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Las informaciones cotidianas de estos tiempos de transiciones en nuestra sub-América parecieran no hacer mella en las duras testas descerebradas de los dirigentes políticos. Los partidos de la izquierda moderada están llegando… para quedarse, tal el caso reciente de Uruguay, donde José Mujica ganó por más de diez puntos… tras un turbulento pasado de militante Tupamaro. Es en éste, que azuzan ―los conservadores de siempre― al ¡chúmbale! contra la izquierda, repitiendo como eco de pésimo gusto los viejos eslóganes de la Guerra Fría y la Seguridad Nacional.
Por ejemplo, los países escandinavos, por ironía con monarquías parlamentarias, son socialistas y prósperos, pese a sus elevados impuestos. Si Ud. Vive en Dinamarca, Suecia, Noruega, Holanda o Noruega, por ejemplo, debe trabajar ¡cuatro meses al año gratis! para el fisco. Mas a cambio tiene educación, salud, trabajo, seguridad pública, infraestructuras viales y transportes y una excelente jubilación. También sus hijos tienen el porvenir asegurado sin sobresaltos.
Eso sí, si Ud. tiene espíritu aventurero, le gusta soltar adrenalina y le aburre tanta seguridad y tranquilidad, puede mudarse al Àfrica, a Afganistán o engancharse en Blackwater como aspirante a mercenario en Irak, o unirse a marchas de protestas contra la OMC. O, de última, suicidarse de alegría con una sobredosis de Boludol Forte.
Eso, es el verdadero socialismo democrático, donde convive la empresa privada con control estatal sin estorbarse ni intervenir y donde el ciudadano es respetuoso de las leyes, aunque no les gusten para nada. Lo scrito, escrito está.
Empresas europeas, tales como Nokia, Scandia, Saab, Bofors, Volvo y muchas más son de
economía mixta, donde el Estado es accionista mayoritario… pero no las administra (51 % y 49 %), sino las regula. Claro que, el que mete mano en lata va a la cárcel. No existe impunidad pero tampoco hay casos de corrupción o maniobras dolosas de evasión impositiva. Y si los hay, son una excepción en la regla
La excelencia administrativa en los países escandinavos y también en otros es proverbial. No hay compadrazgos, amiguismos o correligionarismos en la selección de funcionarios o empleados públicos. La excelencia, demostrada con pruebas, es la norma. En este país, la corrupción es la norma y no la excepción, por más que este u otros gobiernos se desgañiten anunciando lucha frontal contra este cáncer. Claro que hasta ahora nadie prometió ganar esta lucha sino apenas mantenerla para la exportación.
Hasta ahora ―si bien los corruptos no fueron derrotados por esta administración― apenas hay una suerte de empate técnico. Y, de última, la lucha se definiría por tiro penal. Claro que parea emular a los países mencionados deberíamos hacer un mea culpa colectivo, remangarnos las camisetas, estudiar y aprender a tolerarnos las ideas (no las vilezas). Tal vez nos lleve un siglo más, pero de poder podemos… si aprendemos de los buenos ejemplios.
Algo me dice que, si Dios existiera, sería socialista y no capitalista.
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