Animales de hermosa piel |
LUISA - 45 años CÉSAR - 30 años
COCINA CON EXCESO DE MOSAICO DE TALAVERA, ABSURDA, ANACRÓNICA. ENTRA LUZ DE MAÑANA POR UN VENTANAL. UNA MESA AL CENTRO Y CUATRO SILLAS. LUISA, VESTIDA DE NEGRO, Y CÉSAR, SENTADOS UNO FRENTE AL OTRO SE DISPONEN A TOMAR CAFÉ. CÉSAR: Dame el azúcar. LUISA: ¿De cuándo acá tomas el café con azúcar? CÉSAR: Sólo se me antojó. LUISA: ¿Quieres que te adivine el futuro? CÉSAR: ¿Leerás los restos en mi taza de café? LUISA: No, César, leeré tu destino en el primer trago. CÉSAR: ¿Qué, piensas practicar la sorbomancia? LUISA: ¿Así se llama? CÉSAR: No, simplemente alucino. LUISA: Hablando en serio ¿qué vamos a hacer? CÉSAR: Nada. Me darán el divorcio que Natalia no me quiere dar, nos vamos de aquí y todo tranquilo. LUISA: De verdad no la conociste, chatito. CÉSAR: Te suplico que no me digas “chatito”: a una mujer de tu inteligencia no le sienta bien la estupidez. LUISA; Mira, pendejo, no estoy de humor para tus delicadezas “lexicales”. Después de un año de casado con Natalia todavía no te das cuenta que es el ser más necio y aferrado sobre la Tierra y sus putos alrededores. CÉSAR: Te entiendo a la perfección, no tienes por qué ser tan enfática: sobre todo de esa manera. LUISA: ¿Cuál manera? CÉSAR: ¡Ésa! Utilizando groserías, sabes cuánto me molesta... LUISA: Tú no las dices pero las piensas, y eso es peor. Te va a dar cáncer de colon. CÉSAR: ¿Perdón?...¿qué tiene que ver aquí el colon? LUISA: Pues si te guardas todos tus corajes, te puede hacer daño: es mejor sacar tu ira contenida, darle un cauce sano... CÉSAR: No creas todo lo que dice el Muy Interesante, a veces no precisan y... LUISA: No encuentro otra solución, hay que matarla. CÉSAR: Es decir: Yo tengo que asesinarla, ¿estoy en lo cierto? LUISA: Tú eres el más fuerte. CÉSAR: ¡Pero si está amarrada y amordazada! ¡Bien podrías hacerlo tú! LUISA: Tú eres el hombre... CÉSAR: Conoces bien mi decidida vocación igualitaria, democrática y, ante todo, feminista. LUISA: ¿Qué sugieres entonces?, ¿Votar? A ver, “¿quién vota por mí para matar a Natalia?”... ¡No mames, cariño! CÉSAR: Lucía, por favor no hay necesidad de utilizar ese lenguaje. LUISA: Mira, sólo hay que ponerla boca abajo en la tina y cortar el cuello: mientras se desangra, dejar correr el agua bien caliente y luego hacerla pedacitos: ¡es más fácil deshacerse de los pedazos! ¿Qué te parece? ¿Sale? CÉSAR: Me parece viable. ¿Tienes las herramientas adecuadas: un cuchillo bien afilado, una sierra, bolsas de plástico y todo eso? LUISA: Se pueden conseguir. Y tú le das la mala noticia. CÉSAR: Tu sarcasmo me agrada, querida, pero no abuses. LUISA: Lo siento. Natalia, pero no nos dejas otra salida... SALEN ENTRAN
LOS DOS A LA COCINA, ENCIENDEN LA LUZ. LLEVAN PUESTOS GUANTES
E IMPERMEABLES AMARILLOS, LLENOS DE MANCHAS CAFÉS Y ROJAS.
ACARREARÁN BOLSAS NEGRASDONDE ESTA EL CUERPO DE NATALIA (HASTA EL FINAL DE LA ESCENA.) LUISA: Te viste muy Sherlock: cuidaste todos los detalles, automóvil, tarjetas de crédito. Todo bajo control. CÉSAR: ¿Hora del deceso? LUISA: (ASOMBRADA) ¡No mames, pendejo! CÉSAR: ¡Sólo es para establecer una hora, no me veas así! LUISA: Mira, hay que ponernos de acuerdo para decir lo mismo. Estábamos los tres intentando poner una fecha para la lectura del testamento, cuando Natalia, la hija de mi difunto marido o sea tu mujer, se levantó y se fue. CÉSAR: Fue a la recámara, puso algunas cosas en una maleta. LUISA: Sí, la que tiene el escudo del Vaticano. CÉSAR: No se te olvide hacerla desaparecer junto con ropa y... LUISA: ...Y se largó sin más ni más. Ahora no sabemos dónde está o qué sucedió con ella. Siempre fue impulsiva. CÉSAR: Como cuando nos fuimos de viaje de bodas. Sin dar ninguna explicación se regresó a México. LUISA: ¿Estás de acuerdo que digamos eso cuando se haga el reporte de la desaparición? CÉSAR: Sí. CORTAN EL CUERPO EN PEDAZOS. LUISA: Por fin, ¿cómo cortaste el ligamento? CÉSAR: Con el hachita esa como de taquero. LUISA: Este trabajo es muy aburrido. CÉSAR: Fue idea tuya. LUISA: No estoy diciendo nada, es que ya me cansé. CÉSAR: Deja, yo termino. LUISA: ¿Y el coche? CÉSAR: En el Club de Banqueros... LUISA: ¿Qué? CÉSAR: Dejé su coche en el club de Banqueros. LUISA: Tenía los pies grandes, ¿no? Para su estatura, digo. CÉSAR: ¿Quién? LUISA: Natalia, como que “¿quién?” CÉSAR: Son muchas bolsas, ¿no? LUISA: Sí, pero luego podemos meter unas en otras. CÉSA: Algo me intriga ¿cómo sabes que le dejó todo a Natalia? LUISA: Tu suegro me lo dijo. Dijo claramente, y en repetidas ocasiones que su única hija sería heredera universal. CÉSAR : ¿Este cuchillito? LUISA: Tengo que lavarlo. CÉSAR: Aún no me queda claro... LUISA: Déjalo, no te esfuerces, no vale la pena. CÉSAR: ¿Sabes qué estaba pensando? LUISA: Me tienes prohibido adivinarte el pensamiento. ¿Recuerdas? Siempre dices con tu tonito mamonsete... CÉSAR: Afectado, mi amor: un tono algo afectado. (BUSCA EN UNA GAVETA) Creo que el ácido sulfúrico será lo mejor para deshacernos de los restos. ¿Qué te parece? EMBOLSAN LOS PEDAZOS Y LIMPIAN LA COCINA. LUISA: Sí, algo afectado como dices. CÉSAR: No, lo del ácido sulfúrico. Cierra las bolsas para que no vayan a escurrir, mira, con uno de estos alambritos. ¿Entonces? LUISA: Sí, como tú quieras. El baño no quedó tan manchado; ¿verdad? CÉSAR: No, pero también lo vas a tener que limpiar con ácido, la sangre deja muchos rastros. ¿Cuándo vas a ver al abogado? LUISA: ¡Cálmate! Nadie nos está acusando. CÉSAR: ...para ver lo de la sucesión. En caso de fallecimiento, la heredera eres tú. LUISA: Huele raro, a ver si se va tantito la peste. Pobre, ni siquiera se enteró que su padre le dejó todo su dinero. A ti seguro te van a recomendar que levantes un acta de abandono de hogar o alguna treta legaloide por el estilo. CÉSAR: Mientras, nos deshacemos de esta porquería. LUISA: No le digas así, todavía es Natalia, la hija del que acaba de hacerme viuda.. CÉSAR: Algo fragmentada pero sí, todavía... LUISA :¡Pobre Natalia! Venir a terminar en doce bolsas de plástico, no es justo: pero ella se lo buscó. Si sólo hubiera sido distinto, algo, no digo que totalmente, pero algo... CÉSAR: Cariño... estás algo sobreactuada. LUISA: Sólo quería decir unas palabras en su memoria. Tú podrías decir algo, ahora es cuando puedes demostrar qué tan bueno eres con las palabras... CÉSAR: Respeto mucho el lenguaje, que es muy distinto. Una oración fúnebre no requiere mayor esfuerzo, basta con decir cosas agradables, usualmente sin contenido real alguno. LUISA: ¡Eres un mamón de mierda! A veces te odio, de verdad te odio. CÉSAR: Tranquilízate. Luisa, no te pongas violenta. LUISA: Era un personaje extraño. Creo que justificó su existencia casándose contigo. Francamente, no encuentro una explicación satisfactoria para su vida. No conozco a nadie que haya necesitado a Natalia para nada. CÉSAR: Yo la necesitaba. LUISA: Tú. ¿Para qué? CÉSAR: Para estar cerca de ti. LUISA: Pobre Natalia, a veces me recuerda al tipo ese que desapareció de su casa para irse a vivir dos calles adelante, no sé dónde lo leí, creo que en Vogue... CÉSAR: No lo leíste en Vogue, mi vida, es un cuento de Hawthorne y yo te lo platiqué. Nunca terminas de asombrarme... ¿por qué lloras? LUISA: Por Natalia, era buena como el pan. CÉSAR: No tienes por qué llorar mujer, tú la mataste. LUISA: Cuando alguien muere siempre me pongo triste. CÉSAR: No llores, ven. Son resabios de tu educación con las madres Clarisas. LUISA: Estudié en el Madrid. ¿OK? ¡Y no te interesa! ¿OK? CÉSAR: Sí, sí, cariño, pero ya no llores, te vas a poner fea. No me gusta verte con el maquillaje arruinado. LUISA SORBE LOS MOCOS LIMPIÁNDOSE LA NARIZ. SE RASCA LA CABEZA. CUBRE UN BOSTEZO DE MANERA BURDA. LUISA: ¿Qué es lo que te gusta de mí? CÉSAR: (ACOMODA LAS BOLSAS EN FILA) Me gusta que eres linda, sabes chiflar como arriero y usar su mismo lenguaje con desparpajo. Me gusta tu inteligencia dual: grande-minúscula. Te sienta bien la viudez. LUISA: Creo que es hora de ir a limpiar LA tina. (SALE) CÉSAR: Si, definitivamente, te sienta bien.. No sé si debo tener miedo. |
Mariluz Suárez
México D. F. Julio, 2001
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