Carta ciudadana desde el Paraguay (198) |
Silvio Rodríguez,
el mítico trovador revolucionario, en Paraguay Empapado de melodías y de algo más, escribe: Chester Swann |
Luque, 2 de agosto de 2009 |
La
tarde estaba inestable, triste y gris como los espíritus enlutados de los
deudos de las víctimas del Ykua Bolaños, quienes no se dejaron arredrar
por las intermitentes aguas del cielo; quizá pensando en lágrimas de la
Naturaleza asociadas al aniversario del luto nacional.
Pero la tristeza de esa tarde no tardaría en diluirse en una
mezcla de rabia, alegría y esperanzas. Todos
los simpatizantes de la Nueva Trova nos apropincuamos hasta el lugar de la
cita ineludible con Silvio Rodríguez, quien durante los oscuros años de
la tiranía fue nuestro estandarte de resistencia… y aún lo sigue
siendo en esta larga peregrinación hacia la inalcanzable tierra de
promisión. ¿Cuántos de
nosotros no hemos mamado de la leche de su poesía en esos tiempos de
clandestinidad? Hasta este
guitarrero y ladrautor que les escribe se ha nutrido con los vates de la
protesta y la utopía. Desde
el recientemente fallecido Pete Seeger, pasando por Joan Baes, Bob Dylan
hasta los juglares latinoamericanos del momento.
¡Y qué momento! Bueno.
Pues allí estuvo, puntual como lord inglés y directo como lo que
es: un juglar de tomo y lomo. Tras el introito protagonizado por el gran Ricardo Flecha y
sus excelentes músicos que están fuera de todo comentario por lo
conocidos, llegó el gran momento de conectarnos con el gran ausente de
estos años, quien, después de mucho tiempo de desearlo, llegó por fin a
nuestras mediterráneas playas. La
lluvia y el frío no fueron suficientes —ni la amenaza de la
influenza— para detener la avalancha de público sediento de poesía y
buena música que nos esperaba allí; detrás del palacio de López, como
haciendo una tregua entre sus otrora represivos fantasmas y el pueblo.
Desde humildes hasta encopetados aplaudieron, gritaron, corearon a
la mítica trova cubana de Silvio. Pese
a las restricciones de la guardia pretoriana —que nunca falta por esos
lares—, los deudos y familiares del enlutado recuerdo del primero de
agosto fatídico, oudieron ingresar con fotos de sus seres queridos para
agitarlas frente al proscenio durante el homenaje. Destaco
también la invalorable presentación de Trobarroco, quien lo acompañó
con esa impecabilidad —valga
el neologismo— y profesionalismo digno de un juglar de postín.
Micael, creo que se llamaba, con el tres cubano y sus cuerdas
aceradas dieron el toque autóctono a sus melodías, en compañía de una
flautista excepcional, guitarrista, batero y bajista profesionalmente
sobrios, quienes pusieron un marco digno a sus composiciones. Es una lástima que no pueda citarlos por sus nombres, que mi memoria está luchando con Mr. Alzheimer, pero valen sus notas cadenciosas y ritmo antillano que casi enloquecieron a los presentes y es lo que vale. Ni la mojadura pudo con el calor humano de los protagonistas de esa tarde: trovadores y público enardecidos y unidos en una sola alma colectiva. Ojalá… se repita. |
Chester Swann Ex periodista, cantautor, escritor y diseñador gráfico, entre otras maneras de perder tiempo sin perecer en el intento. |
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