Carta ciudadana desde el Paraguay (200) |
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Luque, 5 de agosto de 2009 |
Tras la aparente ¿victoria? Del reconocimiento del presidente del Brasil: Luiz Inácio Da Silva (léase Lula) y del reluctante Celso Amorim, acerca de las reivindicaciones de nuestro país, los negociadores intentarán volver a la carga. Esta vez hacia ashá, al sur, donde también algo nos deben, dicen que… Alguien dijo una vez que nunca segundas partes fueron buenas, y me barrunto en el caletre que esta será una de ésas. No debemos olvidarnos de la famosa picardía rioplatense que bien se las trae y su fama no es para nada una leyenda urbana. Evidentemente no soy el más indicado para alertar a los futuros negociadores de este entripado, pero no estaría de más que preparen sus pertrechos argumentales para el duelo. Tanto Itaipú como Yaciretá (grafía porteña, por supu), fueron el producto de la Guerra Fría y las dictaduras del Cono Sur sustentadas por el State Department. No es de extrañar que entre un tiburón y una sardina se firmen contratos asimétricos por no decir injustos; que el pez grande, según el filósofo Perogrullo, se manduca al menor. En realidad las políticas energéticas fueron impuestas desde las alturas áulicas del parnaso político mundial. No se debe olvidar que muchas industrias pagan caro la energía y mano de obra en el Primer Mundo; ergo, éstas se mudan al Orbis Tertius para reducir costes. Por lo general las industrias multinacionales, especialmente las automotrices y algunas de ese jaez —por lo general de alto impacto ambiental— son obsoletas pero sujetas a las reglas del embudo y buscan enclaves poco regulados parea seguir medrando y contaminando en otros patios. Así, la Ford, General Motors, John Deere y algunas más sofisticadas como Volkswagen, Fiat y Daimler Benz, se han mudado más al sur para aprovechar tales ventajas. Mas con éstas, también llegaron las electrointensivas, las productoras de plásticos y toda esa morralla industrial que ya no tiene cabida por sus altos índices de contaminación en Europa y los EE.UU. donde huelen mal hoy por hoy. Entonces… nosotros somos los indicados para jugar con esas batatas calientes de las industrias contaminantes. No sé si me captan. Por ejemplo: los plásticos con dioxina, ftalatos, PCV y otros, muy utilizados por los supermercados y otros negocios afines para “envolver” sus ventas y ensuciar calles, plazas, arroyos y parques con toda esa inmundicia no biodegradable sin pagar tasas ni multas. Como veis, los latinoamericanos somos conejillos de indias de los abortos de la química mundial… y nuestra potencia energética quizá les sirva a éstas para inyectarnos más basura plástica. Estaría bien que utilicemos energía para ahorrar en importaciones de petróleo; para mover transportes, cocinar alimentos, hornos de cerámica y mil cosas más; pero sería un despropósito permitir en nuestro país industrias contaminantes sólo para ahorrarles costes a las transnacionales y aumentar sus márgenes de lucros. Creo que es hora de despertarnos y dejar de ser gilipollas comprando espejitos. Negociemos, pero para bien del país. |
Chester Swann Ex periodista, cantautor, escritor y diseñador gráfico, entre otras maneras de perder tiempo sin perecer en el intento. |
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