Comentario a la obra del pintor Efraín Moya
Mariluz Suárez Herrera

Con motivo de la presentación de la obra pictórica de Efraín Moya, quien utiliza el papel amate para su trabajo, en el que encuentro una clara influencia de nuestra cultura mexica,  hablaré un poco sobre la vida de los artesanos en el pueblo azteca.  Los artesanos, grupo en que incluiré a los pintores, formaban una clase numerosa, vivían en lugares específicos de la ciudad y tenían sus propias instituciones. Llevaban a cabo artes menores de orfebrería, de joyería y mosaicos o cuadros hechos con plumas. A estos artesanos se les conocía como tolteca, pues en efecto el origen de sus técnicas había estado asignado a la antigua civilización tolteca. Sahagún nos dice en sus crónicas que “se les llamaba Toltecas, lo que quiere decir artesanos delicados, artistas de primera, pintores, lapidarios, trabajadores de la pluma y de piedras preciosas.” A este conjunto de técnicas se el asignó el nombre de toltecayotl que quiere decir “cosa tolteca”.

Una vez establecidos los mexicas y fundada su ciudad en 1325, aparecen allí los herederos de este arte antiguo, quienes después de la caída de Tula sobrevivían en pequeñas pueblos como Colhuacán o Xochimilco de los cuales nos habla Ixtlilxochitl,  cuando nos dice que conservaron sus costumbres, la lengua y la habilidad de los toltecas.

Se sabe también que trabajaban el papel amate, utilizado para pintar bellos códices y otras obras de arte.  La palabra amatl en náhuatl quiere decir papel, aunque nosotros decimos papel amate. Este papel se obtiene de ciertos árboles, hay diversas especies. Los mexicas y otros pueblos utilizaban la corteza del árbol, la maceraban en agua, machacándola con piedras pulimentadas; a la pasta obtenida agregaban una sustancia glutinosa que obtenían de los bulbos de las orquídeas. La secaban al sol y luego las unían para formar los libros que se conocen como códices.

En esta sociedad habría un lugar muy especial para los tlacuilos, ellos eran escritores-pintores que formaban símbolos y dibujos que eran sus letras. Generalmente era un sacerdote quien les enseñaba estas técnicas; cuando el artista alcanzaba el grado de maestro se le llamaba  tolteca.

El doctor López Austin nos dice que los oficios eran heredados de padres a hijos, y sólo con licencia del tlatoani podía un hombre no nacido de mercaderes ejercer el comercio como actividad permanente.  Aparentemente, todas las fuentes están de acuerdo en que la tradición laboral de la familia se hereda como norma plenamente establecida. Mendieta nos dice que cada oficio poseía un protector, y cada niño al nacer recibía los instrumentos de su oficio, el que no hacía méritos en la vida, era condenado. Para los pintores, nos dice Duran que Xochiquétzal era su patrona y la que los protegía.

Hay un texto que nos habla de lo que el artista debe sentir, lo comparto con ustedes:

El buen pintor, amatista tolteca de los colores negro y rojo,

creador de cosas con tinta negra mezclada en agua, debe comprender.

Debe tener a dios en su corazón,

debe dibujar cosas con su corazón,

Y debe hablarle a su propio corazón.

Debe conocer de colores, aplicarlos, sombrearlos.

Dibuja pies y rostros, esboza las sombras, intenta lograrlo y lo consigue:

Será llamado tolteca, maestro.

Pinta los colores de las flores; pinta

Teniendo a dios en el corazón.

Todos los elementos que rodeaban este mundo eran importantes y tenían un significado; por ejemplo, la serpiente, llamada coatl, es el nombre de unos de los días y estaba asociada con el agua. El venado, también nombre de uno de los días, asociado con el sol y muy importante desde el punto de vista alimentario, como ritual.

Respecto a algunos de los elementos utilizados en la obra pictórica de Efraín Moya, sobresalen los caracoles, los hongos y los colibríes.

El caracol llamado cilli o tecciztli en náhuatl, diré que tenía asociaciones lunares y de fertilidad así como con el viento. El pectoral de Quetzalcoatl estaba hecho de un caracol cortado transversalmente. El dios de la luna era representado junto a un caracol, era también un importante instrumento musical.

La deidad lunar entre los mexicas tiene género masculino. Se llama Teccistécatl “el del caracol”; se le conoce también por Tecucistécatl. Es un hombre viejo con barba, que lleva en su tocado un caracol. También se le encuentra en los topónimos. En algunos casos  conserva la línea de contorno característica de la pintura indígena, en otras  ya aparece un estilo bastante occidental y en otras ya se incluye glosa en letra cursiva. Aquí hago la observación de que el pintor a la manera occidental pone la pluma o pincel entre el índice y el pulgar; los tlacuilos lo ponían con el puño cerrado con la punta hacia abajo. En el mapa de México-Tenochtitlan, área de Chiconoauhtla, hay un glifo toponímico de Tecciztlan; Carmen Aguilera nos dice que es el “lugar donde abundan los caracoles” y lo describe como locativo que se compone de tecciztli ‘caracol’ y tlan el sufijo de abundancial de lugar. Este lugar está al norte, muy cerca de Tepechpan al que se denominó también “lugar de caracoles” por estar cerca a de la orilla del lago donde abundaban diversas especies de caracolillos.

En cuanto al hongo llamado nanacatl, dentro de su raíz esta palabra lleva la palabra carne, alude a que los hongos son carnosos y sin hueso. Cuando Sahagún describe los banquetes que daban los mercaderes nos dice lo siguiente: “ La primera cosa que se comía en el convite eran unos honguillos negros que ellos llaman nanacatl, que emborracha y hace ver visiones y aún provocan a lujuria; esto comían antes de amanecer, y también bebían cacao antes del alva. Aquellos honguillos los comían con miel y cuando ya se comenzaban a escalentar con ellos, comenzaban a bailar, algunos cantaban y algunos no querían cantar sino sentándose en sus aposentos, y estábanse allí como pensativos; algunos veían en visión que se morían y lloraban; otros veían que los comía alguna bestia fiera, otros que habían de ser ricos.”

El colibrí llamado huitzilin o huitzitzilin, lo describe Clavijero así: “El huitzitzilin es aquel maravilloso pajarillo, tan encomiado por todos los que han escrito sobre las cosas de América, por su pequeñez y ligereza, por la singular hermosura de sus plumas, por la poca dosis de alimento conque vive, y por el largo sueño en que vive sepultado durante el invierno. Este sueño o por mejor decir, esta inmovilidad, ocasionada por el entorpecimiento de sus miembros, se ha hecho constar jurídicamente muchas veces, para convencer la incredulidad de algunos europeos, hija sin duda de la ignorancia; pues que el mismo fenómeno se nota en Europa en los murciélagos, en las golondrinas y en otros animales que tienen fría la sangre, aun que en ninguna dura tanto como en el huitzitzillin, el cual en algunos países se conserva privado de todo movimiento desde octubre hasta abril”

En el Códice Borgia encontramos doce pájaros y una mariposa que corresponden a las trece aves protectoras; aquí aparecen el colibrí verde y el colibrí azul. Se cree que algunas de las descripciones de los cronistas no corresponden a los colibríes existentes por lo que tal vez algunas especies ya hayan desaparecido.  Tiene un importante significado pues no sólo es el pájaro más pequeño, sino que tiene el pico más angosto y el mejor metabolismo. Simboliza el occidente, está unido a Tezcatlipoca y a Quetzalcoatl. Es el pájaro que acompaña al sol del amanecer al medio día, está relacionado con la guerra y el sacrificio, su aleteo se relaciona con el latir del corazón. Su pico se utilizaba como espina para los sacrificios. Se le considera el único polinizador de la planta del nopal por lo que es parte del símbolo de México Tenochtitlan.

Ya que celebramos el trabajo de un pintor,  retomaré unas palabras de Diego Durán quien hace una exaltación del trabajo de estos tlacuilos y sus obras: “Tenían escritas en estas pinturas sus leyes y ordenanzas, con mucha orden y concierto, de lo cual habían excelentísimos historiadores que con estas pinturas componían historias amplísimas de sus ante pasados, las cuales no poca luz nos hubieran dado si el ignorante celo no nos la hubiera derruido, porque hubo algunos ignorantes que creyendo ser ídolos las hicieron quemar siendo historias dignas de memoria y de no de estar sepultadas en el olvido como están, pues aún para el ministerio  en que andamos del apocamiento de la ánimas y remedio de los naturales, nos dejaron sin luz”.

Mariluz Suárez

Universidad Obrera de México "Vicente Lombardo Toledano"
Viernes 30 de abril 2006

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