Acaba de presentarse al Ministerio Público una “denuncia” con sabor a calumnia stronista, por parte del “cenador” Alfredo Kururu Jaeggli; contra supuestos atracadores, desestabilizadores, golpistas, enemigos del estado y la mar en bicicleta. La denuncia mencionada incluye a dos “presuntos médicos cubanos”, dirigentes campesinos y líderes de las zonas candentes de San Pedro. Es natural.
El “cenador” de marras tiene una larga historia de soplonerías y chivatazos durante la era tiranosáurica cuando contrabandeaba perfumes (que no disimulaban su hedor). Por ello se ha acostumbrado a ver comunistas y guerrilleros hasta en la sopa; como sus ex colegas Barreiro Maffiodo
(Ponchopytã), Alberto Vargas Peña y otros ilustres abanderados colorinches del capitalismo salvaje.
La pomposa “fundación libertad”, de seguro está tras el sapo éste y otros batracios afines; que quizá le canten a la luna “porque es de plata” y no por poesía.
La posibilidad de perder sus curules les pone turulatos a Jaeggli y mesnadas, al ver que un pueblo —largamente humillado y reducido a un atroz silencio—, está despertando de un ajeno letargo político impuesto a la fuerza.
Hay que aceptar y consentir en que se rasguen las túnicas, nada blancas por cierto, y clamen a rebato. Señal inequívoca de que algo está progresando; de lo contrario no pararían de reír y celebrar. El tiempo de despertar está cercano y será el crujir y rechinar de dientes para quienes han traicionado a la patria a favor de intereses ajenos. Pese a quienes pese, los humildes tendrán su voz ante los mentirosos de siempre.
Hay que reconocer que tanto el poder judicial como el legislativo ya están destruidos por su mismo accionar negativo contra los intereses nacionales. No hace falta que nadie levante la mano en su contra; que para pudrirse se bastan solos. Y encima, los de la corte sin milagros se auto declaran inamovibles, como si la eternidad fuese un premio a su ineficacia.
El temor de los impresentables a ser evaluados por el pueblo, tiene harta razón de ser. Ellos saben que están en falta y sus pajizos rabos los delatan. Si viviera Barrett les enrostraría un estentóreo ¡No mintáis! a estos auténticos zaprófitos de la nación, ajenos al honor e ignorantes de toda honra. Por otra parte, el hecho de ser llamados al orden por medio de una consulta popular es algo que debió hacerse desde el inicio de esta transición.
No es posible que los mismos cómplices, encubridores y sátrapas de una atroz tiranía sigan medrando impunes. Es injusto que los auxiliares del verdugo mayor sigan dictando leyes y mofándose de las mismas. No es saludable que la carne gangrenosa del cuerpo social no amerite una amputación quirúrgica.
¡Seguid ladrando, gamberros desaforados! ¡Seguid mintiendo al invocar a las leyes, a la república, a la democracia, con falaces voces farisaicas! ¡Seguid acusando al pueblo de lo que vosotros mismos hicisteis! Pero no pidáis clemencia cuando os llegue la hora de rendir cuentas ante el implacable tribunal de la historia.
Por si a alguien le va el sayo, he aquí unas estrofas cafeinadas. |