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Juguemos a la guerra |
¡Seguidme,
mis valientes, cual dóciles soldados! Juguemos
a la guerra, brinquemos a la gloria. Conquistemos
un imperio imaginario. En
patios, parques y vallados. Nuestras
armas de plástico y madera. Trazarán
garabatos de la Historia. Nuestro
pendón de trapo, enarbolado. Encabezará
las hordas de este barrio. De
chiquillos bullangueros y lozanos. Olvidemos,
hoy por hoy, de números y letras. ¡Que
la escuela no nos turbe esta patriada! Juguemos,
mientras dure todavía. La
efímera niñez, ¡oh! camaradas. Juguemos,
sin pensar en el futuro. De
guerras de verdad, sin mascaradas. Donde
quizá moriremos. Sin
derramar una lágrima. O
vertamos sangre hermana. Con
ira sacrosanta. Bajo
el mando de estultos oficiales. Sacerdotes
de Moloch o el fiero Marte. Ignorando
los motivos, por los cuales. Nos
haremos asesinos, autómatas letales ¡En
nombre de dios, o de la patria! Juguemos,
sin pensar en el mañana Corramos,
por los parques y las plazas. Emitiendo
sonido de metralla, nuestras voces. Imitando
a la canalla, marcial y embanderada. A
las hordas homicidas que seremos. Algún
día, tras oír las clarinadas. Que
convoquen a hecatombe. Por
ineptos gobiernos programada. Vistiendo
el uniforme que transforma. A
un hombre bueno, en bestia sanguinaria. Juguemos
a la guerra, mientras dure... La
candorosa, pueril e inmaculada... Infancia
fugaz ¡oh! camaradas. Ya
tendremos ocasión, más adelante. De
jugar con armas bien cargadas. De
matar y morir sin preguntarnos. Con
la ciega obediencia del suicida. ¡A
las órdenes superiores de la infamia! |
Chester
Swann
de "Himno Blasfemo"
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