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Carta ciudadana desde el Paraguay (250) |
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“Operación Triángulo”, o cómo matar mosquitos con artillería pesada. Se pregunta, si es estrategia o táctica vernácula: Chester Swann |
Luque, Paraguay, 15 de noviembre de 2009 |
Los Rambos nativos, equipados como para abrir una sucursal de la guerra de Viet Nam, aún no saben de qué va la cosa; y los pocos que saben se lo callan muy bien. Antiguamente las “operaciones Triángulo” se hacían con el café, la soja y cigarrillos contrabandeados del Brasil y vueltos a destino por otros senderos menos trillados; con marihuana fletada a Montevideo vía Buenos Aires y cosas por el estilo. Desde luego que los policías corruptos ―que son la regla más que la excepción― ya conocen de estos chanchullos desde que eran felices y no lo sabían. No sé si me entiende usted. Pero esta vez se hallan perdidos como ciego en tiroteo cruzado y no saben contra qué o quienes deben enfrentarse. Ni los cazafantasmas se hallarían a gusto en esos páramos donde el diablo perdió el poncho y dios el juicio final. Nada por aquí, nada por allá y no cesan de oprimir sus gatillos por si Kukulelé les sale al paso. Tanto que a veces sufren calambres digitales de tanto andar crispados y tensos de buscar agujas en un pajar ajeno. Los del EPP, si bien no son fantasmas y ―si la corazonada no me falla― no pasarían de una cuadrilla de bandidos rurales entrenados militarmente, son tan esquivos como apere´á y ubicuos como político de seccional de segunda. Los lugareños ni siquiera los conocen y los temen como a los racketeros de Al Capone; ésos que vendían “protección” a los tenderos italianos para prevenir “accidentes”. Es que la policía y el hampa siempre contemporizaron, llevándose bien y sin molestarse mutuamente; salvo que alguno no oblara el diezmo correspondiente y era molido en mazmorras por “irresponsable” o “abatido en enfrentamiento”. Es que nuestra policía se especializó en raterillos bagatelarios, peajeros de esquina, ladrones de gallinas, cuando no inocentes criminalizados por hablar mal de algún capo colorado y condenados a galeras. Si alguna vez echó mano a asaltantes o delincuentes de poca monta, fue simplemente porque “trabajaban” por cuenta propia y no en honorable sociedad con el comisario de la jurisdicción. Volviendo a la Operación Triángulo ―una burda repetición del anterior Jeroviaha, que dejara tristes recuerdos en San Pedro― será igual que lo mismo de siempre. Nada por aquí, nada por allá: salvo algún líder campesino arrestado por sospechas nunca probadas, algún rancho allanado con fines de robo y unos cuantos contusos “por resistir a la autoridad”. Si el Rafa Filizzola pretende “sembrar la tranquilidad” va a por lana, al lugar donde será trasquilado con su jefe inmediato: el number one. Los lobos están sueltos, pero no será una policía bajo sospecha bien confirmada de corrupción la que les dará caza. Al que tenga oídos para ver y ojos para oír… le serán suficientes las parábolas. La fuerza bruta y la prepotencia armada sólo desatan rencores y no llegan a buen puerto. ¿Pueden probar a usar la inteligencia? Si la tienen, claro. Más claro, petróleo. |
Chester Swann Ex periodista, cantautor, escritor y diseñador gráfico, entre otras maneras de perder tiempo sin perecer en el intento. |
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