Proemio y preludio
De "Bodas de Silencio"
Chester Swann

Este poemario breve nació de la necesidad visceral de una suerte de inventario necrológico del extinto (y absurdo) siglo XX; la de hacer una autopsia obligada; de vivisectar un tiempo violento que aún se niega a morir y deja su nefasta herencia de sombras al siglo XXI.

No me ha movido el interés ni la necesidad de poetizar —valga el neologismo— los acaeceres de una vida ajetreada, dedicada a la expresión comunicativa. Tampoco ha sido su leitmotiv el depellejar la estolidez de las masas para dejar en carne viva las conciencias ¡válgame dios! sino simplemente ir a las fuentes de mi propia vida y desnudar un espíritu rebelde y contumaz que me posee desde mi llegada a este Valle de Lágrimas.

Esta especie de testamento pre mortem me ha de sobrevivir sin duda, ya que está destinado a las generaciones juveniles del futuro. Mas en estas líneas vivirá la rebeldía de alguien que se ha negado al facilismo y a la prostitución de su conciencia a trueque de los denarios de algún Sanhedrín conservador. Pocos días me faltan para cumplir sesenta y siete inviernos julianos; y no sé cuántos me esperan aún, en esos caóticos senderos que debo transitar; pero aguardo tranquilo la inevitable transición que me convertirá —en olvido o en leyenda, lo mismo da—, o en alguien que hizo de la resistencia y el combate a la estupidez su estandarte y pendón.

Esa solitaria brega, ajena a grupos, clanes, claques “escuelas” o “tendencias”,

que me ha llevado a enfrentar el génesis de la mediocridad conceptual, es la que me hizo parir (no sin dolor) este breviario. Si ha existido otra motivación ajena a lo expresado en párrafos anteriores, ya escapa a mi conocimiento u objetividad.

De todos modos lo hecho, hecho está y disculpen la variedad temática, que esto es meramente testimonial.

Sólo me queda recordar al paciente lector la necesidad de reflexionar acerca de las realidades y los mitos —heredados de antaño pero siempre vigentes—, y el ejercicio de la Razón y la filosofía, antes que la ceguera y la obnubilación de esa absurda entidad llamada Fe.

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