Carta ciudadana desde el Paraguay (185) |
Lo único seguro… es la inseguridad Busca póliza contra la malaria: Chester Swann |
Luque, 12 de julio de 2009 |
Un promedio de seis a siete asaltos violentos por día —sólo en el departamento Central— pone al tapete que, confiar en la policía —al menos en la nuestra—, es como pretender que maese Zorro cuide celosamente nuestro gallinero… o confiar en que el gato nos cuidará el biftec recién servido. Ni el ministro de lo Interior se percata de que helicópteros, patrulleros, chalecos antibalas, armas de guerra y toda esa parafernalia no sirven ni servirán para nada… si se carece de inteligencia, de ética justiciera y de moral incorruptible. Y es justamente esto de lo que carece menesterosamente nuestra policía nacional, inficionada por la corrupción. Gran parte del cuadro superior de nuestra policía nacional, proviene de los tiempos de la tiranía stronista y, según parece, está poco dispuesta a secundar a la justicia. Y menos aún, en un gobierno como éste que acabó con el monopolio colorado. Creo que Rafael Filizzola debería ser menos ingenuo si piensa que ésta policía está dispuesta a cumplir con su misión, sin claudicar ni cooperar con el hampa. Será mejor que se quite la venda de la inocencia de sus ojos… ¿O es que sabe con qué bueyes está arando y se hace nomás del gilipollas? Espero que no. El que estas líneas escribe, está en conocimiento de que el recrudecimiento de la violencia, es parte de un plan siniestro urdido en muy altas esferas internacionales, para que la población esté dispuesta a renunciar a sus libertades… a trueque de una dictadura que le ofrezca seguridad. Y esto no sólo se da en nuestro país, sino en casi todo el mundo donde impera una supuesta democracia. En el Brasil existe un crimen organizado a muy alto nivel, además del callejero y de baja estofa, pese a tener la policía más brutal del mundo. Hay que reconocer que el criminal salido del lumpen proletario, nada tiene que perder —gracias en parte a Amnesty y los cacareados “derechos humanos”— y mucho que ganar sin trabajar. Salvo que, en algún momento los competidores o la misma policía lo borren de sus archivos. Pero es un riesgo menor para quien está tan al margen de la sociedad que ya lo ha perdido todo. Y esto, ni los más sesudos sociólogos y psicólogos pueden prever ni analizar. El mundo —mejor dicho el submundo subterráneo— del hampa es bastante complejo y tiene sus propias reglas no escritas. Y la principal es… el silencio. Desde muy antiguo han existido dos tipos de criminales: el político y el de mera supervivencia. Las rebeliones serviles de los zelotes judíos, las de Salvio y Espartaco, los movimientos sociales de la baja edad media y muchos otros que sería largo de mencionar, han sido muy estudiados pero poco analizados en contexto. Mas todos tienen algo en común: la miseria y la exclusión por parte de sociedades injustas, estratificadas y opulentas. Y en casi todas, la represión, por dura y cruel que fuese, sólo acicateaba más a los fuera de la ley atizando su ingenio y la protección de los pobres, sea por simpatía o por temor. Hay, empero, algunas maneras de solucionarlo, aún en un país de contrastes como éste. Pero para ello hay que ser creativos y destinar más fondos a la educación igualitaria y a la creación de puestos de trabajo de mando medio; una mejor redistribución del P.I.B. y menos ostentación de bienes. Además, en lugar de tener una policía militarizada, jerárquica y de pocas luces, habría que contar con jóvenes inteligentes con grados universitarios que luchen con el conocimiento antes que con el gatillo fácil. Es decir, más doctores y menos gorilas y perros de presa uniformados. |
Autopsia de un siglo difunto
Contemplo el desplome de la última centuria. De
un milenio bárbaro y sublime que agoniza. En el modo de matar cientos por tiro. Y ¿por qué no? de curar a uno, entre miles. De mercar con carne de inocentes. De indulgencias a culpables contumaces. A la medida de sus viles latrimonios. Carencias pletóricas posee. De lo ético, decente o comedido. Pero blande y ostenta la astucia del demonio. Turbulencia social incontenible, Que alientan insanos consumismos, Donde rebaños de idiotas digeribles, Pasean sus conciencias prostituidas Por oscuros pasadizos hedonistas. Mientras, logias ocultas planifican Una próxima guerra de exterminio En estadios, vivando a gladiadores Miles de imbéciles olvidan sus destinos. Y predican excelsos charlatanes De escatológico cielo, y lo divino, Mientras mercan en los templos, Y arman asesinos. Se agitan a los vientos las banderas de la usura, En omnipotentados entes mundiales; Sometiendo a pueblos y culturas A las leyes de mercados y capitales. Secuestrando dignidades y soltando la locura Por las calles de urbes y poblados Colmadas de programados asesinos demenciales Este es el siglo que agoniza en podredumbre, De un milenio doloroso, incognoscible, alejado de esperanzas y utopías. Todavía falta aún, la prueba más terrible. El cáliz más amargo, inconcebible: ¡Que nos maten la poesía!
Del poemario “Bodas de Silencio”, libro próximo a escribirse. |
Chester Swann Ex periodista, cantautor, escritor y diseñador gráfico, entre otras maneras de perder tiempo sin perecer en el intento. |
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