Prehistoria del Teatro Maipo |
El Teatro de Revistas tuvo en España no menos de dos siglos de gestación. Su génesis y evolución fue paralela a diferentes líneas artísticas, su auge explosivo y rápida su decadencia. Sin embargo, el género en la Argentina tuvo matices inconfundibles, derivados de la propia historia de un país en formación |
De la Zarzuela al Teatro de Revistas:
En el siglo XVII se iniciaron una serie de originales reuniones artísticas dentro del ambiente opulento que rodeaba a la realeza española, por entonces dominada por los Habsburgo. El rey Felipe IV hizo construir una mansión, cerca de un paraje donde abundaban las zarzamoras, derivando de allí el nombre que le asignaron al Palacio de la Zarzuela y a aquellas ilustres veladas: fiestas de zarzuela, celebradas cuando la nobleza no sabía a qué dedicarse o el tiempo no era bueno para la caza. Los actores contratados comenzaron a intercalar diálogos y música dentro de las representaciones, creándose así, en su afán por entretener a la corte, una nueva modalidad que sería típica del teatro español, la zarzuela. Sus líneas argumentales se vieron marcadas, inicialmente, por una temática que indudablemente debía agradar a la corte: escenas mitológicas, mezcladas con personajes ligados a la realeza; dioses o semidioses que trababan relación con los monarcas, infantas y cortesanos. En el siglo XVIII fueron encauzadas hacia una tónica costumbrista por Ramón de la Cruz. (1)
La influencia de las transformaciones políticas y sociales determinaron modificaciones en los gustos y la zarzuela tendría que imponerse al estilo italianizante que forzaron los borbones al llegar al trono español. Esta singular metamorfosis derivaría en rasgos definitivamente populares en el siglo XIX cuando, en su época más brillante, nacen de su vientre varios subgéneros con suerte dispar, entre ellos, el sainete, la revista, la parodia, la comedia, la opereta y el juguete cómico.
A mediados de siglo, la incertidumbre política dejaba a la península en medio de una fuerte crisis que, sin embargo, no logró que la vida cultural se opacara. Los teatros, moderadamente concurridos, debieron sobreponerse a esos tiempos convulsionados y adaptarse a la necesidad de cambios. Madrid era una urbe de gran movimiento cultural y se gestó un acuerdo tácito entre empresarios, actores y público. Las obras que eran extensas, de varios actos, duraban no menos de cuatro horas, y demandaban un gran esfuerzo de producción y elevados gastos. Un grupo de actores deseosos de fama, apoyado por empresarios ávidos de crecimiento económico, impondría ciertas innovaciones logrando una verdadera transformación cultural en tiempos de revoluciones políticas.
Transcurría el año 1868 y caía la Reina Isabel II; con los vientos políticos que preanunciaban la nueva República aparecía la simple pero fenomenal idea del "Teatro por horas". Era el comienzo del llamado "género chico" y del "Teatro por Secciones". Los actores José Valles, Antonio Riquelme y Juan Luján, en el Teatro Del Recreo, de la calle La Flor Baja, decidieron representar pequeñas obras en un acto y de una hora de duración, con lo cual la gente común pudo presenciar las funciones por un precio accesible; los actores que no habían sido contratados por las grandes compañías de zarzuelas tenían una nueva fuente de trabajo, y los empresarios organizaban el negocio del espectáculo de manera que en sus salas se renovara varias veces la misma obra o se representaran distintas obras en la misma jornada.
Las consecuencias de esta propuesta artística inédita fueron extraordinarias. Era una época en que la cultura urbana madrileña se enriquecía, generando la apertura de gran cantidad de salas teatrales para abastecer la demanda del público. Una gran competencia comenzaba. Se adaptaban los preámbulos, introducciones y finales de zarzuelas para representarlos en menos de una hora. Rápidamente los autores se vieron exigidos a crear obras cortas a un ritmo inusual, y aquel teatrillo El Recreo, ámbito fundacional del nuevo modelo artístico, quedó minúsculo tras el rotundo éxito. Al año siguiente la compañía debió trasladarse a una sala más amplia, al teatro Variedades, situado en la calle Magdalena, que sería señalado como "la catedral del género chico".
Cabe destacar que el término "género chico" no fue tomado, por lo menos en un principio, en sentido peyorativo, sino que aludía a la brevedad de las obras. La primera etapa fue fecunda, aunque algunas críticas señalaran cierta vulgaridad en la nueva estética. Evidentemente, la diferencia con la zarzuela estribaba, en parte, en los argumentos más simples que reflejaban la vida cotidiana madrileña y, que combinados con una música, ciertamente pegadiza, se popularizaron prontamente en tanto que sus canciones se tarareaban en las calles, moradas, fondas y tabernas de la ciudad.
La Revista Madrileña
Habría que esperar dos décadas para que irrumpiera el género revisteril con sus características definidas. Se asistía a grandes transformaciones cuando "en el cambio finisecular, del siglo XIX - XX, en Madrid se fraguó una cultura popular urbana, a través de unas décadas renovadoras en las que España trató de incorporarse al devenir europeo. Fueron años dinámicos, en los que tanto la cultura literaria como la popular, con sus espacios y tiempos para el encuentro y el ocio, crecieron al compás de las transformaciones políticas..." (2) No es de extrañar entonces que el arte se hiciera eco de estas cuestiones y apareciera en este contexto el teatro de revistas, que dentro de los subgéneros que tuvo la zarzuela fue el de mayor originalidad. La idea fue "pasar revista" a los sucesos importantes de un año, meses, o días. Sus antecedentes más cercanos los debemos buscar en la ocurrencia de José María Gutiérrez de caricaturizar lo que sucedía en el orden social y político, a través de lo burlón. Los encontramos en la temporada inaugural "1864" y en las siguientes "1864-1865" y "1865-1866", con textos del propio Gutiérrez y música de Cristóbal Oudrid, ambas con gran éxito, especialmente la última por su despliegue escénico espectacular de actores vestidos con los trajes regionales de las 49 provincias españolas.
Se habían dejado atrás épocas de luchas sociales, corría el año 1886, era regente del trono español María Cristina, hasta que Alfonso XIII cumpliera los 16 años. Se modernizaba la capital peninsular. El gobierno estaba decidido a crear una gran avenida para sanear la congestión céntrica y el osado proyecto tumbaría calles y casas. Este era el inevitable tema de conversación y discusión en todos los ámbitos de la sociedad y los guionistas encontraron allí, precisamente, el argumento ideal para la puesta en escena de la primera revista española: "La Gran Vía", estrenada el 2 de Julio de 1886 en el teatro Felipe de Madrid, con textos de Felipe Pérez González y música de Federico Chueca.
El espectáculo, denominado "revista cómico-lírica-fantástico-callejera", constaba de un acto y cinco cuadros, y trece números musicales. En el primer cuadro alegórico: introducción y polka de las calles, éstas se mueven disgustadas a raíz del anuncio de la construcción de una nueva avenida, y le advierten a la Municipalidad sobre la necesidad de mejoras en la ciudad. Se pasa revista también a los distintos prototipos de la vecindad que discurren sobre temas de eterna actualidad: conquistas amorosas, los males de la política, la delincuencia, los magros salarios, etc. No obstante, el final es de alegría exultante y el baile predomina mientras jocosamente se anuncia que la famosa y discutida avenida se inaugurará "... el 30 de febrero... si funciona el país". Concluyen festivamente, exhibiendo una sorpresiva imagen futurista de Madrid. De esta manera se había echado a andar el nuevo género, que influiría inmediatamente en Latinoamérica y muy especialmente en la Argentina, convertida en la principal "receptora" de la zarzuela y del género chico, coincidiendo indudablemente con el sostenido incremento inmigratorio que tenía nuestro país a fines del siglo XIX y comienzos del XX. Los españoles llegaban con sus bagajes de sueños, esperanzas, y sobre todo con su particular arte finisecular .
Camino al Conventillo
El primer teatro estable en Buenos Aires fue el de La Ranchería, que funcionó en la actual calle Perú entre Moreno y Alsina, desde 1783 hasta su incendio en 1792. Allí, en los carnavales de 1789 se estrenó Siripo, de Manuel José Lavardén, considerada la primera obra con tema y autor criollo. Pasaría todavía un largo siglo para que apareciera el teatro gauchesco, con la obra Juan Moreira, sobre textos de Eduardo Gutiérrez, interpretada, como pantomima, por la Cía. Podestá en 1884, en el picadero circense de los hermanos Carlo y el 10 de Abril de 1886, en su versión hablada, en Chivilcoy, Provincia de Buenos Aires. El teatro nacional daba sus primeros pasos en el Circo Criollo.
El circo, presente desde antaño en el Río de la Plata, comienza una lenta renovación hacia mediados del siglo XIX. De todos modos los cambios serán significativos y acordes con los tiempos sociales y culturales que se vivirán. Sus símbolos, en el último cuarto del siglo, fueron tres extraordinarios payasos: el genovés Pablo Raffetto, experto en lucha grecorromana, el inglés Frank Brown , Rey de los Clowns y José Pepe Podestá, creador del famoso payaso Pepino el 88, el más prestigioso de un clan familiar.
Los empresarios circenses como Raffetto, los Podestá o los hnos. Carlo, alrededor de los años 90, comenzaron a incorporar payadores y obras dramáticas, ofreciendo un espectáculo amplio y variado que iba de la risa al llanto, de la música a la crítica social. Fueron estas notas distintivas las que le dieron al circo, no sólo una misión de diversión o pasatiempo, sino de trascendencia en la formación del acervo nacional, reconociéndosele características de "mediador" entre los diferentes espacios culturales e "integrador" social. (3)
Por ese entonces, la influencia del teatro español en el Río de la Plata fue profunda a través de una variante del género chico, tal vez la más popular: el sainete. Esta "pieza dramática jocosa, en una acto" surgida en el siglo XVII, formaba parte del "fin de fiesta" de los espectáculos españoles. Olvidada en el siglo XVIII, luego de la muerte de Ramón de la Cruz, su principal impulsor, había sido despreciada por la clase culta, pero renacería de sus cenizas a mediados del siguiente siglo, acomodándose perfectamente a la modalidad mencionada del "teatro por horas."
En Buenos Aires, hacia 1890, algunos autores locales, entre ellos Nemesio Trejo, Ezequiel Soria y Enrique García Velloso, comenzaron a alejarse del molde estricto de los sainetes españoles y pintaron los prototipos porteños que fueron apareciendo en el nuevo contexto. En esa Argentina, como ya señalara Luis Ordaz, desde 1890 a 1930, quedaron como saldo del movimiento migratorio más de 3 millones de nuevos pobladores, que intentaron superar "las estrecheces" y "miseria" de sus países de origen. Como consecuencia del "...éxodo del campo europeo a las ciudades argentinas, de manera particular a la ya designada Capital Federal", la Gran Aldea no estaba preparada para recibir "tales aluviones" que "empezaban a apiñarse y desbordar los conventillos ciudadanos... antiguas casonas... divididas en tabucos ... donde se amontonaban familias enteras o media docena de hombres solos, en la más completa promiscuidad." (4 )
He aquí, pues, que el paisaje urbano del Buenos Aires del ‘900 se fue modificando drásticamente. Pedro Orgambide comenta: "... el patio de conventillo... es el escenario obligado del sainete y en el que confluyen dos culturas: la del criollo y la del inmigrante, este patio es el que muestra el teatro de la vida, donde aparecen en escena los verdaderos personajes de fines del siglo pasado y comienzo de éste." (5)
Ciertamente el sainete, acordando con opiniones autorizadas, puede ser definido, por ejemplo, como: "obra de evasión, impregnada de sentimentalismo y propósito didáctico, mediante el cual el espectador adhiere tácitamente a la escala de valores propuesta, siendo su misión entretener y moralizar"(6), pero además podemos sostener, en un sentido más general y cotidiano, que fue con este género - tal como pasó con el circo criollo- que el inmigrante pudo reconocerse en sus penurias, nostalgias y tristezas, y a través de la burla y el estallido de la risa, hacer más llevadera su adaptación al medio. El lunfardo y el tango aparecieron en este ámbito.
Desembarco en la Reina del Plata
La aludida revista española La Gran Vía se conoció en Buenos Aires el 21 de septiembre de 1887, por Clotilde Perales y Eliseo San Juan. En 1890 se estrenó La Nueva Vía, parodia criolla de la anterior, aunque sin mayores novedades y, es al filo del nuevo siglo, el 27 de enero de 1898, cuando aparece la primera revista considerada por la mayoría de los especialistas, como auténticamente criolla: Ensalada Criolla, estrenada por los hermanos Podestá, nuevamente presentes en un hecho artístico trascendente para la escena nacional, en el Teatro Circo General Lavalle (Libertad y Tucumán), con letra de Enrique de María y música de Eduardo García Lalanne. Sin embargo, esta "revista callejera" no se aparta demasiado de la madrileña, y los tres rateritos peninsulares se convierten en tres cuchilleros al son de un tango zarzuelero.
Es necesario señalar que además se mencionan como antecedentes revisteriles las obras porteñas: El sombrero de Don Adolfo (1874), caricatura político dramática de Casimiro Pietro Valdez, en la que el protagonista es Adolfo Alsina, compartiendo con Sarmiento y Avellaneda un marco de corrupción política, o Las locuras porteñas (1876), del francés Luis Forlet y, muy especialmente, Don Quijote en Buenos Aires (1885), del español Eduardo Sojo, denominada por su autor: "revista política en un acto", y que debido a la fecha de estreno, 24 de octubre de 1885, antecede en dos meses a La Gran Vía madrileña. Tomando en cuenta este detalle algunos sostienen que "... nuestra revista...no tiene origen zarzuelero." ( 7)
Los cimientos del Maipo
En los primeros años del siglo XX se acentúan los rasgos de la impronta inmigratoria. Paradójicamente, en tanto que una economía agroexportadora dejaba saldos a favor en el comercio exterior, y en líneas generales había una tendencia a la prosperidad económica, el descontento social se evidenciaba en los ánimos de vastos sectores de la población.
En la Argentina del Centenario se construía un complejo juego de tensiones. Si bien el modelo de apertura motivaba el ingreso de miles de inmigrantes por día, había señales de alarma, sobre todo en una parte importante de la clase culta que exteriorizaba patéticos arrebatos nacionalistas. Patotas juveniles de niños bien arremetían a los tiros contra los gringos anarquistas. Era el revés de una trama que mostraba asimismo sindicatos que se organizaban y crecían. En estas circunstancias, los esperados y sonoros festejos del Centenario iban a transcurrir bajo un clima de enfrentamientos y amenazas que preanunciarían cambios importantes en el país.
Mientras todo ésto tenía lugar, desde Buenos Aires, que a la sazón contaba con 1.300.000 habitantes y era una de la urbes más grandes del mundo, sus dirigentes políticos ordenaban la construcción de caminos, canales, vías férreas, o la explotación del petróleo recientemente descubierto en el sur. Es en Mayo de 1908, prácticamente con el inicio de los preparativos de los festejos del Centenario, y en medio de una etapa fecunda en obras literarias y artísticas, cuando abren dos nuevas salas teatrales en la ciudad: el Colón y el Scala. El primero sería el "Templo de la música culta", el segundo el ámbito en el que, tiempo y hados mediante, se forjaría la "Catedral de la Revista". Los cafés-concierto
Hacia fines del siglo XIX, cuando el género chico ya se había instalado en la Argentina con sainetes, verbenas y gran vías, se hace mención en el diario El Nacional de las características de un negocio floreciente por entonces: los cafés-conciertos Los Andaluces (Maipú y Lavalle) y Brasserie Concert (Corrientes casi Suipacha). En el primero se presenta María, llamada la Bebedora y Soledad, que por su poca soltura provoca irónicos aplausos; Paca la Jamona, de brazos desnudos y mirada altiva, muestra primero el tobillo, lo que incita a los clientes, quienes en éxtasis, piden más, Paquita exhibe, entonces, sus ligas y luego "amablemente sus jamones". Luego aparece Pepa de Oro al son de las guitarras: "erguido el busto, levanta las manos hasta unirlas en la cabeza, comienza a mover las caderas hacia uno y otro lado". Ante el tumulto que ésta provoca aparece para acallarlo Antonio, el Sevillano, entonando un cantejondo, tan subido de tono para la época, que el periodista no se atreve a incluirlo en la nota.
No es muy diferente la descripción del afrancesado Brasserie-concert; el diario atestigua que atienden allí cuatro camareras bien dotadas. Participan Charles, de frac y corbata blanca, con una chansonete picaresca, y Denise, pequeña mujercita que con un corsage encarnado, que envuelve su pequeño busto, canta un cuplé militar, dirigido a los escasos militares presentes entre el público; ante su indiferencia, se aleja con un: "Rataplán... plán... plán!". Mizelle Henriette realiza su actuación acompañada por el público: "Turlutú... Turlutú... Turlutú". Y llega Osvals, quien con frac amarillo y galera, pantalones blancos a cuadros azules y bastón entona su canción mientras las fillies del café pasan insinuantes y deliberadamente por es trechos pasillos que dejan las mesas de los clientes. (8)
Alrededor de 1910 estos locales se mencionan como: "... pequeños teatros, en donde, por regla general, la concurrencia es puramente masculina y los espectáculos consisten, generalmente, en números de canciones con letra algo libre y, a veces, del todo, razón por la cual no asisten señoras y niñas a estos locales, estando por otra parte la mayoría de ellos destinados también a 'bars', para lo cual dispone el auditorio de mesitas en la platea, 'hall' y galerías altas." (9)
Como se advierte, una moral victoriana influye en la sociedad, particularmente en la elite, por medio de la educación en los colegios católicos, que importada de Europa perfecciona la moral hispanocolonial, tornándola más intransigente aún. En consecuencia, las mujeres de principio de siglo que pretendieran llamarse "decentes", debían evitar todo tipo de encuentro que pudiese ser comentado, y mucho menos asistir a ese tipo de espectáculos.
Otro detalle revelador es que, por la misma época, la Revista Eclesiástica calificaba a estos cafés como "inmorales" e inclusive la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires frecuentemente multaba a estos centros de diversión atendidos por "camareras". (10)
Génesis de un sitio mágico
Hernando de Mendoza, hidalgo asunceño, fue uno de los acompañantes de Juan de Garay en la fundación de Buenos Aires, el 11 de junio de 1580. Ni en sus más fantásticos sueños de grandeza se le ocurrió que en el terreno, que recibiría como merced el 17 de octubre del mismo año, anidaría un espacio destinado al brillo y la magia de las candilejas. En aquella adjudicación de tierras vírgenes, asignadas por su participación en tamaña empresa, obtenía el predio delimitado por las actuales calles Esmeralda, Corrientes, Maipú y Lavalle, donde se erguirían sucesivamente los teatros: Scala, Esmeralda y Maipo.
Aunque el arte, en los tempranos tiempos coloniales, se limitaba a las reuniones familiares, en las que ejecutaban guitarra y arpa para acompañar la danza de los contertulios, rápidamente, durante las fiestas religiosas, aparecieron los festejos populares en torno a cuyas "músicas cantadas" se daba cita la naciente sociedad porteña. Las diversas interpretaciones se realizaban en escenarios improvisados, y recién avanzado el siglo XVIII aparecieron, como señaláramos, los primeros teatros. (11)
Por Real Cédula del año 1769 y a instancias del Obispo de Buenos Aires queda organizada la ciudad en seis parroquias: El Socorro, Concepción, Monserrat, La Piedad, La Catedral y San Nicolás. En esta última quedó el terreno que fuera propiedad de Hernando de Mendoza.
A la actual calle Esmeralda se la denominaba Calle del Retiro porque llevaba a la quinta del mismo nombre, propiedad de Don Agustín Robles, desde 1738 se la llamó San Pablo, a partir de 1774 San Juan, por la iglesia del mismo nombre, en 1807 Correa, por el Teniente de Fragata muerto en acción durante las invasiones inglesas (12) y, a partir de 1822, Esmeralda, debiendo este nombre a la Fragata española que fuera apresada en el Puerto del Callao el 5 de noviembre de 1820, hecho muy festejado en Buenos Aires, pues ponía fin al poderío español en el Pacífico. (13)
SCALA: café-concierto - Teatro Aristocrático
Sobre esa parcela de la calle Esmeralda, hacia 1892 funciona la empresa "R. Barrera", cuyo dueño era Estel Corradi, y es en el año 1906 cuando comienzan los trabajos de demolición para dar paso a la construcción de un café-concierto. (14)
En dicho solar se inaugurará, en 1908, el Scala, calificado por José María Calaza quien realizara a principios del siglo XIX una investigación sobre el estado de los teatros en Buenos Aires- como un café-concierto, aunque lo asemeja a un teatro por su distribución interna y platea. "Se encuentra -decía- en la calle Esmeralda, números 437 al 445, entre las de Corrientes y Lavalle, en la acera que mira al oeste, en la manzana formada por las calles nombradas y la de Maipú... ... El edificio forma parte de una vasta construcción de seis pisos, de los cuales los cinco superiores están destinados a escritorios y casas habitaciones para familias. La planta baja se halla ocupada por los vestíbulos y escaleras de acceso al café...El piso de la platea es de madera y el de los corredores de los palcos bajos y de balcón son de cemento armado cubierto con madera...El techo de la sala es de azotea movible en parte, la que se hace deslizar por rieles, mediante una grúa a mano...
...Esta sala - continúa Calaza - aunque de reducidas dimensiones, presenta un golpe de vista agradable por su decorado y su moblaje; y la tapicería de felpa color celeste armoniza notablemente con el plafond que es de fibrocemento decorado... La capacidad de la sala era... planta baja...338; primer piso... 112; Total: 450."
El informe además consigna que no hay calefacción y que la ventilación se efectúa por medio de las puertas y ventanas y también por la parte que deja libre el techo. El alumbrado es eléctrico. El escenario tiene las siguientes dimensiones: ancho 12,70 m; profundidad 3,40 m; su altura total es de 11,70 m; ancho de la boca: 6,30 m y un foso con dos escaleras que lo comunican con el piso y otras dos dan acceso a los camarines. (15). El martes 5 de mayo de 1908 es la primera mención de la inauguración del Scala para dos días después. "Para el próximo jueves se anuncia la APERTURA de este nuevo teatro, ubicado en la calle Esmeralda 445/447 y, que por el crecido precio de las localidades, debe debutar en él una compañía de primer orden. Es el Administrador del nuevo teatro H. Vernier". (16)
El 7 de mayo de 1908 se anuncia "SCALA, EL TEATRO ARISTOCRATICO" Esmeralda 447. Hoy 7 APERTURA. Entrada general $ 2,50. Tertulia de platea $1. Función todas las noches". (17)
La Argentina había comenzado el año con el cierre del Congreso en el mes de enero, decidido por el Presidente Figueroa Alcorta, quien al mes siguiente sufriría un fallido atentado contra su vida. Buenos Aires, asistía a la fundación del Aeroclub Argentino y a la de dos grandes clubes de fútbol, que con los años serían acérrimos enemigos: San Lorenzo de Almagro y Huracán. Dos semanas antes de la inauguración del nuevo Teatro Colón y del estreno de El fusilamiento de Dorrego de Ezequiel Gallo - considerada la primera película argentina con argumento- aparecía el teatro "Aristocrático" Scala.
Ese otoñal 7 de mayo, entraron al país 4704 personas y se registraron 1473 salidas, reflejando el constante saldo migratorio positivo que se daba en los últimos años. (18) El centro de la ciudad tenía una gran actividad y la aglomeración de transeúntes y vehículos en la zona anticipaba consecuencias viales que serían corrientes en un futuro no muy lejano. Un ejemplo de ello es que en tanto se vendían las entradas para el primer espectáculo del nuevo teatro, a pocas cuadras, ocurría un hecho policial reflejado en los diarios: sobre la misma calle Esmeralda, a la altura de Charcas, un violento choque de "un automóvil y un carruaje particular" dejaba tres heridos y severos "desperfectos mecánicos". (19)
A la mañana siguiente se publicaba también la crítica teatral sobre el estreno: "ANOCHE tuvo lugar la apertura de este nuevo 'music-hall', situado en la calle Esmeralda entre Corrientes y Lavalle, con una compañía de variedades que se dedica casi exclusivamente a las representaciones de revistas alegres. La primera que se ha dado es LA REVUE DE LA SCALA del Sr. Vernier. Administrador de este music-hall". (20)
Es significativo que la publicidad de los diarios lo calificara: "Scala, el teatro aristocrático". Sin duda se correspondía con la afluencia de un público de cierto nivel socioeconómico, típico de la calle Esmeralda de aquel entonces, con gran influencia francesa; de allí que la mayoría de las atracciones que se presentaban fueran extranjeras, sobre todo de origen galo, aunque también las había de diversas nacionalidades europeas.
Su cartelera, contrariamente a lo que ocurre hoy, cambiaba casi a diario. Entre las principales figuras que actuaron en los primeros meses se destacaron cantantes de origen español, inglés, francés e italiano. Algunos son mencionados como cantantes "cómicos" o "excéntricos". También se lucieron malabaristas y ventrílocuos.
Osvaldo Sosa Cordero define las características de la sala de la siguiente forma: "El Scala, que lleva el nombre de un popular teatro parisiense de variedades, fue considerado como el tercer ‘music-hall’ de Buenos Aires (después del Casino y el Royal). Su estilo era el del cuplé picantito, diálogo alegre, travieso can-can y el no menos sensual "turkey-trot" y los encantos de las chicas rigurosamente cubiertas con maillots de un sugestivo rosa pálido. Se representaban operetas, vodeviles, revistas breves que alternaban con varietés; frente a un público retozón, ‘amigo de la jarana’ ". (21)
En abril de 1912, el teatro Scala contaba con nuevos dueños. El día 2 de ese mes, la empresa Sociedad Anónima South American Tour anuncia a la "Gran Compañía de Variedades y Atracciones", ofreciendo un variado programa: Las Ocho Sydney Girls, cantantes y bailarinas inglesas. La Belle Cerise, cantante y bailarina inglesa. Opereta en un acto "La Princesa Mimosa" (22)
Pero unos meses después, con un anuncio de reformas desaparecería su nombre definitivamente. El 10 diciembre de 1912: Es la "ULTIMA FUNCION Y CLAUSURA del teatro para efectuar con rapidez las obras de ampliación. La Revista de Chicot y el Maestro Faini representarán desde el jueves en el teatro Casino. Empresa Sociedad Anónima South American Tour." (23)
Esta es la última noticia del teatro Scala, hasta que en octubre de 1915 reaparece con otro nombre: Teatro Esmeralda.
Teatro Esmeralda (ex - Scala)
El mundo se encontraba convulsionado por la Primera Guerra Mundial. El presidente argentino, Dr. Victorino de La Plaza, se mantenía neutral e intentaba resolver la crisis económica derivada del conflicto. En medio de una frenética actividad política en el país, en el marco de la nueva Ley Electoral, volvían las luces del espectáculo al recinto de la calle Esmeralda, después de tres años de un largo silencio. Los diarios del 1º de octubre de 1915 informaban: "Se INAUGURA esta noche el Teatro Esmeralda que ocupa locales del antiguo Scala, muy reformado. La nueva sala es agradable, moderna y elegante; por el tono claro de su decorado y sencillez en la ornamentación; 300 plateas, bastantes palcos, carece de paraíso y tertulia. Compañía Lebrey presentará ´Mom Bebé´, arreglo hecho por Hennequin."(24) José Costa es el nuevo dueño, empresario también del Majestic, le cambia el nombre a la sala por el de la calle en la que se encuentra, y da un giro a los espectáculos con secciones combinadas de cinema y variedades, promocionándolos como "estrictamente familiares".
El 6 de noviembre de 1915 se produce la inauguración del cinematógrafo (25) y pocos meses después, el 1º de enero, anuncian el "Cinema de lujo popular. Techo descubierto y al Dueto cómico Negri - Appiani." (26)
A las 17 hs. del 16 de setiembre de 1916 el Esmeralda es el escenario para el debut formal como atracción varietesca del dúo Gardel - Razzano, con un repertorio variado y acompañados por el guitarrista José Ricardo. El célebre dúo volvería a presentarse en ese escenario el 14 de octubre de 1917, estrenando, en horario nocturno, el tango Lita, luego llamado Mi noche triste, considerado el primer tango-canción. (27)
En la mañana del 13 agosto de 1922, se comunica al público la ultima función del teatro Esmeralda. Se presentan para ese espectáculo Pilarica y Pitcher; Isabelita López, Los Santos Ferry, Trío Maryland, Los Adolfi, equilibristas. Estreno El burlador burlado y El beso furtivo. (28)
La Apertura del Teatro Maipo
Se anuncia la inauguración del Maipo: "MAIPO (ex – Esmeralda) Esmeralda 443 – U.T.: 1982. Avda. Empresa Humberto CAIRO. Hoy INAUGURACION con un extraordinario programa cinematográfico. Gran orquesta bajo la dirección del maestro Carlos MACCHIAVELLI y los tres estrenos: Nati, la Bilbainita, bailarina española; Teresita Zazá, celebrada coupletista; Mario Pardo, célebre cantor nacional a tres guitarras." (29).
Era el 14 de agosto de 1922. El Esmeralda pasaba a ser historia, se iniciaba otra etapa. El mismo ámbito se convertiría en un templo profano y paradigma urbano del arte popular y del divertimento: el teatro Maipo.
El teatro de revistas tuvo en España no menos de dos siglos de gestación. Su génesis y evolución fue paralela a diferentes líneas artísticas, su auge explosivo y rápida su decadencia. Sin embargo, el género en la Argentina, tuvo matices inconfundibles, derivados de la propia historia de un país en formación. Desde fines del siglo XIX convivió con el "teatro mayor", el circo, el sainete, el café-concierto y muchas otras manifestaciones artísticas, para recién alcanzar características propias en la segunda década del XX, en un Buenos Aires orgulloso y pujante.
El tango, la canción del suburbio, olvidaba su origen de lupanares y burdeles para ocupar escenarios céntricos y brillar en las capitales europeas, y también el lunfardo, esa mezcla de voces, parte del lenguaje del Buenos Aires cosmopolita, nos identificaban. Al mismo tiempo se configuraba la revista porteña en momentos en los que la Argentina sobresalía económica y culturalmente en el contexto latinoamericano.
El Maipo, se instalaba sobre los cimientos del Scala y del Esmeralda, los dos legendarios teatros que le legaban su espacio mágico. No sería café-concierto, varieté o cinematógrafo, que tan bien supieron ofrecer al público sus antecesores, sino la manifestación más acabada del espectáculo revisteril, con todo su brillo, atrevimiento y desfachatez. Sus estrellas, verdaderas luminarias del espectáculo, hermosas mujeres y capo-cómicos de excepción, transitarían el humor, la música, la picardía y, por supuesto, la sátira política. Si desde un comienzo competiría por el liderazgo en el rubro, sin duda, la calidad de sus espectáculos y su larga permanencia, por más de ochenta años le han hecho merecer, con absoluta justicia, el título de la Catedral de la Revista. Hemos conocido parte de su prehistoria, narrar su fecunda trayectoria significa escudriñar casi un siglo de vida argentina, pero ésta...es otra historia. |
Notas |
1) SANTIAGO Y MIRAS, Ma.ANGELES, La Zarzuela y el género chico, Revista Espéculo, 2001. 2) CARRASCOSA VARILLAS, JOSE ANTONIO, El Madrid de 1900, espacios populares de cultura y ocio, Fusi, J P. Ed. Espasa Calpe, Tomo 5. Madrid.1989. 3) GAMBACCINI, ANA, El Circo Criollo: Un Fenómeno de la cultura popular y la comunicación. www.felafacs.org /dialogos/pdf38/10Gambaccini.pdf 4) ORDAZ, LUIS, Frustraciones y fracasos del período inmigratorio en los "grotescos criollos", Revista Espacio de Integración Teatral, Buenos Aires, 1989. 5) REVISTA LA MAGA. 8-07-02. 6) MARCO, SUSANA Y OTROS, Teoría del género chico criollo, Ed. Eudeba Buenos Aires, 1974. 7) DIEGO, J. A, Tu nombre- Buenos Aires- en el teatro, Todo es Historia, Nº 163 p. 70. 8) DIARIO EL NACIONAL 6-10-1891, 12-10-1891. 9) CALAZA, JOSÉ MARÍA, Teatros, su construcción, sus incendios y su seguridad Ed. Talleres Gráficos Penitenciaría Nacional Buenos. Aires, 1910. 10) BOSSIO, JORGE ALBERTO, Los Cafés de Buenos Aires, Ed. Plus Ultra. Buenos Aires, 1995. pp. 287-288 11) CORDERO, HÉCTOR ADOLFO, Como era Buenos Aires. Desde su Fundación hasta el S.XVIII, Ed Plus Ultra, Buenos. Aires, 1980, p 72 y sig. 12) LUQUI LAGLEYZE, JULIO A, Las Calles de la Trinidad, Todo es Historia, Nº114 13) OCHOA DE EGUILEOR, JORGE, Manual de Buenos Aires. 1823. Municipalidad Ciudad de Bs. As.1994. 14) ARCHIVO DE PLANOS DE AGUAS ARGENTINAS. Plano aprobado 19-07-1892. Legajo Nº 6892 RA 15) CALAZA, JOSÉ MARÍA, Ob. Cit. 16) Diario "La Argentina" año 8, 5-05-1908. 17) Diario "La Argentina" año 8, 7-05-1908. 18) Diario "El País" 8-05-1908. 19) Diario " La Nación" 8-05-1908. 20) Diario " La Argentina" año 8, 8-05-1908. 21) SOSA CORDERO, OSVALDO, Historia de Los Varietés de Buenos Aires. (1900-1925), Ed. Corregidor- Buenos Aires, 1978. 22) Diario "Tribuna" 2-04-1912 23) Diario "Tribuna" 10-12-1912 24) Diario "El Diario" 1-10-1915 25) Diario "El Diario" 6-11-1915 26) Diario "El Diario" 1-01-1916 27) SOSA CORDERO, OSVALDO, ob. cit. pp. 68-69 28) Diario "La Prensa" 13-08-1922 29) Diario "La Prensa" 14-08-1922 |
Carlos Szwarcer
Publicado en "Todo es Historia" Nº 436. Noviembre de 2003, Buenos Aires. Argentina.
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