comprendidos Los
trabajadores infantiles, ¿deberían continuar trabajando promoviendo
mejoras en su condición laboral?, ¿deberería estar permitido hacerlo
pues el trabajo “forma”, educa? El
trabajo que educa y transforma es aquel que realiza una persona, que
poseyendo la idea constitutiva de lo que va a producir en su cerebro, lo
lleva a cabo en un acto, transformando su idea en obra, en producto. El
trabajo humano, así, crea realidad a la vez que recrea al sujeto como ser
social. Este
es el trabajo que educa, que socializa en términos de solidaridad entre
pares y no es, por cierto, el trabajo que ofrece el capitalismo hoy a los
adultos y menos aún a niñ@s y adolescentes. Los empleadores para
mantener sus altas tasas de ganancias, establecen condiciones laborales
cada vez con mayor precariedad, y de manera descarnada sobre poblaciones
que transitan las zonas de mayor vulnerabilidad. Éstas no son solo zonas
representativas, sino que tienen su asidero en regiones geográficas
concretas, por tanto: el reclutamiento de fuerza de
trabajo cobra una peculiar dinámica en distintas puntos de la realidad
enmarcados en situaciones especiales, tanto individuales como grupales. Así,
los grupos humanos de los inmigrantes, de las personas de determinada edad
o género, de los indocumentados, de los indígenas, de los analfabetos,
de las jefas de hogar, de l@s presidiarios, entre otros, son blanco en la
caza de fuerza de trabajo ultraeconómica. Hay
un perfil que puede ser más violentado que otros en las relaciones
laborales actuales en Argentina, está constituido por las jóvenes
generaciones, no mayores de edad aún, concentrados en “zonas francas”
o “fronteras”. Si son mujeres y/o indígenas mayor será su
desprotección y sobreexplotación. Recordemos que en las redes constituídas
para el tráfico de personas las mujeres son mas buscadas que los hombres,
pueden cosechar y a la vez en otros turnos son abusadas sexualmente entre
otras actividades. El
57% de l@s niñas y adolescentes buscados en Argentina son del sexo
femenino y sus edades oscilan entre 13 y 17 años. La mayoría de los niñas,
niños y adolescentes buscados son oriundos de la Provincia de Buenos
Aires. Sobre
2240 denuncias recibidas permanecen siendo buscados 251 niñ@s y
adolescentes. Son 30 los chicos que aparecieron sin vida de los buscados
por Missing Children al 31 de agosto del 2006. En tanto, “desde el 25 de
mayo del año 2003 hasta el 28 de julio del 2006 han sido 505 las personas
asesinadas por las Fuerzas de Seguridad. En su mayoría jóvenes
pobres…” Correpi Siguiendo
las huellas de nuestra historia: no hay sueldos, se paga con vales
semanales Las
“zonas francas” pueden estar en el medio de una metrópolis, por
ejemplo los llamados “talleres clandestinos” terciarizan la explotación
de la fuerza de trabajo fuera de la gran industria: Sólo en el ámbito de
la Ciudad de Buenos Aires se estima que ascienden entre 2000 y 2500 este
tipo de ámbito de explotación humana. La Cooperativa de vivienda La
Alameda denunció, que en un relevamiento realizado en mas de 70 talleres
textiles se demuesta como Naun, Lacar, Montagne, Rusty, Cocorayado,
Porsaid, Rash entre otros, hacen uso de este sistema de terciarización,
desprendimiento monstruoso de la gran empresa del Estado de Bienestar. En
tanto “las fronteras” no son unicamente el límite entre un país y
otro; pueden ser aprovechados también los límites internos
juridiccionales, o las llamadas “zonas liberadas”, o los vestigios
legales que deja el sistema. Recordemos que la ley sobre inmigración
25871/03 (ex “ley Videla”) aún no ha sido reglamentada y en su artículo
55 prohíbe ocupar inmigrantes a menores de 14 años. Las
condiciones de trabajo en la horticultura y cultivo de plantas y flores no
son mejores para niñ@s, adolescentes y adultos: con jornadas superiores a
las 12 horas, llegando hasta 18 horas, con reclutamiento mediante engaños,
con situaciones de encierro aunque se trabaje a cielo abierto, con
enfermedades en la piel y respiratorias, con semanas laborales de 6 días,
con pagos por producción fuera de todo convenio de trabajo, no hay
sueldos, se paga con vales semanales. En
la provincia de Salta durante el mes de octubre fueron hospitalizados mas
de una decena de niños por insolación en el Hospital de Zaravia, como
consecuencia de larguísimas jornadas de trabajo en fincas de la zona del
Departamento de Guemes. Estos trabajador@s infantiles, transitan
las edades de 8, 10, 12 o 15 años (Copenae). Sus
padres también fueron trabajador@s infantiles, hoy también cosechan
junto a sus hijos para hacer rendir el más que escueto jornal: los niñas,
niños y adolescentes cobran entre 20 y 30 centavos por cajón, llegando a
cobrar en el día un promedio de 7 pesos. Los mayores del grupo también
trabajan de sol a sol, también caen en los hospitales por insolación,
deshidratación o desnutrición, pero ya este grupo etéreo dejó de ser
parte de los indicadores sociales que muestran la descomposición social
que atraviesa el capitalismo en virtud de seguir acumulando y concentrando
ganancias. Los privilegiados son los niños al momento de compadecer quien
es el que muere primero trabajando. Las
maestras, siempre las maestras Los altos niveles de ausentismo a clase mantienen una fuerte relación con la problemática compleja del trabajo infantil y con las penurias de no saber como hacer para comer hoy, como hacer para vestirse y calzarse hoy, como hacer para estar tranquilo o alegre cuando el adulto en función de padre o madre no está o esta poco a su lado por tener que correr de un lado al otro tratando de sostener lo poco que va quedando de su hogar. Las maestras de la zona feudal del Noa y del Noe de nuestro país, frecuentemente intentan sacar a luz estas situaciones injustificables en un capitalismo con niveles de tecnología supremo. En tanto, en zonas como la de Ciudad Oculta en la Ciudad de Buenos Aires, las docentes saben que sus alumnos también “trabajan con las verduras y a la vez concurren a la escuela; lo que no sabemos, porque no llegan ni a la escuela, ni a la salita de salud, son de los otros niños que trabajan todo el día.” A
estos barrios (Oculta, Soldati, Barracas, Retiro entre otros), van
llegando mujeres y hombres del “interior” del país de países limítrofes
al nuestro con sus hij@s, sumándose a los grupos o familias extendidas ya
establecidas según la comunidad de la cual provengan.
Por tanto, encontramos grupos aymarás, kollas, guaraníes entre otros, provenientes del noroeste, noreste y litoral argentino, también de Bolivia y de Paraguay. Traen consigo algunas esperanzas, sus costumbres, sus lengua y muchos niñ@s. Estos
pequeños desde el jardín relucen por su silencio, “a muchos de ellos
se los derivó al fonoaudiólogo, pues creíamos que eran sordos al no
contestar a las consignas que le dábamos.” Est@s niñ@s poseen una
lengua materna que no es el español, en su vida cotidiana con sus padres,
hermanos y su familia extendida escuchan otros sonidos que lo constituyen.
No
son pocos los casos, gran parte de estos niñ@s alcanzan el repertorio del
idioma castellano en situaciones de trabajo como: cortando hilos en los
talleres donde la mamá trabaja, llevando a otros hermanos a la escuela,
cuidando a otros niños en su barrio, plantando, limpiando, embalando
verdura, armando ramos de flores, vendiendo plantas y flores en changuitos
por la ciudad, levantando baldes con arena, carreteando ladrillos,
alisando paredes, acarreando agua, descargando camiones con mercancías
variadas o en la recolección de residuos con un nuevo carácter de
actividad con patrón.
La
ciudad ofrece a los miembros de estas unidades domésticas diferentes
ofertas laborales según edad y género al que pertenezcan, que incluyen,
paradójalmente, algunas “para la vuelta al pago”: en los
barrios de Constitución en Chacarita u Once, existen cartelitos que
buscan “chicas jóvenes para todo servicio que quieran viajar e
instalarse en el interior del país”, se les ofrece vivienda y comida,
las interesadas puede llamar a un celular que figura en el mismo
cartelito. Otros
hechos sorprenden, por lo evidente, por lo oculto: existen hombres
adultos, algunos con años de residencia en estos barrios que, de la noche
a la mañana viajan a España… siguiendo las huellas de
nuestra historia fueron, en su momento, operarios industriales, con los
avatares se reconvirtieron en mozos y hoy se van España (allá los
esperaría un contrato de trabajo…). Existen
los circuitos de “los ciber” que permanecen abiertos toda la noche, en
los cuales los adolescentes son reclutados para el traslado de mercaderías
ilícitas (hay uno, incluso, frente a un hogar de niños…). Argentina
tienen firmado el convenio 138 sobre edad mínima de admisión al empleo y
el convenio 182 sobre la eliminación de las peores formas de trabajo
infantil que no es escuchado por los capitalistas que contratan a
trabajadores infantiles, provenientes de las distintas provincias
argentinas, criollos o indígenas, como también de países vecinos, los
inmigrantes. En el campo como en la ciudad se les pagan sueldos miserables
aún peor que a sus padres, en forma de vales semanales en rubros como:
textil, calzado, cableado, horticultores, ceramistas, construcción,
limpieza, incluso en la recolección de residuos, que se ha transformado
en la actualidad en una actividad laboral con “dueños”. El
trabajo registrado, “trabajo en blanco, resabio de la gran empresa del
Estado de Bienestar, constituye hoy, paradojalmente, desde un pasado
liquidado lo que a los trabajadores se les muestra como un futuro en su
subjetividad. En realidad la opereta del empleo formalizado desde el
fordismo constituye la cantanta imposible de un presente-futuro: estar en
blanco y que los problemas de empleo se terminen Hoy
el capitalismo se constituye en un circuito masacrador del cual grandes
sectores para sobrevivir deben transcenderlo, con la mirada, con el
pensamiento, con la acción
Intentos
varios, van surgiendo para hacer aceptable ante el sentido común, aquello
que es inaceptable, pero que el sistema de producción actual necesita
para mantener o aún para elevar su tasa de ganancia. La naturalización
de situaciones sociales insoportables, es un mecanismo social de control
que contribuye a hacer invisible tal situación. Por ejemplo, un niño
trabajador si está en el contexto familiar, no es un trabajador infantil
sino que está en situación de aprendiz. Debemos tener en claro que
generalmente el trabajo infantil se construye en su seno de las relaciones
del grupo doméstico; por ser, precisamente, una estrategia del grupo para
sobrevivir.
El
intento por ver como normal al trabajo infantil también abrevó en el
“culturalismo”, se acepta el trabajo infantil como práctica cultural
de siglos de existencia, así los niños provenientes de estos grupos y
comunidades son visibilizados como practicantes de costumbres y no como
trabajadores que están siendo super explotados al lado de sus mayores
también en condición de trabajadores. Se escuchan y escriben frases como
éstas justificando el trabajo infantil: “su cultura así lo exige y es
una costumbre difícil de desarraigar”, “son prácticas
centenarias”, “así están acostumbrados...”
Cabe
acotar que no hago mención al trabajo de ayuda diaria que cualquier chico
puede hacer en su casa, que lo hace ocasionalmente o que le lleva algunos
minutos y no le resta tiempo ni para ir a la escuela, ni para jugar, ni
para ser niño hoy. Hablo de trabajo diario, sistemático, que garantiza
una retribución material o simbólica que a diario ayuda a la
supervivencia, hablo de aquel trabajo que le demanda responsabilidades de
adulto cuando aún es un niño, aquel trabajo que lo desgasta física,
mental y psíquicamente.
Padres
sin sindicatos, niños agremiados
Hoy
el intento de naturalización del trabajo infantil pasa por su agremiación.
Este
pedido de sindicalización de los trabajador@s infantiles, si bien los
visualiza, los petrifica en ese rol de trabajador desde una voz de adultos
sin adultos, sin historia, sin crianza. Los padres de estos niñ@s y
adolescentes, ocupados, desocupados, formalizados, precarizados poseen una
historia de lucha como clase trabajadora que ha sido derrotada desde los
setenta, cuando comienza a evidenciarse una nueva estructura productiva y
laboral en nuestro país y en Latinoamérica y en el mundo.
Sobre
esta derrota, se silencia la voz de adultos trabajadores que no están
sindicalizados en virtud de los cambios del mercado laboral.
Los
trabajadores infantiles, hijos de esta generación de trabajadores
derrotados en sus luchas, cuerpos que parieron esta derrota, se les ofrece
la posibilidad de sindicalizarse: niños de 8, 10 o 12 años deberían
agremiarse como instrumento para su mejora social y la de su grupo.
Si
realmente estamos por la erradicación de trabajo infantil, y entendemos
los fuertes y múltiples vínculos que mantiene este con la estructuración
de la masa empleable en el capitalismo actual, no son serias las
propuestas agremiacionistas a no ser que sirvan para concentrar información
y atraer la plata que bailotea para financiamiento para este sector desde
distintos lugares de mundo.
La
propuesta sindicalista de trabajadores infantiles tiene aciertos en tanto
critica al abolicionismo pero convengamos que tampoco es cierto que se lo
erradique agremiando a fuerza de trabajo de tempranas edades.
¿Si
esto se trata en Francia a nosotros que nos espera?
Presenciamos
la marcha hacia la baja de la edad para la incorporación legal al mercado
de trabajo a nivel mundial: recordemos la lucha por el primer empleo en
Francia, los estudiantes y jóvenes que se movilizarón contra la ley
Villepin, contra el refuerzo de la precariedad laboral, contra períodos
de prueba de 2 años para los menores de 26 años, contra la reducción
del costo laboral en “las zonas francas urbanas” o la exención de
cargas para el contrato del primer empleo (CPE).
Mención
especial merecen los artículos que intentaron habilitar el aprendizaje
laboral a partir de los 14 años para los hijos de los trabajadores, a la
vez que intenta autorizar el trabajo nocturno a partir de los 15 años
destinados a los adolescentes inmigrantes, hijos de los sectores más
vulnerables de la población de Francia. En
los sectores más pobres se concentran los niños trabajadores en virtud
de estrategias buscadas para mantener la sobrevida. Los sectores medios
tienen adolescentes trabajadores en virtud, ya no para sobrevivir, sino
para mantener cierto nivel de consumo estimulado por las empresas. Estos
adolescentes a la vez que mantienen el nivel de compra buscado por el
mercado, son también necesarios por su resonancia como modelos para los
sectores más bajos: se sigue la pauta de compra si bien con mercadería
de inferior calidad. Los
trabajadores adolescentes de clase media, conforman un grupo con
determinado “look cultural” a sostener en virtud de la lógica del
consumo y por sus efectos replicadores en jóvenes de la misma edad pero
de condiciones más humilde.
En
realidad hay todo un giro a nivel mundial con respecto al tema niñez. Se
avanza a acortar la edad para el ingreso legal al mercado de trabajo,
porque el Estado permite trabajar a quienes no decide garantizarle sus
derechos de niñ@s citados por en la Convención de los Derechos del Niñ@,
se desconoce estos derechos universarles y especiales en su condición de
persona en desarrollo, en esta línea se observan los renovados intentos
de bajar la edad de imputabilidad.
No
se está salvaguardando a gran cantidad de mano de obra futura con algún
nivel óptimo para su desempeño futuro en “el mundo del trabajo, con
respecto a salud, educación, madurez, desarrollo, con niveles de
abstracción y creación importantes. ¿por qué? ¿Qué
sucede con estas unidades domésticas cuando los miembros de mas corta
edad entran a un hospital insolado luego de haber trabajado al sol hasta
12 horas, traspasando mediodías con grados superiores a los 41°? Los
niños cosechadores del NOA y del NOE argentino suscitan sus vidas
ayudando a la economía familiar de sobreviva: la canasta básica que
expresa el INDEC no encuentra parámetro cuando un cajón de verdura
cosechada por pequeñas manos, buscadas por esto, por ser pequeñas, es
pagado entre veinte y treinta centavos. No
es un problema de inmoralidad familiar, como cierto discurso impuesto nos
habla, por lo cual esta infancia esté siendo explotada a niveles de
esclavitud junto a sus mayores, ni que le falte a estos niñ@s
sindicalizarse a los ocho años para que le paguen mas o le acorten la
jornada de explotación, o que visibilicen su sufrimiento para llegar a
comer y enriquecer a unos pocos organizándose en gremios infantiles: los
hijos de trabajadores desocupados, trabajadores en negro, o formalizados
precarizados, deben ingresar en el mercado de trabajo a tempranas edades
cuando su desarrollo psicomotriz, el lenguaje, la emotividad, la capacidad
de aprender o de abstracción no han sido aún plenamente desarrollados. No
podemos aportar al cambio económico y social en este país, sin ver a la
niñez trabajadora en relación al adulto con el cual estableció el
particular vínculo de la crianza, vínculo que nos convierte en humanos.
Estos adultos también también trabajan en condiciones de casi esclavitud
y ponen también en riesgo su vida en el pujante capitalismo que nos toca
presenciar: “El
Chaco es una de las zonas donde hay más mortalidad femenina temprana,
mujeres que mueren muy jóvenes, y a la vez una mortalidad infantil muy
alta. Al analizar la información el promedio levanta por la cantidad de
mujeres que trabajan en la cosecha algodonera y lo hacen con su hijo en
las espaldas… Tocan el copo de algodón, que tiene más veneno que otros
cultivos por cuestiones climáticas. Cientos de mujeres sacan el copito
con la mano y a veces el avión fumigador les pasa por encima, inclusive
aparece veneno en leche materna pues la grasa acumula el veneno, aquí está
la causa de la mortalidad de los chicos tan chiquitos, y con esto no pasa
nada, nadie dice nada… Los cientos de chicos que mueren por causas
evitables y nadie dice nada, nadie abre la boca, yo creo que mi disciplina
toma estas cosas y hace por lo menos abrir conciencias.” Lic. Ana María
Liberali – Centro de Estudios Alexander Von Humboldt. www.osplad.org.ar/mundodocente/mundodocente2006/Docente
La
incorporación de grandes poblaciones al trabajo infantil si bien es teñido
hoy con exacervación por una ola culturalista (los incas lo hacían, en
Bolivia todos los padres trabajan junto a los hijos) intenta tapar las
frustraciones, que en estas familias provoca el ver que una nueva generación
mas de los suyos es explotada en campos o en ciudades como les pasó a
ellos, a sus padres y a los padres de los padres. Al comenzar a hablar con
estos padres de trabajadores infantiles y recordar su propia niñez o su
relación con la escuela, recuerdan con mucho dolor el momento del
abandono escolar y el pasaje al mundo del trabajo por lo general efectuado
en casas particulares para limpiar, cama adentro, o en el campo
recorriendo el histórico rumbo de la cosecha. No es vivenciado como
trabajo infantil la labor doméstica de niñas, que por lo general son las
primeras en abandonar la escuela en virtud de cuidar hermanitos en edad de
lactancia o encargadas de acarrear agua, lavar la ropa o esperar a los
adultos y niños trabajadores con alimento cotidiano. En
tanto en la realidad, las unidades domésticas practican estrategias en
situaciones desesperantes que les permitan llevar al hogar el alimento
diario, en virtud de tal los niños son incorporados al mercado de
trabajo. La sobreviva para ellos y su grupo de referencia mas íntimo es
el estigma diario. El problema es que estos niñ@s y adolescentes sin salir a trabajar no sobreviven. Sin adultos organizados, solos, no tienen opción para encontrar otra opción. |
Miriam Tasat
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