Daría la impresión de que hay intereses ocultos que pretenden desatar una suerte de pánico belicista contra Bolivia —una suerte de Casus belli—, tal ocurriera eb los prolegómenos de la conflagración de 1932/35. Entonces algunas empresas patrocinaron esa guerra para obtener ganancias ajenas al Paraguay y a Bolivia, entre ellas la British Petroleum, la Standard Oil y, por aquí cierto gripo empresarial familiar que abasteciera a Bolivia de azúcar vía Argentina, que según creo, todos saben a quién pertenece ahora mismo ese grupo que mueve sus trebejos periodísticos contra Evo Morales, más que contra Bolivia.
Siempre en una guerra son los pueblos contendientes quienes pierden —gane quien gane— y son los “patrocinadores” generalmente ajenos al conflicto los que ganan. Creo que los alarmistas e instigadores deberían leer a Sun Tzu, a von Clausewitz y a Curzio Malaparte, antes de mandar a derramar sangre ajena. Y no es candidez o ingenuidad lo que me ha movido a escribir esto. Es conocimiento de armas, aviación y pertrechois bélicos que pretende adquirir Bolivia. El contexto actual es muy diferente al del siglo pasado.
Además, ya no hay multinacionales explotadoras en Bolivia, que la insten en hacer guerras para buscar salidas al mar o conquistar pozos petrolíferos del vecino. En esos tiempos, sólo la oficialidad y la masonería vinculados al poder eran “blancas” y la tropa puros cholos y aymarás o guaraníes cruceños. Ahora es al revés y Morales es humanista convencido.
Por ejemplo: los mentados aviones chinos Karakórum, son versiones actualizadas del pequeño y antiguo MiG 21 ruso. Son entrenadores de pilotos, con apenas autonomía para derribar atacantes o hacer incursiones a tierra a muy corta distancia. No son aptos para una guerra de invasión ni tienen alcance estratégico. Tampoco los fusiles de asalto que aduiriera de Venezuela son para una guerra estratégica, sino para uso táctico. En realidad, nuestros enemigos están aquí, dentro de nuestras propias fronteras: la ignorancia, el hambre, el desempleo, la corrupción, el contrabando de ida y vuelta y los malos ciudadanos. Es decir, los mismos enemigos que tiene cualquiera de nuestros países del Cono Sur.
Se comprende que Chile, Argentina, Brasil, Venezuela, Colombia y otros con extensas fronteras marítimas y riquezas —codiciadas por cierto país boreal— tengan aprehensiones hacia sus recursos y se armen para guerras estratégicas; pero estos dos mediterráneos vecinos nada tienen, por ahora, que los enfrentase eventualmente. En todo caso, Bolivia tiene más en contra de Chile que de Paraguay; y Paraguay más en contra del Brasil que de Bolivia, pero no por eso vamos a desenterrar las hachas de la guerra, si presumimos de civilizados.
Creo que es momento de reflexionar y no dejarnos llevar por los alarmistas y buscaguerras que intentan distraernos de nuestros verdaderos problemas internos, tal hiciera Galtieri invadiendo las Malvinas para hacer olvidar los males de la dictdura militar que sufrieran los argentinos.
Detrás de toda guerra, existen instigadores que ya calculan sus lucros a trueque de hacer sacrificios humanos a Moloch. Y de seguro, ya estamos sabiendo de quiénes se trata.
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