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Carta ciudadana desde el Paraguay (239)

Luque, Paraguay, 30 de octubre de 2009

Estos mal llamados parlamentarios no escarmientan. Sus partidos respectivos tampoco, pues hace varios años que gente de pocas luces y opaca intelectualidad habita en las listas sábanas de los mismos, no sé con qué criterios, si los hubiere. Muchos próceres de antaño y de ahora, como Blas Riquelme, Jaeggli y similares, apelaban al recurso de Hábeas Propinus para ubicarse en las listas de prelación como si comprara de antemano sus curules, sin otro mérito que su solvencia económica.

Lo de la solvencia moral ya es harina de otro costal, que no es requisito sinæ qua non para ingresar a la palestra política. Bueno, toda esta introducción viene a cuento de las vergonzosas escenas vividas en vivo y en directo en el senado, cual ridículo reality show para idiotas e infradotados. No es necesario analizar las causas de esos enfrentamientos poco digno de legisladores de la nación; pero sí, la paupérrima formación intelectual de quienes allí se lucen como pavos reales; puras plumas y nada más.

Pareciera que los partidos eligen a los más maquiavélicos y astutos para su dirigencia, desdeñando a los intelectuales austeros y honestos, que a veces los hay aunque no son tenidos en cuenta. Sólo a morralla accede a las listas electivas y los afiliados o simpatizantes no ponen coto a éstos dejándoles hacer. Las bochornosas escenas vividas en el senado dan la impresión de que se trata de imponer caprichos que no ideas por la fuerza de los puños. El debate está impregnado de estiércol e inmundicias orales en lugar de ideas y argumentos esclarecedores.

¿Es éste el estado que hemos creados en nombre de la democracia representativa? Espero que los ciudadanos recapaciten y tornen a la cordura, sancionando a la canalla con votos castigo. Otra estupidez del legislativo es poner el palo en la rueda del ejecutivo para después acusarlo de inoperante e inepto; algo así como el perro del hortelano.

La tremenda orfandad intelectual de nuestros “representantes” es de dar pavor y mueve a desazón. No es difícil administrar un estado, con patriotismo, con creatividad, con transparente honestidad y celo por la excelencia. En cambio, se opta por los parches, por políticas asistencialistas que más parecen compras de lealtades, y con “secretos” para ocultar lo relativo a sus gestiones, no siempre dentro de las leyes.

Pienso que son los simpatizantes de base de los partidos, quienes deben proponer a sus mejores referentes para dirigirlos y, eventualmente, administrar este país en función de gobierno que no de simple “mando”, por si acaso se les olvida que estamos —o queremos estar— en una república y no en un enclave feudal.

Chester Swann Ex periodista, cantautor, escritor y diseñador gráfico, entre otras maneras de perder tiempo sin perecer en el intento.

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