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Carta ciudadana desde el Paraguay (238)

Luque, Paraguay, 29 de octubre de 2009

Mucho se habla, se pontifica, se declama en tono doctoral, sobre el derecho a la prensa libre… para los propietarios de medios privados y empresas de “:comunicación”, claro. No para el público. Éste último sólo recibe —previa pasada por el colador— noticias e información tendenciosa, unívoca e interesada… cuando no basura pre-digerida, chismes o simple propaganda comercial. La información que realmente interesa a la opinión pública es generalmente ocultada, podada o “retocada” como imagen de Photoshop. A veces esta prensa de masas, trata al público como a retrasados mentales, hasta hacerlos sentir de verdad como zopencos; como por ejemplo: la televisión, que bien se las trae.

De acuerdo al investigador ruso-canadiense Daniel Estulín, el nivel deseable de educación media de las masas ha descendido en los últimos cincuenta años, merced a directivas de la propia UNESCO y los beneméritos planes financiados por el Banco Mundial, el FMI y el BID, todos ligados a grandes intereses privados. Por ello, las masas son altamente manipulables cual estólido rebaño de ovejas, con unas simples palabras claves repetidas hasta el hartazgo, como “terrorismo”, “libre prensa”, narcoguerrilla, fashion, modas y otras de similar jaez.

Y esta misión corresponde a la gran prensa mundial, unida en coro monòdico a los oscuros designios de un futuro Nuevo Orden Mundial de características orwellianas. Y que conste que esto no es fruto de una paranoia, ni de la fantasía de escritores de ciencia-ficción, sino una realidad omnipresente pero oculta a los ojos y oídos de los pueblos del mundo… gracias a la prensa libre-empresarial.

“Lo dijo el diario XX…”, “lo vimos en la tele…”, salmodia la gente común repitiendo las noticias y “transcendidos” emitidos por esa prensa ¿libre?, esclavizada al poder del dinero. La SIP, Reporteros sin Fronteras y otros gremios defienden SU libertad de emitir información —no siempre fidedigna ni contrastada— para un público casi idiotizado y de muy bajo nivel cultural, donde sólo una elite accede a la verdad de la milanesa.

Leo Strauss, filósofo alemán radicado en los Estados Unidos, allá por 1930, postulaba que “La verdad sólo debe ser conocida por las elites científicas, militares, políticas y económicas. Hacerla saber al público ordinario podría ser peligroso para el gobierno y las corporaciones. Apenas un pequeño número debe manejar los acontecimientos y las coyunturas producidas por éstos. El resto, debe ignorar la verdad de los sucesos; debe ser anestesiado por otras informaciones inocuas”.

Y, por ende, los acontecimientos que se producen para cambiar el curso de la historia son presentados como aleatorios y “casuales” por la prensa “libre”, evitando citar a los verdaderos responsables de tales sucesos. Entre éstos, podemos citar el “golpe” contra Allende (11 de septiembre de 1973), las “revoluciones que derrocaron a líderes electos democráticamente —como por ejemplo el reciente caso de Honduras—, los “avionazos” contra el WTC, eas armas de destrucción masiva de Irak, el supuesto “armamentismo” de Bolivia, la nuclearización de Irán, la Gran Crisis de Wall Street y muchos otros que sería largo citar.

A veces la “prensa libre” llega hasta la casi pornografía, para vender su producto impreso a los bobos de la masa iletrada. Sólo unos pocos hombres y mujeres, con elevadas tasas de lucidez, se informan debidamente por otros medios alternativos —dirigidos y redactados por verdaderos periodistas— ajenos a esa venérea “prensa libre” de la calle. 

Es difícil separar la paja del trigo, pero sería bueno estar alertas para que la “prensa libre” no nos llene la mente de estiércol adobado con anuncios comerciales y sensacionalismo barato. 

Chester Swann Ex periodista, cantautor, escritor y diseñador gráfico, entre otras maneras de perder tiempo sin perecer en el intento.

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