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Luque, 9 de abril de 2009 |
Ha estallado otro escándalo a causa de una joven que demandó al Presidente por paternidad de un niño de dos años; esto significa que el menor fue engendrado durante su obispado en trámite de “permiso” ante el Vaticano. Como todos los escándalos, éste tiene fines distractivos y coincide con la Semana Santa católica, para más inri. Debo suponer que por ser hijo de un consagrado, el niño no requerirá de aguas bautismales o algún otro sacramente, que ya viene benedicto de origen. Considerando que el general Caballero tuvo más de 77 hijos reconocidos y quién sabe cuántos más bastardos, siendo el Primer Semental de la nación, la cosa no daría para tanto cotilleo gratuito. Además mucha gente ha de suspirar con alivio, pensando que por fin Ña Meche se irá a otra parte como ex primera dama, que ya tiene una reemplazante en puerta y mucho más joven y bella. No se duda de que que Lugo deberá reconocer al infante y asumir su “pecado” de leso celibato ante su iglesia, casándose con la madre o al menos cuidando de ella. Ante sus ex feligreses tendrá que hacer un Mea Culpa y tomar al toro de la ingobernabilidad por los cuernos. Ahora más que nunca, que al menos ya no estará tan solo en su principesco alojamiento. Eso sí, ya deberá colgar la sotana de por vida, pues el Vaticano le podrá perdonar hasta sodomía y pedofilia, como a tantos curas desviados de su misión, pero jamás el haber engendrado un hijo en secreto… siendo aún obispo. Esa contradictoria iglesia oculta tantos deslices inconfesables desde los albores de su turbulenta historia, y hasta hubo papas con varios hijos; hasta incestuosos, como Alejandro VI, el valenciano, quien no tuvo empacho en yacer con su hija Lucrecia cuando ésta cumplió quince años. Estas revelaciones pueden minimizar el escándalo a un nivel aceptable, ya que la feligresía masculina estará más tranquila de que Lugo no fuera pederasta, como varios anteriores obispos, desde Mena Porta a Livieres Banks y ese cura suizo de Villa Elisa, a quien llamaban pa’í anatómico sus feligreses. Ahora, superado el mal paso, Lugo debería tomar en serio el gobierno de este país y remangarse la camisa… ¡Ah! Esta vez ya con cuello de laico con o sin ballenitas, que el estilo clergyman ya no le quedaría ajustado a la medida. En todo caso, tras dejar la política alguna vez podrá ser, si no obispo, al menos pastor… pero de ovejas negras. |
Chester Swann
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