Carta ciudadana desde el Paraguay (209) |
La policía nuevamente en la picota Huye de los ajustes de cuenta y gatillos fáciles: Chester Swann |
Luque, 21 de agosto de 2009 |
Tras la misteriosa muerte de tres familiares de un comisario —presumiblemente una venganza por la detención de un cargamento de cocaína—, se supo que dicho policía había recibido amenazas de otro policía, hermano del comandante actual (y seguro que pronto fusible) de la policía. Varias voces se alzaron clamando justicia durante los funerales de estas personas, que, ténganlo por seguro, nada tienen que ver con los chanchullos de los comisarios y narcotraficantes. Simplemente fueron chivos expiatorios de venganzas por hechos aún en la nebulosa de las suposiciones. Hubo opiniones contradictorias entre el jefe de los bomberos y técnicos de criminalística; acerca del origen de la deflagración que acabó con las vidas de los occisos. Mas es casi seguro de que el incendio —o explosión de napalm casero condimentado al estilo Molotov— no fue accidental. Pero de lo que se trata es de la deshonestidad de ciertos jerifaltes de alta jerarquía de esa institución llamada Policía Nacional, heredera de la tiranía de Stroessner y caballo de batalla de represiones y trabajos sucios para el régimen. En varias oportunidades —a través de estas Cartas— he criticado la militarización de la policía y esa pesada estructura jerárquica que se presta a la ineficacia y sólo sirve para represión. Además, siempre los superiores inducen a los subalternos a “hacer sus extras” o recaudar para la cúpula a como dé lugar. La obsecuencia debida y la “ley del gallinero” imperan allí desde las primeras aulas del Colegio de Policía, tanto de sub oficiales como de oficiales, donde la antigüedad prevalece sobre la excelencia, al más puro estilo castrense. Otro problema es que con esa estructura verticalista, se pierde iniciativa y ación expeditiva en la lucha contra la delincuencia. Pero —peor aún— la policía se involucra cada vez más en el crimen organizado, quizá para redondear sus salarios o buscar la opulencia que suelen ostentar muchos militares retirados. Desde los tiempos del coronel Chirife la policía actuó bajo órdenes militares y la cosa siguió hasta la época de Federico Chávez, en que estuvo bajo la jefatura de políticos civiles, como Epifanio Méndez Fleitas y Roberto L. Petit. A partir de la ascención de Stroessner, ya pasó nuevamente bajo la égida militar. Recién en los años noventa, se buscó otorgar a la policía una jefatura escalafonada de sus propios pares, aunque sin muchos resultados positivos. La corrupción en sus filas siguió tan campante como Johnnie Walker hasta los días de hoy. Muchos escándalos criminales han saltado dentro de loas fuerzas poliuciales, amén de irregularidades administrativas en lo interno, pero este último superó las expectativas del periodismo negro-amarillo… y la capacidad de asombro del público. Creo que va siendo hora de tomar al toro por los cuernos y detener de una buena vez esta maquinaria delictiva llamada Policía nacional y buscar otras alternativas para proteger a la ciudadanía. Uno ya no está seguro si es asaltado por ladrones disfrazados de policías o de policías vestidos como asaltantes. |
Chester Swann Ex periodista, cantautor, escritor y diseñador gráfico, entre otras maneras de perder tiempo sin perecer en el intento. |
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