"Animalario", de Abraham Vilchis - Reseña por Mariluz Suárez Herrera |
A
la manera del Bestiario de Indias
con el que Gonzalo Fernández de Oviedo en el año de 1522 informara a su
majestad Carlos V sobre los nuevos animales en sus dominios, Abraham
Vilchis nos sorprende con un muy original Animalario.
Este divertido manual de zoología cuenta con los elementos
indispensables para invitar a su lectura a la manera tradicional de los
Bestiarios Medievales, en que animales reales o imaginarios eran
presentados de manera positiva o negativa según era el caso.
El
animal mitológico y exótico propio de los Bestiarios de origen
grecorromano, bizantino, persa o fenicio que posteriormente recibe la
influencia de nuestra tradición judeo cristiana, ha sido tema para
importantes escritores. Unos cuantos ejemplos sólo en lengua española
son Julio Cortazar, Juan José Arreola, la literatura fantástica de Jorge
Luis Borges o dentro de la poesía de Rubén Darío y Saúl Ibargoyen. El autor no busca el sentido mítico religioso a la manera de Henry de Montherlant, tampoco nos describe seres perfectamente caracterizados, familiares y conocidos. Es a través de una admirable inventiva, resultado seguramente de muchas lecturas, que Vilchis nos hace recorrer y disfrutar en estricto orden alfabético estos treinta y ocho miembros de un jocoso animalario. |
Me
limitaré a analizar cómo nos atrapa para entrar en este juego o
ejercicio, haciendo imposible suspender la lectura, yendo desde una simple
y corta frase hasta una detallada y un poco más larga narración. Las
descripciones han sido ingeniosamente elaboradas, empiezan de manera muy
variada, ya sea por un sinónimo como en el caso de Dauno, Tortuoso,
Unicornio, definidos como Ciervo, Quelonio, Equino, o por un verbo
conjugado: conocido, originario, tienen, son, semejan, viven, corren,
crepita, habita, o sustantivos más precisos como: díptero, parásito,
ente, hematófago. Menciono sólo estos tres ejemplos, invitando al lector
a encontrar los otros mecanismos. Como
caso aparte señalo la interesante propuesta de los cuatro elementos. Ánpiro,
Ánageo, Aneólo y Anhidro así como el Íncobol
y Súcobol que a la manera de las formas duales y pareadas, llamadas
difrasismos: “dos términos cuyo significado es independiente de aquel
que constituyen al unirse” como diría Mercedes Montes de Oca, que nos
remiten a este extraño fenómeno lingüístico utilizado en lenguas como
el cuna, mongol, rotinés, tzotzil o náhuatl, entre muchas otras. Son muchos los aspectos que pueden comentarse a raíz de la escritura de una obra como ésta, tal vez el más significativo sea la lúdica clasificación de cada uno de los elementos que la componen. Mientras haya interés en el lector por el mero disfrute de la lectura, descubrirá con este Animalario que Abraham Vilchis, en su libro inicial tiene mucho que ofrecernos. |
Mariluz Suárez Herrera
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